Las ilustraciones de Fito Holloway, son obsesivas y por lo mismo, inagotables. Lo primero que hacen es recordarle al ojo que observa, su precariedad: no todo cabe en la mirada. Así que el ojo, sorprendido en la falta, vuelve a mirar. Y esta vez descubre que dentro del canto de los pájaros hay pequeñas habitaciones y dentro de las habitaciones, barcos minúsculos.