Lucía Hiriart ha sido invitada a dar una entrevista en su antigua oficina del edificio Diego Portales.  Sin embargo, ella no logra darse cuenta que los tiempos han cambiado y que está en GAM. No encuentra cámaras, ni luces, ni el interés que espera generar su presencia.  Sólo encuentra a un guardia que no le obedece como debiera.  Es más, la cuestiona y trae a colación asuntos del pasado que ella ha querido olvidar.

En este montaje, Lucía no se resigna a ser olvidada y pretende en todo momento ejercer el poder que antaño tuvo.

En tono de humor negro, la obra reflexiona sobre el rol de la mujer detrás del dictador, en un juego entre realidad y ficción que se centra en el presente de esta primera dama que debe lidiar con la soledad y la falta de atención.