Cuando a mediados de este año la Comisión para el Mercado Financiero dio luz verde a la llegada del China Exim Bank, el tercer banco de ese origen con presencia en Chile después del Bank of China y el China Construction Bank, instalados previamente, todo pareció normal: la inversión extranjera siempre bienvenida en el epítome de país-laboratorio para el modelo económico neoliberal globalizado. Ahora, sin embargo, la información retomada por el medio CLB de Buenos Aires hace dos días, pone una nota de alarma regional al hecho cuando titula: “La banca china crece en Chile y amenaza con condicionar la historia del país”.
La actividad financiera navega, pues, en ese turbulento margen de la economía, haciendo ganar o perder miles de millones a sus actores, aunque también, entregando señales -muchas veces aleatorias o especulativas- que, sin embargo, sirven a los agentes de la economía real para evaluar sus propios proyectos de inversión, reduciendo sus riesgos mediante una planificación más ajustada a los precios que dichos mercados se muestran dispuestos a pagar por determinados bienes o servicios.
