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Debate presidencial:

Los detalles del primer round

Los esfuerzos de Marco Enríquez Ominami por encender el ánimo de sus contendores rindieron pocos frutos, a pesar que sacó a relucir sus armas díscolas. Esta vez, fue Frei quien lanzó el bombazo contra Piñera, lo que sumado a las pifias de las “barras bravas”,  terminó por devolver al candidato de la Coalición por el Cambio todos los tics que había logrado superar. Al final, hubo coincidencia que, parado en medio del fuego cruzado, el gran beneficiado fue Arrate.

Sohad Houssein

  Viernes 25 de septiembre 2009 1:14 hrs. 
Radio-Uchile

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Los esfuerzos de Marco Enríquez Ominami por encender el ánimo de sus contendores rindieron pocos frutos, a pesar que sacó a relucir sus armas díscolas. Esta vez, fue Frei quien lanzó el bombazo contra Piñera, lo que sumado a las pifias de las “barras bravas”,  terminó por devolver al candidato de la Coalición por el Cambio todos los tics que había logrado superar. Al final, hubo coincidencia que, parado en medio del fuego cruzado, el gran beneficiado fue Arrate.

Comienza la fiesta. El hall de TVN y el salón donde sirven el cóctel previo al debate de a poco se repletan de lo más variopinto del espectro político nacional. Y aunque en las caras de asesores y miembros de los comandos de los candidatos presidenciales se trasluce el nerviosismo por el primer debate nacional al que se enfrentarán sus abanderados, más parece un gran encuentro de amigos que de rivales. Todos se saludan, se abrazan, intercambian sus expectativas y posan para la foto, hacen política al más puro estilo chileno.

El primero de los candidatos en llegar, puntual a las 21:00 horas, fue Jorge Arrate. Unos minutos más tarde, las cámaras se aglomeran en torno a Marco Enríquez Ominami y su familia, quienes entran raudos de la mano. De punta en blanco hacen su entrada las mujeres del clan Frei, hijas y Martita posan para las fotos. Luego es el turno de Sebastián Piñera y su esposa Cecilia Morel, quienes se salen de libreto y entran al pequeño set paralelo donde le realizaban una entrevista en directo a Andrés Allamand. “Piñera se tomó el set lateral, hay que sacarlo”, avisaban personas de la producción.

En el salón Hunneus conversa con Tironi, la actriz Blanca Lewin con el candidato a parlamentario de la izquierda Hugo Gutiérrez; Jorge Burgos con Óscar Landerretche; las hijas Piñera saludan animadas a los “invitados Twitter”; Allamand intercambia palabras con Nicolás Larraín, Rodrigo Álvarez y Esteban Maturana comentan cómo va la campaña en sus distritos; Guido Girardi, José Antonio Gómez y Jorge Pizarro forman un grupo; Trivelli, Zalaquett y Sabat improvisan una reunión de colegas ediles. Todos circulan, todos cometan, todos se conocen.

En el estudio, sentados en las graderías, las barras de cada candidato están expectantes. Los protagonistas de la noche salen a tomarse fotografías minutos antes que comience el debate y los adherentes se paran de sus asientos y se ponen a gritar. “Se siente, se siente, Arrate Presidente”, “MEO, MEO, MEO, que paren el …”, las pifias de los bandos contrarios van y vienen. Los abanderados saludan desde el escenario y Enríquez Ominami ensaya una alba sonrisa. Arrate permanece serio, Piñera se arregla la corbata y Frei se queda uno segundos más para seguir saludando. “Esto va a parecer cumpleaños escolar”, se escucha un cometario entre el público. Las “barras bravas” no paran de gritar y desde los asientos destinados a la prensa, animosas periodistas hacen señas hacia su bando para animar los cantos y aplausos.  

Y comienza la función. Entra primero Arrate, luego Frei, los siguen Enríquez Ominami y Piñera. Alejandro Guillier anuncia que el debate será transmitido por Internet para los compatriotas que están fuera de Chile y alguien desde las graderías grita: “¡Es una burla, no pueden votar!”.

La primera pregunta, infaltable en las campañas, es sobre las medidas para combatir la delincuencia. Enríquez Ominami comienza: “llenamos las cárceles de reincidentes” y agrega que siete de cada diez presos son parientes de delincuentes. “No basta con mano dura, no sólo represión, también rehabilitación”, propone. Arrate destaca que en Holanda están cerrando las cárceles y sentencia: “La delincuencia se deriva de un fenómeno social de desigualdad que tiene que ser atacado a fondo”. Le toca a Piñera: “Le vamos a poner un candado a la puerta giratoria”, asegura, frase que reiteraría luego durante el debate.. Frei coincide con Arrate y dice que creará casas de acogida para niños en riesgo social y aumentará el gasto en rehabilitación para no tener más Cisarros.

Guillier hace la segunda pregunta sobre el financiamiento de las pymes y todos toman apuntes, menos Frei, que permanece atento, escuchando. “Sé que hay muchos abusos de los bancos”, dice Piñera, lo que provoca la risa de las barras. MEO responde leyendo sus apuntes y dice que lo de los bancos no es abuso, es un “cogoteo”, mientras que Arrate sentencia que “la usura está desbordada” y Frei enfatiza que es necesario “más Estado y menos mercado”. Desde las barras se vuelven a burlar del candidato de la Alianza cuando dice que se requieren “empresarios que sepan respetar los derechos de los trabajadores”, pero esta vez las risas vienen acompañadas de chiflidos y gritos que comienzan a descomponer el ánimo del abanderado, son tres contra uno.

El tema de la educación se pone sobre la mesa y cada uno hace sus propuestas con las que se ganan aplausos de sus adherentes y pifias de los retractores. Se acabó la tregua y MEO comienza las interpelaciones directas. “Escucho a candidatos prometer cosas sin decir cómo las financiarán. Esta noche juguemos a la verdad”, lanza.

La primera pausa y mientras los postulantes a La Moneda se van “tras bambalinas”, en las graderías resurgen los cánticos. A la vuelta, Piñera llega con la corbata chueca (no se la enderezó nunca más) y sin lápiz. Enríquez Ominami le pasa el suyo y hace gestos para conseguir otro.

Están en las propuestas para la Salud y el candidato independiente anuncia que “los hospitales no serán más refugio para operadores políticos”. Murmullos y risas nerviosas se escuchan entre los invitados de las gradas.

Hablan de Vivienda y MEO nuevamente intenta sembrar la manzana de la discordia interpelando a Frei por las casas sociales de la población El Volcán construidas durante su mandato, pero el candidato de la Concertación no muerde el anzuelo y obvia el emplazamiento.

Es el turno de la Justicia y de tirarle la “carnada” al abanderado de la Coalición por el Cambio y Enríquez Ominami le pide que se refiera “a los delincuentes de cuello y corbata”.

Corrupción y parte Frei. En el público se escucha un uuuuhhhhh y el candidato concertacionista tira el bombazo y le enrostra a Piñera el informe de Transparencia Internacional aparecido ese mismo día en los medios en el que se lo culpa de uso de información privilegiada. Se produce una ovación entre el público. La cara le cambia al abanderado de la Alianza. Pausa del programa, y en la barra piñerista nadie habla, algunos toman sus teléfonos rápidamente. Todas las miradas se vuelven hacia ese sector y desde sus opositores les cantan: “Se quedaron calladitos…”. Es “el” momento de tensión del debate. Se retoman las transmisiones. Piñera vuelve y trae consigo todos los tics que había logrado controlar. Se espera una respuesta a Frei, hasta que encuentra la ocasión y lo increpa: “falta a la verdad, espero que se disculpe. Mis inversiones ha sido muy transparentes y las suyas las conoce solo usted y su hermano Francisco”. Por primera vez, Frei toma nota. Le toca responder y aduce al informe del organismo internacional, a otro de la superintendencia y a la multa que tuvo que pagar Piñera. Desde el público se escucha un grito: “¡¿y tu plata en qué está, mentiroso?!”

MEO vuelve al ataque e insiste en que sus contendores transparentes sus gastos de campaña. Arrate, a quien nadie ataca, se ríe y le agradece que ni siquiera le pregunte por costos de campaña. Piñera, finalmente, “pisa el palito” y le responde al candidato independiente que a gastado el doble que él.   

De ahí en más, poco o nada respondieron en concreto de las preguntas que habían formulado los votantes. Un par de ideas sueltas, reiteran sus propuestas anteriores, aprovechan el turno para “pasar datos” y seguir sacando “trapitos al sol”.

Cada uno dice por qué quiere ser Presidente y Frei y Enríquez Ominami se intentan “colgar” de la popularidad de la Presidenta Bachelet, Arrate se declara “orgullosamente de izquierda” y Piñera reitera sus ideas fuerza: trabajo, delincuencia y pobreza. El candidato de la Alianza intercambia palabras con su par independiente, saludan y se van, mientras las graderías vuelven a explotar. 

De vuelta al salón la molestia de los piñeristas es notoria. Una cercana al candidato segura que le van a responder a Frei “con pica, por chancho” y los personeros de la Coalición por el Cambio se apuran en aclarar que las acusaciones de Transparencia Internacional obedecen a un montaje articulado por un funcionario de gobierno. Mientras, en el comando de Arrate están triunfales y se proclaman como los ganadores del debate y en el de Marco Enríquez aseguran que con esto se acabó el ninguneo, que ahora compiten de igual a igual.

Todos sonríen de nuevo, buscan cámaras, dan declaraciones, se saludan, se felicitan y se vuelven a mezclar en una masa distinguible sólo para el ojo avezado.

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