Laura Gutman, terapeuta argentina: Mujeres visibles, madres invisibles

Es el título del último libro editado por Catalonia de esta psicoterapeuta  argentina sobre el cual sostendrá una conversación con la periodista de Radio Universidad de Chile, Vivian Lavín, este miércoles 4 de noviembre a las 18 horas en la Feria Internacional del Libro de Santiago.


Es el título del último libro editado por Catalonia de esta psicoterapeuta  argentina sobre el cual sostendrá una conversación con la periodista de Radio Universidad de Chile, Vivian Lavín, este miércoles 4 de noviembre a las 18 horas en la Feria Internacional del Libro de Santiago.

Es el título del último libro editado por Catalonia de esta psicoterapeuta  argentina sobre el cual sostendrá una conversación con la periodista de Radio Universidad de Chile, Vivian Lavín, este miércoles 4 de noviembre a las 18 horas en la Feria Internacional del Libro de Santiago.

Temas como la fachada publicitaria de maternidad feliz, el rol del padre en nuestros tiempos, la violencia doméstica, el nacimiento de un hermano, el comprar en lugar de vincularse, maternidad, sexualidad y trabajo, el exceso de estímulo en los niños, las adicciones y varios de las problemáticas   recurrentes que observa en su trabajo son los que aborda la autora de “Mujeres visibles, Madres invisibles”.

En una cafetería típica de los barrios de  Buenos Aires,  Laura Gutman se explaya señalando  que en el  libro se resumen  ideas, artículos, notas, pensamientos y anhelos publicados en diversas revistas españolas y argentinas y que responden a las consultas que recibe a diario de sus pacientes, alumnos, lectores y discípulos.

Cuenta que después de estudiar  Psicopedagogía Clínica en Paris, se especializó   en temas de familia -inspirada por las ideas de Michel Odent (médico que incorporó los partos acuáticos en los hospitales franceses)-  con la psicoanalista francesa Francoise Dolto, de orientación jungiana. Volvió a Argentina y fundó el Centro Crianza,  institución radicada en Buenos Aires  y lugar en el cual,  entre otras  actividades  se ha especializado en la atención de madres y padres de hijos pequeños, a  la vez de  ser un  centro de formación  y capacitación de profesionales de la salud y educación,  de grupos de crianza para madres y servicio de “doulas” a domicilio (terapeutas entrenadas para acompañar a las madres).

Gutman,  es  autora de  otros cinco libros: La Maternidad y el encuentro con la propia sombra; Crianza, violencias invisibles y adicciones;  Puerperios y otras exploraciones del alma femenina y La revolución de las Madres, este último con más de tres ediciones. Cuenta que tiene en Chile un grupo de seguidoras que le escriben periódicamente buscando respuestas a los temas que afligen a las mujeres en nuestros días.  Por lo que se alegra de pensar que podrá encontrarse con  muchas de ellas en su visita a Chile.


¿No teme que el título de su último  libro se mal interprete  y se piense que usted es de las personas que creen que las mujeres deberían volver a quedarse en sus casas?

No, y quiero creer que nadie va a mal interpretar lo que está escrito en los libros ya publicados. Lo que creo es que las mujeres hemos quedado atrapadas entre dos mundos: la maternidad entendida desde la perspectiva patriarcal encerrada en el sometimiento, y que ya no nos sirve más. Y, por otra parte,  una  falsa autonomía o libertad en términos masculinos, con la obligación implícita de abandonar a nuestros hijos –si los tenemos- que tampoco nos sirve. Nadie quiere volver a tiempos remotos. El asunto es cómo accedemos a la autonomía real, en beneficio propio pero también en beneficio de los demás.

¿De qué manera cree que se puede  acceder a esa autonomía y qué  sería lo real en lo femenino?
Si superamos las necesidades infantiles, sabremos que podemos ser libres incluso y sobre todo, atendiendo las necesidades de los niños pequeños, que son ellos, y sólo ellos quienes son totalmente dependientes. Hacer sólo lo que nos da la gana, no es ser libre, es ser egoísta. Hacer y disponer lo que es saludable y funcional para todos, incluso para sí misma, es posible  cuando ya hemos encarado algún tipo de recorrido de indagación personal, cuando no estamos atados a nuestras necesidades infantiles, cuando maduramos y tomamos decisiones conscientes, a favor nuestro pero sobre todo a favor del prójimo.

¿
Qué significado le da al neologismo  ´maternaje´ que ha instalado en sus libros?
(Se ríe) Suelo inventar palabras hasta encontrar el sonido que se ajuste exactamente a lo que quiero decir. El “maternaje” se refiere a la inmensidad de la entrega, la disponibilidad, la generosidad, el cuidado, el altruismo, la dedicación, el cariño y el sostén que una madre puede ofrecer al hijo.

También habla de  fusión emocional ¿a qué apunta en la relación madre e hijo?
Aún cuando la madre y el bebé separan sus cuerpos físicos cuando se produce el nacimiento,  el cuerpo emocional no se separa al mismo tiempo, sino que ese proceso tarda muchos años. Yo lo llamo el fenómeno de “fusión emocional”, al hecho de que madre y bebe compartan el mismo territorio emocional. Como dos gotas en un océano, no hay un límite preciso entre “tú” y “yo”. El niño vive los sentimientos, las percepciones, las angustias y las alegrías de la madre, como si fueran propias, porque vive dentro del mismo campo emocional. Y lo más sorprendente es que la madre vive las sensaciones como si fuera el bebé. Por ejemplo, percibimos los sonidos demasiado estridentes, los olores demasiado fuertes, justamente porque estamos dentro del territorio emocional del bebe, y eso a veces nos resulta enloquecedor. En verdad, todos los seres somos “fusionales”. Un punto en el que estamos más entramados con los demás de lo que creemos, pero en los casos de madres con niños muy pequeños, es abrumadoramente evidente.

Otro tema que profundizas se refiere a las adicciones y otras enfermedades como producto del desamparo emocional primario ¿Qué vínculo ve entre ello?

Los seremos humanos nacemos totalmente dependientes de los cuidados maternos. Si no obtenemos una calidad de confort suficiente, es decir, alimento permanente,  contacto corporal, mirada, movimiento, calor, palabras, amor, sonrisas y presencia, los niños vamos a  usar otras estrategias de supervivencia para intentar obtener aquello que genuinamente necesitamos. Una manera posible es enfermándonos, y si a través de la enfermedad logramos obtener cuidados, ¡no la abandonaremos jamás! En relación a las adicciones es un poco más complejo. La desesperación por colmarnos aparece desde la primerísima infancia, y si no somos colmados (de presencia materna) intentaremos introducir lo que sea para llenarnos: Al principio será azúcar, comida, golosinas, horas frente a la tele, luego cigarrillos, alcohol, psicofármacos, dinero, reconocimiento social o drogas duras. Pero no importa cuántas sustancias introduzcamos, no obtendremos más mamá.

Entre tus supuestos habla de la violencia como producto de la falta  de “maternaje” ¿cómo subsanar esta dinámica?
En  verdad describo las diferentes formas de violencias invisibles, que están basadas en la necesidad –infantil- de llenarse, dando prioridad a nuestras necesidades en detrimento de las necesidades de los demás.  Si no hemos sido colmados cuando era el momento pertinente de recibir cuidados, luego trasladamos esa urgencia a lo largo de nuestra vida adulta, creyendo que “lo nuestro es lo más importante del mundo”. Y si pretendemos criar niños pequeños, nos encontraremos con nuestras propias urgencias versus las urgencias de esos bebés reales. Ahí sí que tenemos un problema.

Según su  experiencia ¿cuáles son las urgencias más comunes que se da en las madres hoy día?
La necesidad de tener tiempo libre. La urgente necesidad de no perder nuestra identidad, es decir, las instancias donde somos valoradas y reconocidas por los demás: el trabajo o los circuitos sociales. Tenemos urgencia por recuperar el tiempo de  ocio y los intereses personales que han quedado relegados. Es muy frecuente sentir que el niño pequeño nos devora,  nos roba nuestra vida. Esa vivencia está sostenida por carencias antiguas que se actualizan, porque tenemos poco resto emocional, poca disponibilidad para el otro, ya que aún estamos colmándonos a nosotros mismas. El problema no es el niño, sino  nuestro propio vacío existencial.

Se explaya y reflexiona sobre el tema que ve cotidianamente en su consulta y en los seminarios que realiza durante el año en México y España donde viene recién llegando. “Estamos atravesando una época especial y somos las mujeres quienes tendremos que asumir la reciente revalorización de la energía femenina integrada”.

¿Ve alguna forma de subsanar la carencia de “maternaje” en el mundo adulto para no seguir replicando el círculo de violencia?
Creo que es teniendo la intención, la firma intención de revisar nuestra historia, reconocer las carencias emocionales de las cuales provenimos,  y decidiendo hacer algo a favor de los demás, aunque hayamos tenido vidas difíciles. Una cosa es aquello que nos sucedió, y otra muy diferente es qué decidimos hacer con aquello que nos sucedió. Ojalá seamos capaces de abandonar el autoritarismo desgastado y las ideas preconcebidas del pasado y logremos saltar al vacío, aunque no sepamos qué es lo que nos espera del otro lado.

¿Cómo incorpora al hombre y/o a la pareja en sus planteamientos?

Pues, depende de cada hombre, y también de cada mujer. Depende del grado de madurez afectiva con la que llevamos adelante la pareja. Si cada uno de nosotros está pendiente de satisfacer las propias necesidades infantiles, seguiremos peleando sobre el rol que le toca a cada uno. En cambio, si somos capaces de reconocer nuestras limitaciones, podremos conversar, llegar a acuerdos y pedir ayuda en casos de crisis, sobre todo si nos tenemos que hacer cargo de niños pequeños. Un hombre maduro (emparejado con una mujer suficientemente madura para elegirlo), no tendrá problemas en sostener emocionalmente a su mujer para que ella pueda sostener emocionalmente al niño pequeño. Pero la base es la capacidad de dar, el altruismo, la generosidad, el amor al prójimo. Y en esa dificultad estamos hombres y mujeres igualados. Es mi deseo que las mujeres y los varones encontremos “algunas puntas del ovillo” para desandar nuestros propios caminos, a veces rígidos, amenazantes, sufrientes o negados; y asumamos la responsabilidad de conocernos más e interrogarnos más, a favor de quienes dependen de nuestro equilibrio emocional  para su propio desarrollo.

De acuerdo a las últimas encuestas, tanto en nuestro país como el resto del mundo, cada vez son más las mujeres jefas de hogar. ¿Qué le recomendaría a estas mujeres para mejor llevar la maternidad en esa realidad?

Mira, las mujeres que crían a sus hijos solas tienen muchas desventajas. Pero tienen una ventaja importante: saben que están solas Entonces suelen pedir ayuda. A sus amigas, a su familia, a sus compañeros de trabajo. En cambio, una mujer que vive en pareja, puede estar mucho más sola aún, pero no lo sabe, y no se le ocurre pedir ayuda por fuera de su matrimonio. En todos los casos, las mujeres tenemos que entramarnos, buscar ayuda entre pares, juntarnos entre mujeres con niños a cuestas, ser solidarias, ofrecer apoyo y pedir apoyo y presencia. No es posible criar niños si estamos solas y aisladas.

Desde su mirada ¿qué rol le cabría a los gobiernos o al estado en las políticas públicas, tomando en cuenta sus postulados?

Pues yo creo que el Estado somos cada uno de nosotros. Hacemos política cuando apoyamos a las madres, cuando las invitamos a casa con sus niños, cuando las escuchamos solidariamente ofreciéndoles compasión y presencia. Hacemos política también cuando las depredamos, cuando les decimos que deberían salir a bailar con nosotros, que esos niños la tienen muy encerradas en casa. Cuando insistimos en que deberían divertirse, dejarlos más a menudo, adelgazar, volver a ser las de antes. Hay muchas maneras de hacer política, todos los días, desde nuestros pequeños lugares personales. Y eso nos compete a las mujeres y a los hombres, tengamos o no hijos pequeños.

Se entusiasma y recalca que para empezar  hay  que  abandonar los prejuicios y dejar de lado  lo que damos por cierto. “Tenemos que  atrevernos a pensar en libertad -cada uno a su manera y con el compromiso emocional de buscarse en concordancia con las realidades internas- nos permitirá llegar a conclusiones, aciertos, propuestas y desafíos diferentes. Y así, tal vez, elevar el pensamiento a favor de los intercambios amorosos esperando mayor confort en las relaciones personales.





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