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Año XVI, 20 de abril de 2024


Escritorio

Causas y efectos

Columna de opinión por Argos Jeria
Domingo 8 de noviembre 2009 1:48 hrs.


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Cuando usted juega al billar va aprendiendo que la forma en que golpea la bola con el taco y el lugar donde la bola golpeada impacta sobre la segunda determinan lo que pasa con ambas, en particular en qué direcciones seguirán rodando. Causa y efecto. Las malas experiencias con el perro del vecino podrían inducir cautela con los animalitos y el continuo rechazo de la niña del departamento de abajo tal vez lo haga mirar en otras direcciones, salvo que otras experiencias le hayan mostrado que el que la sigue la consigue. Y esto de las causas y los efectos puede ser planeado, casual, o ambas cosas, como en el ejemplo del billar, donde normalmente usted intenta un resultado pero todo depende de lo correcto de su golpe inicial.   

Las cosas se ponen más complejas cuando el efecto es, a su vez, causa; la niña nota que usted ya no intenta conversarle y comienza a pensar que si los hombres abandonan a la primera dificultad, pues habrá que enviar alguna señal a ver como anda la cosa: una sonrisa, un saludo. O si usted reprende al perro que le ladra el dueño empieza a dejar la reja abierta, dificultando la llegada a su casa. Pero estas experiencias diarias, domésticas, se van acumulando en un complejo sistema de interacciones donde causas y efectos se van haciendo difusos, porque lo que ocurre hoy depende de lo que ocurrió ayer y lo de ayer de lo de antes de ayer, y así. Y probablemente la influencia de los hechos es más fuerte mientras más cerca estén, física o emocionalmente. Aquí tiene una jugada de billar, una carambola relacional: si la chica de sus sueños confía en sus amigos, conquiste a los amigos, quienes influirán sobre ella haciendo que se fije un poco más en sus cualidades ¿Recuerda el cuento del profesor sugestionable de Edmundo de Amicis? Los alumnos se confabulan para decir al profesor – de a uno – que lo notan decaído, hasta que el maestro termina por pensar que algo de razón tendrán y se siente enfermo de verdad, generando unas pequeñas vacaciones (el efecto buscado).  

Aunque tan complejas interacciones son difíciles de revelar en su totalidad para explicar la generación de sucesos y emociones en las relaciones humanas, hay algunas que son más nítidas, como la influencia de los padres en la vida de los hijos. Usted puede contribuir a generar un ambiente más o menos agradable a la pareja que forman sus hijos, provocando encuentros relajadas o situaciones tensas que influyen de manera periódica en la forma en que se relacionan. Si los padres generan tensión, el daño en la pareja es inevitable pues ellos forman parte importante de la historia de su hijo o hija, a quien le será normalmente muy difícil mantener relaciones malas o distantes con sus progenitores en forma permanente, volcando las posibles tensiones al interior de su propio hogar (imagínese la cantidad de encuentros anuales casi obligados: cumpleaños, navidades, año nuevo o aniversarios en mala onda). Lo mismo ocurre con las relaciones de trabajo o de estudio, pues aparecen acciones y reacciones que crean ambientes difíciles de revertir. Y así se generan percepciones, valores y actitudes que se van asentando con el tiempo.

Si consideramos que todos los que nos rodean son parte de nuestra historia y que nosotros somos parte de la historia de cada uno de ellos, la búsqueda del Bello Sino podría parecer una tarea enormemente compleja. Lo es, por supuesto, pero imprescindible y agradable. Buenas tardes.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.