Candidatos abren fuego cruzado en debate televisivo

A un mes de las elecciones, los cuatro abanderados sacaron la artillería pesada y durante las más de dos horas que duró el programa no dudaron en lanzarse golpes, solapados o directos, para debilitar a sus contrincantes. Variados fueron los temas que trataron, aunque aquellos que movilizan a las personas a protestar en las calles, ni siquiera fueron tocados.


A un mes de las elecciones, los cuatro abanderados sacaron la artillería pesada y durante las más de dos horas que duró el programa no dudaron en lanzarse golpes, solapados o directos, para debilitar a sus contrincantes. Variados fueron los temas que trataron, aunque aquellos que movilizan a las personas a protestar en las calles, ni siquiera fueron tocados.

A un mes de las elecciones, los cuatro abanderados sacaron la artillería pesada y durante las más de dos horas que duró el programa no dudaron en lanzarse golpes, solapados o directos, para debilitar a sus contrincantes. Variados fueron los temas que trataron, aunque aquellos que movilizan a las personas a protestar en las calles, ni siquiera fueron tocados.
 

Partieron tímidos, pero poco a poco se fueron soltando y, aunque se lo reprochaban mutuamente, los cuatro candidatos presidenciales terminaron el debate de Canal 13 “sacando todos los trapitos al sol”.

“Debatamos ideas y dejemos las agresiones”, repitieron más de una vez, pero acto seguido salían a la cancha con una que otra jugada estratégica planeada para golpear a sus contadores donde más les duele. Pequeños codazos en medio de la cancha que fueron dándose disimuladamente, en medio de alguna respuesta, y otras patadas a las canillas más evidentes que hicieron que hasta los conductores del programa se olvidaran del formato y los dejaran explayarse para ponerle más sabor.

Si bien partieron con el tema de moda, la “puerta giratoria”, donde cada uno pudo explicar su postura respecto de los problemas sociales: Jorge Arrate habló de terminar con las inequidades que producen la delincuencia; Marco Enríquez Ominami de la reproducción de estas situaciones en los hijos de los presos; Eduardo Frei de la necesidad de prevención y rehabilitación, y Sebastian Piñera de trancar la famosa puerta, todos coincidieron en la necesidad de más carabineros y recursos.
 
Pero pronto comenzarían a interpelarse directamente. “Yo no uso información privilegiada”, fue el primer guiño lanzado por Jorge Arrate, en clara alusión a Sebastián Piñera, cuando Marco Enríquez Ominami le preguntaba por su rol como ministro en el regreso de Pinochet a Chile.

Era el turno de hacerse preguntas cruzadas y Arrate puso en evidencia la falta de apoyo que tiene al candidato de la Coalición por el Cambio, desde RN y la UDI, en los temas considerados “valóricos”, como las parejas homosexuales – que ha sacado ronchas en la Alianza en los últimos días- la píldora del día después, el aborto y otros.

Pero fue Piñera el primero en sacar la artillería pesada y no dudó un minuto en encararle a Eduardo Frei los indultos concedidos en su gobierno, especialmente a un narcotraficante. “No me arrepiento”, fue la respuesta del abanderado de a Concertación, quien esgrimió la responsabilidad de los Jefes de Estado en estos asuntos. “Esa es la diferencia entre ser candidato y Presidente”, dijo. “Eso me parece grave”, espetó Piñera.

Ahora Frei le pregunta a MEO por su propuesta de abrir la venta de parte de las acciones de empresas estatales y de hacer una reforma tributaria en época de crisis. Y el candidato independiente no pierde tiempo en recordarle al abanderado oficialista que fue él quien privatizó las sanitarias y de encararle el rol que el actual ministro de Hacienda, Andrés Velasco, quien apoya la campaña de Frei, ha tenido en los conflictos sindicales y sociales del último gobierno, además de su idea de privatizar Codelco, lanzada en 1999. Pero el senador DC defiende “a brazo partido” la venta de las sanitarias, exponiendo que ha reportado beneficios económicos para el país, al tiempo que ha mejorado el sistema de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas servidas. 

Los conductores piden a cada candidato que nombre a Presidentes latinoamericanos que les gustan y que rechazan. Enríquez Ominami aprovecha la oportunidad y le encara a Piñera que haya traído a Chile como su “consultor internacional” a José María Aznar, el ex Presidente español responsable de  involucrar a su país en la guerra de Irak. “¿Va a traer a Bush a darle consejos?”, interpela, a lo que el candidato de la Alianza responde “¿Qué te pasa, por qué descalificas?”. Comienza una discusión y MEO saca una foto de campaña de la Alianza, acusándolo de ocultar las militancias. Frei sale al ruedo y acusa a Piñera de insultarlo, mientras le vuelve a enrostrar el uso de información privilegiada en las transacciones de la bolsa.

Vienen las preguntas del público y se calman los ánimos. Hasta que el diputado independiente habla de su propuesta de royalty a las hidroeléctricas y le recuerdan que Paul Fontaine, miembro de su comando y uno de los financistas de su campaña, tiene intereses en las termoeléctricas. “Está inhabilitado” para este tema, asegura MEO, “no como en los otros comandos”. Arrate reacciona: “¿Qué tienen que ver los demás comandos? No es correcto que tengamos asesores con intereses públicos”.

Haciendo uso del estilo reality que tantos réditos le ha reportado al canal, ahora los entrevistados deben hablar de sus defectos y qué les genera envidia de los otros. Lanzan hasta piropos para las esposas y a Frei se le colma la paciencia y decide no contestar la última pregunta. “Este es un desfile de vanidades. Hablémosle a los chilenos. En esta campaña no se discuten los temas”. Se alcanza a escuchar que le dice a los periodistas “pa’ la otra hagan un baile o mejor hacemos un malón”.

El público pregunta nuevamente y Arrate habla de educación y calidad docente, Frei del acceso de los discapacitados a las Isapres y AFP, Enríquez Ominami de la clase media y los métodos para medir la pobreza, y Piñera del impuesto a los libros. El representante de la Coalición por el Cambio propone subvencionar el acceso sólo a los libros buenos, que la gente elija, y Arrate le pregunta quién será “el gran hermano” que determine la calidad de las ediciones, afirmando que su idea atenta contra la libertad de creación. El candidato concertacionista entra al baile y lanza una ironía a Piñera: “El mercado resuelve”, mientras el independiente defiende la idea de quitar el gravamen a todos los productos culturales.

A estas alturas, a los periodistas que conducen el programa ya se les olvidó la cantidad de oportunidades para replicar que tenía cada cual y los dejan debatir libremente, preparado los ánimos para la ronda que viene. Parten con Eduardo Frei y le preguntan por qué no quiso ir a primarias con Marco Enríquez Ominami. “Yo no he excluido a nadie (…) No es mi responsabilidad (…) Es un mecanismo que definieron los partidos”, se defendió el representante de la Concertación.   

A MEO le recordaron que en años pasados dijo que aborrecía al Papa, que encontraba asquerosa la bandera chilena y que Bachelet era menos de lo mismo, a lo que respondió explicando su acercamiento a la chilenidad como exiliado, reconociendo los errores, pero aludiendo a Frei al decir que él no había puesto en duda la capacidad de gobernar de una mujer.
 
Le toca a Piñera y los periodistas le preguntan por la venta de acciones de Farmacias Ahumadas cuando salió a la luz la colusión, pero no así de LAN Cargo, empresa acusada del mismo delito. “Es doblemente grave” si se trata de salud, explica el candidato, y dice que fue “muy duro” con LAN en su momento. El fideicomiso ciego y la promesa de ventas de sus empresas, se ponen sobre el tapete y Frei le lanza: “negocios y política, política y negocios”.  A lo que el representante de la Coalición por el Cambio contesta: “Hay que separar la política de los negociados” y le recuerda a Frei el pago de coimas en la compra de aviones Mirage durante su gobierno. “Nunca he sido procesado”, dice el senador DC, y Piñera acusa: “Cuando Eduardo fue Presidente hubo muchos negociados”.

A Arrate, en tanto, le consultan sobre el destino de sus votos en segunda vuelta. “No he resuelto lo que voy a hacer”, indica, pero aclara que no irán a parar donde Piñera.

Más de dos horas han transcurrido y el cansancio se comienza a notar en los rostros y las voces de los postulantes a La Moneda. Antes que se acabe el debate alcanzan a hablar sobre asamblea constituyente, educación, reforma tributaria, transparencia en la administración pública y a reiterar algunas ideas fuerza de su campaña. 

Temas como la deuda histórica de los profesores, el reajuste al sector público, la crisis social y política que enfrenta La Araucanía, el matrimonio homosexual, la píldora del día después, Pascua Lama, el plomo en Arica, el financiamiento de las universidades estatales, los deudores habitacionales  y tantos otros que afectan a diario a miles de ciudadanos, no tienen cabida en esta discusión. A un mes de las elecciones, lo que importa ahora es doblarle las rodillas al rival más cercano.





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