La cesantía y las malas prácticas laborales se dan a todo nivel y en gran parte de las actividades productivas del país. Sin embargo, uno de los grupos más discriminados en este sentido son los jóvenes, que presentan un porcentaje de cesantía tres veces más alto. Esto se debería a que en Chile los jóvenes son tildados de flojos, irresponsables y mal presentados.
Hace algún tiempo que el problema sobre el mercado laboral juvenil salió a la palestra. Dentro de las bulladas medidas pro-empleo que lanzó el gobierno en medio de la crisis, se destacó el bono a la contratación juvenil como uno de los mecanismos más eficaces para incentivar el movimiento en este sentido. Sin embargo, las deficiencias continúan y la percepción sobre la precariedad que rodea los empleos de este grupo etario sigue siendo un fantasma dentro de la sociedad chilena.
Así lo corroboró el estudio “Jóvenes y trabajo: juicios y prejuicios” desarrollado por la ONG Geneta, que reveló que ocho de cada diez personas cree que en nuestro país no se respetan los derechos laborales de los y las jóvenes.
Dentro de las conclusiones que arrojó, se destaca el hecho de que un 68 por ciento de los encuestados opina que es necesario que los y las jóvenes se corten el pelo, no usen aros o muestren sus tatuajes para encontrar un trabajo.
Según Juan Carlos Cuevas, integrante de la entidad, que también estuvo a cargo de la campaña Más Respeto y de la red Contra los Abusos Laborales lo importante de este análisis es ver que la discriminación laboral es una mezcla de abuso de parte de los empleadores y una mala visión ciudadana.
“Este estudio marcará la pauta respecto de las normas sobre lo que la sociedad debiera entender en relación al problema de los derechos laborales de los jóvenes, que no tienen que ver sólo con deficiencias en el reglamento o de Código del Trabajo, sino que se entiende como un problema social”, indicó Cuevas.
En la misma línea, la asistente social y experta en derechos humanos, Fabiola Serna señaló que los medios de comunicación han influido negativamente en la visión que la sociedad tiene de los jóvenes.
“Si observamos la imagen que tienen en los medios de comunicación, es sumamente criminalizada. Esa persona que asociamos con el ‘flaite’, con el delincuente, es a quien no le estamos abriendo las puertas para que tenga trabajos de calidad y la educación no le sirve para la movilidad social. Él sabe que esta sociedad no tiene opciones para su vida y es muy probable que termine auto convenciéndose de que en este escenario (delictual) va a tener una estructura más significativa que el ambiente social deteriorado”, precisó la profesional.
El estudio indica además que un 61 por ciento de las personas percibe que los derechos laborales de los jóvenes son menos respetados que los de los adultos.
Y según los expertos, una de las causas de esta realidad podría estar en un aspecto poco estudiado sobre el empleo juvenil: los prejuicios.
Según el análisis, un 58 por ciento opina que “no se puede esperar que un joven tenga la mismo grado de responsabilidad que un adulto”, mientras que el 78 por ciento está de acuerdo con la afirmación “los jóvenes son flojos en el trabajo”, respuesta que dan tanto quienes trabajan como quienes no lo hacen, dando cuenta, más que de una constatación, de una generalización instalada.
Una realidad que ha vivido la presidenta de la organización Más Jóvenes, Paulina Muñoz, quien señala que los derechos laborales de los jóvenes dependen de la posibilidad de los empresarios de pasar sobre ellos.
“Esto se relaciona directamente con la posibilidad que tiene el empleador de pasar a llevar los derechos de los jóvenes, porque no exigen contrato, el salario mínimo o el pago de horas extras. Al tener la opción de vulnerarlos se vuelven empleables, porque en la medida en que reclamen, quieran sindicalizarse o exijan cosas, te sacan del mercado porque te trasformas en carga”, enfatizó Muñoz.
La idea es generar conciencia sobre los abusos y discriminaciones que sufren los y las jóvenes en el trabajo para promover cambios concretos en las políticas públicas y laborales y modificar situaciones como que seis de cada diez jóvenes de nuestro país no tengan un contrato laboral o que el 82 por ciento de las personas reconozca que los empresarios prefieren contratar a hombres que a mujeres en edad fértil.