En su nueva carrera por el sillón presidencial, Sebastián Piñera no sólo ha tenido que lidiar con su cuestionada dualidad entre  empresario y aspirante a Presidente, sino también con una coalición conservadora, que lo ha criticado por sus propuestas más progresistas. Sin embargo, ha liderado todas las encuestas  y va como candidato seguro a  la segunda vuelta.

Liderar una campaña presidencial no es un desafío nuevo para el candidato de la Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera, pues ya lo hizo en 2005 contra la actual Presidenta Michelle Bachelet. Por lo que esta nueva contienda es clave para el empresario.

Desde mayo de este año que su bloque se denomina Coalición por el Cambio, e incluye a Renovación Nacional (RN), la Unión Demócrata Independiente (UDI), Chile Primero y los movimientos Norte Grande y Humanista Cristiano.

Un “Chile Primero” que se formó con descolgados del Partido por la Democracia (PPD), pero que finalmente concretó una alianza con RN y la UDI, en un acuerdo liderado por Jorge Schaulsohn y  Fernando Flores.

En este  proceso, Piñera ha tenido que enfrentar diversos cuestionamientos ante su opción de llegar a La Moneda. Por ejemplo, en julio de este año, la ex ministra de Justicia de la dictadura, Mónica Madariaga, retrocedió a Piñera a 1982. En ese período, el candidato de la Coalición por el Cambio,  fue procesado por el juez Luis Correa Bulo por la quiebra del Banco de Talca, donde era gerente.  En una entrevista a un canal de televisión regional, Madariaga admitió que gestionó la libertad de Piñera. La respuesta del aludido se sostuvo en la estrategia de una pelea “sucia” por parte de sus contrincantes por lograr más votos.

“Estamos frente a una campaña sucia que con total desprecio por la verdad y por la moral, no descarta ningún instrumento en su afán de intentar enlodar la honra de sus adversarios y con el objetivo de aferrarse por cualquier medio al poder”, señaló.

En septiembre se realizó el primer debate presidencial que marcó un nuevo desencuentro con el candidato de la Concertación, Eduardo Frei Ruiz Tagle. En la ocasión, Frei cuestionó actuaciones del pasado de Piñera, dando a conocer que el empresario había sido citado en el capítulo chileno del Informe de Transparencia Internacional por uso de información privilegiada, a lo que el candidato respondió alegando inocencia e irresponsabilidad de parte del presidenciable de la Concertación.

"Le quiero decir al senador Frei que no puede ser tan irresponsable y faltar a la verdad como lo acaba de hacer, nunca he usado información privilegiada y nunca nadie me lo ha imputado”, contestó Piñera.

El informe presenta este hecho como un “incidente que significó un posible uso indebido de información privilegiada” en la compra de acciones de la Línea Área Nacional (LAN), en 2006.

El abanderado de la Alianza por Chile está involucrado en este caso por la compra de tres millones de acciones un día antes que se conocieran los estados financieros positivos de esta aerolínea, controlada en ese momento por Piñera y la familia Cueto.

Un texto que fue cuestionado después por una comisión asesora designada por Chile Transparente, pero que significó un golpe bajo para Piñera, difícil de olvidar en medio del constante llamado a aclarar su desempeño como empresario y  su aspiración ser la máxima autoridad de gobierno.

Su relación, principalmente con LAN y Chilevisión, ha sido un peso en su discurso. El conflicto de intereses en juego lo llamó a utilizar la figura del fideicomiso ciego voluntario.

El coordinador de su campaña, Rodrigo Hinzpeter, ha salido en su defensa reiterada veces, sobre todo aludiendo a la campaña sucia que estaría desarrollando la Concertación y su candidato.

“Nos encontramos frente a una versión injustificable, inconcebible de campaña sucia. El comando de Eduardo Frei y su propio candidato, han cometido un acto de cobardía inaceptable en una campaña electoral”, denunció Hinzpeter.

El presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma, también ha intentando mantener ese respaldo, afirmando que las diferencias políticas no justifican la descalificación.

“Uno puede tener discrepancias, uno puede tener diferencias, pero lo que uno no puede, creo yo, es usar la descalificación como arma política”, sostuvo Coloma.

Un respaldo concreto que se dio después de la proclamación de Piñera como candidato presidencial de la UDI en agosto pasado y que, como un elástico, ha tenido momentos de menor y mayor tensión. En este último caso, principalmente por diferencias en temas valóricos, como el enfrentamiento que tuvo con el diputado de la UDI, José Antonio Kast, por las uniones civiles.

“Lo que me interesa es que Sebastián Piñera se pronuncie claramente respecto a que no va a impulsar una legislación de este tipo que genera un matrimonio homosexual encubierto, durante su gobierno. Eso es algo que yo rechazo, si él no manifiesta claramente su intención en ese sentido, eso generaría en mí el distanciamiento activo de la campaña”, afirmó Kast.

Divisiones que no se superan, sino que, por el contrario, se suman, en general, en esta campaña, como el compromiso que estableció con ex militares sobre el derecho a un debido proceso que causó suspicacias o  la crítica de su propio hermano José Piñera, a través de Twitter, quien tildó de “populista” la propuesta de entregar un bono de 40 mil pesos por cada carga familiar en  marzo. Una sumatoria que sacará raya para la suma el día de las elecciones.