La política exterior de Chile para los próximos cuatro años no tendrá grandes cambios según quién resulte elegido este domingo. Los especialistas coinciden que más que cuestiones de fondo, las diferencias estarán más bien en las características que adquiere la lengua que hablamos quienes habitamos este maravilloso continente latinoamericano.
Cuando este lunes ya esté despejado quién gobernará en el año del Bicentenario, no sólo sabremos qué proyecto se impuso para llevar las riendas de los 16 millones de chilenos durante los próximos cuatro años, sino que además de qué manera nuestro país se relacionará con el resto de la comunidad internacional.
Tanto Eduardo Frei como Sebastián Piñera encuentran a un Chile completamente inserto en el sistema internacional, que acaba incluso de ser integrado a uno de los clubes más exclusivos, como lo es la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE). ¡Quién lo hubiera pensado! Hace exactamente 20 años, Chile salía de una dictadura de 17 años, que lo mantuvo aislado, sin lazos con el exterior y con una economía deprimida pero marcadamente liberal.
Pasados 20 años, la tendencia mundializadora se profundizó y Chile es un ejemplo de una inserción exterior exitosa. ¿Cambiará este énfasis dependiendo de quién gane el domingo? Definitivamente, no. Ambos candidatos tienen un proyecto de sociedad muy similar, pero se les imponen importantes desafíos, que enfrentarán de manera distinta, como es la prioridad en nuestras relaciones internacionales. Eduardo Frei seguiría el camino que él mismo inició de relación preferente con el Asia-Pacífico y que fue considerado como “uno de los ejes del gobierno de la Presidenta Bachellet. Primero, está China que es un comprador fundamental de nuestros recursos naturales, por lo que nos debiera extrañar que una de las primeras giras fuera a esas”, explica el investigador del departamento de Ciencia Política del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Guillermo Holzmann.
Pero en el fondo, en los programas de política exterior entre uno y otro candidato no habría grandes diferencias, sino más bien, ´”cuestiones de énfasis que estarían dadas por las afinidades y confianzas que cada uno tenga con determinados presidentes”, plantea la académica del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Paz Millet.
Para el periodista especializado en temas internacionales y director de la edición chilena de Le Monde Diplomatique, Víctor Hugo de la Fuente, “la política exterior sí manifiesta de manera clara las diferencias entre uno y otro candidato. Frei profundizaría lo obrado por el gobierno de Michelle Bachellet con un énfasis en las relaciones con el resto de América Latina, y en cambio, Sebastián Piñera, se relacionaría con los sectores más reaccionarios de la región, como el Presidente Uribe”.
Las relaciones con nuestros vecinos inmediatos son importantes y las tensiones vividas en el 2009 con el Perú, debieran distender. “Hay un evidente desgaste de las relaciones bilaterales por la cuestión marítima y la cuestión del espionaje por lo que el próximo Presidente debe enfrentar la necesidad de reconstruir canales de confianza mutua – explica Paz Millet-. En el caso de Piñera, sufrirá la presión de Alan García quien querrá acercarse a él debido a que enfrenta en el 2011 elecciones en Perú, sin embargo, hay otros candidatos mucho más afines a los sectores de derecha que solicitarán su apoyo”.
En lo interno, quien resulte electo deberá enfrentar la cada vez más insistente demanda de los funcionarios de carrera del servicio exterior chileno para disminuir de manera drástica ese tercio de designaciones políticas que se imponen en embajadas como la de Argentina, España, Portugal y Francia. Otro tema conflictivo y no menos sensible que de seguro tendrán que plantearse quien resulte elegido, es el tamaño de las embajadas dependiendo de los objetivos para cada país.
En el caso de Bolivia, el próximo Presidente chileno enfrentará a un Evo Morales recién electo por una holgada mayoría que lo presionará más que nunca para ver los resultados de su estrategia con Chile. “Respecto de Bolivia hay dos temas- explica la académica del centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile-. Por un lado, esperar y ver qué va a hacer el nuevo Presidente respecto de si mantiene o no la agenda sin exclusiones llevada adelante por Michellet Bachellet. Y por otro, al interior de Bolivia, Evo Morales tendrá presiones internas enormes respecto de la cuestión marítima para que muestre los resultados que ha prometido”, y que no es otra que una salida soberana al mar.
A quien sí le importará mucho quién sea el próximo Presidente de Chile es a José Miguel Insulza, el secretario general de la OEA, para quien el apoyo chileno es crucial para sus pretensiones de repostularse. Frente a la crisis hondureña quedó demostrada la ineficiencia de de este órgano regional y, con ello, el rol que el mismo Insulza jugó. Pero para Chile, la OEA es importante porque vincula a toda América desde Canadá hasta Tierra del Fuego, pasando por el Caribe, y cumple un rol fundamental para concretar los objetivos nacionales de profundizar y potenciar su inserción regional y que lo haga un chileno, sería mejor ya que le tocaría la tarea de encabezar el proceso de reformulación de este organismo que ya ha avanzado bastante bajo su secretariado.
Respecto de UNASUR, cuya presidencia pro témpore la asumió la Presidenta Bachellet desde su nacimiento y ahora está en manos del presidente de Ecuador, Rafael Correa, es un órgano subregional de creciente importancia, cuando su creación se asocia a la necesidad de que los países de América del sur, tengan la posibilidad de discutir los problemas que les afectan, que van desde la debilidad democrática hasta problemas de desarrollo. Así, han tenido especial preponderancia los acuerdos asociados a él, vinculados a eficiencia energética, minería o temas sanitarios. Pero UNASUR que nació para coordinar la acción en materias de políticas públicas en los países de la región, contiene un consejo de defensa que vincula a las cancillerías y ministerios de Defensa en términos de establecer equilibrios estratégicos desde el punto de vista gubernamental respecto al uso de los recursos militares, es decir, es la división política que establece equilibrios y transparencia en el uso de recursos militares. Una instancia de diálogo muy sensible y donde tanto los Presidentes de Perú Alan García, y de Ecuador, han expresado sus aprehensiones respecto de las compras armamentistas chilenas.
Pero así como es importante en este eje globalizador de la política exterior chilena el rol que debiera jugar nuestro país en una OEA o un UNASUR, con mayor razón lo es para las grandes ligas. Pocos recuerdan que Chile suscribió un acuerdo de seguridad internacional para participar en misiones de paz durante la administración de Ricardo Lagos. El rol que jugó y seguimos jugando en Haití, tiene vigencia para otras naciones y el próximo Presidente debiera enfrentar, eventualmente, decisiones tan trascendentales, como el envío de tropas chilenas, por ejemplo, a Afganistán.
Sebastián Piñera ya ha dicho que tendrá una mirada preferencial hacia Estados Unidos, lo que se adecuaría a esta creciente posición que se requiere en Naciones Unidas. Frei profundizaría los lazos con Asia –Pacífico y su posición en Latinoamérica. Ambas líneas que han sido parte de la política exterior chilena desde los años 90.
Lo que está claro, es que en materia internacional, entonces, las diferencias sólo serán una cuestión de acentos.