Expertos y representantes políticos opinan que el cambio no será radical, sí afirman que la composición real de la sociedad chilena se verá reflejada en las urnas y que los candidatos y partidos políticos tendrán el gran desafío de convencer al electorado de ir a la cámara secreta a votar por ellos.
Las próximas elecciones en nuestro país serán en 2012, para elegir alcaldes y concejales. Y en 2013 habrá que elegir un nuevo Presidente, pero ahí el escenario habrá cambiado y los chilenos seguramente irán de forma voluntaria a las urnas a escoger a sus representantes políticos.
Si bien la discusión para muchos puede ser algo apresurada, lo cierto es que expertos y personeros con cargos políticos de elección popular no ven en este sistema una gran revolución.
El experto electoral de la Concertación, electo diputado, Pepe Auth, asegura que se mantendrán medianamente los mismos porcentajes de participación ciudadana que hoy hay en las urnas, aunque advierte que es un “libro abierto”.
Por ejemplo, dice que las encuestas previas a las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias muestran una tendencia al aumento de ciudadanos con interés en sufragar.
Lo que sí descarta de plano es que se produzca una elitización del electorado, vale decir, que algunos sectores sociales dejen de votar en desmedro de otros o que la clase política se haga única acreedora de la soberanía popular.
Para Pepe Auth la realidad será otra y dependerá de los candidatos y de los gobiernos motivar a la ciudadanía para que acuda a sufragar por su propia cuenta.
“Le plantea un desafío a los candidatos y a los partidos, porque traslada el ‘peso de la prueba’, como dicen los abogados, desde los electores hacia los candidatos. Es decir, estos deberán emitir mensajes suficientemente atractivos y entusiastas como para que el elector decida concurrir a votar, le encuentre un sentido a votar. Son los partidos y los candidatos que han de hacer un esfuerzo activo por vincularse a la ciudadanía que hoy les reclama su distancia”, aseguró Auth.
Según el planteamiento del PPD, habrá una transformación del padrón electoral importante. Si hoy los jóvenes entre 18 y 25 años representan el 20 por ciento de la población total del país, en el padrón electoral, ni siquiera alcanzan el 10 por ciento.
Con el voto voluntario, Pepe Auth señala que cada grupo etario tenderá a reflejar su representatividad real.
En tanto, el decano de Ciencias Políticas de la Universidad Central, Patricio Gajardo, indica que no hay pruebas empíricas que muestren una baja importante en la cantidad de electores, menos que exista una estratificación del padrón.
Contrario a lo que piensa Auth, Gajardo asegura que habrá mucho interés en el universo voluntario cuando se trate de elegir a las autoridades municipales y al Presidente de la República. A todas luces, para el experto, la implementación de la inscripción automática y voto voluntario será un cambio positivo.
“Con el tipo de elección, el tipo de candidato, probablemente esto va a exigir un nivel de participación mayor en la designación de los candidatos a través de primarias. Va a ser muy difícil que se opte por un mecanismo distinto en que la participación ciudadana no esté presente, por lo tanto, el voto voluntario va a tender a apoyar y profundizar la democratización de la sociedad”, afirmó Gajardo.
Sin embargo, el presidente de la UDI, senador Juan Antonio Coloma, no piensa lo mismo, pues señala que el voto voluntario no significará un mayor cambio en la cantidad de electores y también afirma que no es la mejor solución a los problemas de participación.
“Aquí no es claro a quién beneficia, creo que es un cambio de sistema que pudo haber sido mucho mejor, pero ya está hecho y nosotros como demócratas tenemos que respetarlo, y no creo que tenga que ver con beneficiar un sector versus otro. Me preocupa que algunos piensen que esa es la fórmula de resolver todos los problemas de participación y con eso yo tengo una discrepancia muy profunda”, sostuvo Coloma.
En Europa y Estados Unidos el voto voluntario está instaurado hace muchos años con diversos grados de éxito, sin una gran baja en la participación, y con menos diferencias entre clases debido a que hay menos desigualdad social que en Chile.
Mientras, en países vecinos como Ecuador o Perú, la discusión es similar a la que se da en nuestro país, pero con la salvedad de que tanto allá como acá la desigualdad socioeconómica persiste.
Lo cierto es que, como siempre, la última palabra la tendrá el electorado, la diferencia está en que primero tendrá que decidir si va o no a votar.