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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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La gran paradoja

Columna de opinión por Argos Jeria
Lunes 25 de enero 2010 11:22 hrs.


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Cuando la asignación de recursos del país se orienta más por el poder adquisitivo de cada uno que por el presupuesto nacional que se nutre de los impuestos, el aparato productivo y de servicios se pone al servicio de los más ricos. El ochenta por ciento de los chilenos experimenta los frutos más amargos de las políticas sectoriales donde los votos monetarios han pasado a decidir qué, cómo y para quien producir. Es lo que ocurre en salud, donde los buenos hospitales, clínicas y profesionales de la salud están mayoritariamente al servicio de quienes tienen los planes más costosos con las organizaciones privadas; lo mismo ocurre en la educación, en la previsión para la vejez y en la movilidad de las personas.

Como fruto de las visiones económicas instaladas hace más de treinta años, mantenidas y profundizadas en el tiempo, la gran mayoría de la población del país sufre a diario continuas frustraciones: por las larguísimas esperas en los hospitales, por los resultados en la educación pública, por el hacinamiento en el metro y por las pensiones misérrimas. Pero una cosa es percibir los efectos y otra interpretar sus causas. Así, la mayor parte de las personas asocia las políticas concretas – producto de esas visiones – con los sucesivos gobiernos de la concertación que han sido los responsables del país desde hace veinte años. Es decir, gobiernos que se identifican con la centro izquierda en las palabras y en la composición política del conglomerado de partidos que lo sustenta, han aplicado políticas de derecha cuyos resultados concretos son criticados por buena parte de la población. Como la crítica a los desastres en educación, salud, transporte y previsión ha sido liderada – aunque sólo de manera genérica – por la derecha política, ha sido este sector el que ha cosechado el descontento. La paradoja tiene una fuente adicional: el conglomerado gobernante no podía denunciar tal aprovechamiento demagógico de los errores cometidos; ¿se imagina el discurso? “nuestros errores son fruto de haber aplicado políticas de derecha, así es que vote por nosotros, no por ellos”. Notable.

No debe extrañar, por lo tanto, el desbarajuste al interior de la coalición gobernante. Por una parte, hay quienes ya se han acostumbrado a las concesiones viales, a la desregulación, a la idea del cobre privado, a la inestabilidad laboral, al autofinanciamiento del transporte público, a los votos monetarios; para ellos no hay errores. Por otra, hay quienes creen haber hecho lo mejor que se podía y no parecen tener muy claro tales errores. No nos sorprendamos si los primeros aparecen oportunamente en ministerios y secretarías a partir de marzo. Ojalá que los otros, todos los otros, ordenen la cabeza y se pongan a buscar el Bello Sino.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.