Aunque la Agencia Europea de Medicinas alertó sobre los efectos secundarios de la sibutramina y existe un proceso pendiente para prohibir el medicamento en la Unión Europea, especialistas chilenos descartan restringir su uso en el país.

En verano la lucha contra los kilos se instala principalmente en mujeres y adolecentes, quienes muchas veces recurren a distintos métodos para perder peso a como dé lugar, sin medir las consecuencias. Uno de ellos es la sibutramina, un principio activo muy poderoso en el tratamiento contra la obesidad, que modifica el metabolismo inhibiendo la sensación de apetito.

Sin embargo, su uso se asocia a efectos secundarios como anorexia nerviosa, arritmias, insuficiencia cardíaca o el llamado ‘efecto rebote’, que implica recuperar los kilos perdidos e incluso generar más sobrepeso cuando se deja de tomar. 

Hace pocos días la Agencia Europea de Medicinas (EMEA), dio la primera voz de alerta sobre los efectos colaterales de la sibutramina y aconsejó a los médicos no prescribir el fármaco. De hecho, existe un proceso pendiente en manos de un tribunal de la Unión Europea que podría incluso prohibir la venta de la sibutramina en el viejo continente.

En nuestro país, el Instituto de Salud Pública (ISP) decidió modificar las advertencias que aparecen en los medicamentos que contienen la sustancia, para dejar en claro las contraindicaciones que se pueden presentar con la ingesta del fármaco y se está estudiando una posible suspensión del mismo.

Jaime García, médico especialista y presidente del Capítulo Chileno de la Alianza Global contra la Obesidad, declaró que “con experiencia clínica y evidencia científica disponible, creemos que no se justifica la suspensión en el uso de sibutramina. Es un medicamento útil y seguro en el manejo de la obesidad, en la medida que su uso se realiza en un paciente adecuado y bajo la supervisión médica especializada”.

De todas formas, el médica recalcó que “la utilización de un medicamento por sí solo no es suficiente para obtener un estado nutricional saludable y sustentable en el tiempo, se requieren cambios que pasan por la persona en todas su problemática, incluyendo hábitos, su situación familiar, laboral y muchos otros”, señaló García.

En tanto, la directora de la Asociación Chilena de Nutrición Clínica, doctora Mónica Manrique, estimó que si bien el uso de la sibutramina bajo estricta supervisión médica es seguro, los doctores deben informar en caso que la evidencia científica descubra problemas con el fármaco.

“Los protocolos de uso están bastante claros, todo nosotros los conocemos y es por eso que nosotros hacemos este llamado  a que los pacientes que están usando sibutramina y están en un tratamiento médico no tienen que suspenderlo. Nosotros vamos a estar alerta, siempre puede existir la posibilidad que en un futuro, haya alguna alteración y los médicos en cada uno de los países toman las resoluciones respectivas. Nosotros somos bastante responsables de dar la alerta cuando corresponda y nos parece que este no es el caso”, aseguró Manrique.

Al respecto, el químico farmacéutico de la Universidad de Chile, Iván Saavedra, indicó que existe un vasto seguimiento en torno a la sibutramina y hasta ahora no ha arrojado problemas, por lo que sería difícil que a futuro se deba prohibir su uso.

El doctor Saavedra advirtió que el problema principal es la automedicación irresponsable vinculada a la excesiva preocupación por la estética, además de una falta de regulación de los medicamentos en el mercado.

“Es un medicamento de estricto control médico que se vende bajo la vigilancia médica y con receta retenida controlada por la autoridad sanitaria. El medicamento va a ser siempre peligroso dependiendo de la dosis y del mal uso que se le dé. Lamentablemente en Chile no hay  cultura del medicamento, es uno de los países que más se automedica, además el que controla más el uso de medicamentos es el ministerio de Economía no de Salud”, afirmó Saavedra.

En nuestro país, la sibutramina se comercializa solo bajo receta retenida. Sin embargo, resulta bastante asequible por vías clandestinas, entre ellas Internet.

El principal llamado de la comunidad médica, entonces, es a la responsabilidad tanto del especialista tratante como del paciente, a no caer en la automedicación y a que las autoridades vigoricen la regulación de los medicamentos potencialmente peligrosos para la salud de la población.