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Año XVI, 29 de marzo de 2024


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Obediencia debida

Columna de opinión por Argos Jeria
Lunes 12 de abril 2010 12:00 hrs.


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En su película Amén, Costa Gavras muestra la indolencia de la jerarquía de la Iglesia Católica cuando empieza a llegar información acerca del asesinato masivo de judíos organizado por el gobierno nazi en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien es difícil entender y seguir las decisiones políticas de una institución tan absolutamente vertical en su organización – y en su acción – y tan inserta en la vida cotidiana de los pueblos, justamente por esto es necesario intentarlo. Por una parte, hay tantas personas que adscriben a esa fe y tan pocas las que siguen los mandamientos fundacionales; por otra, las cabezas visibles de la institución muchas veces señalan rumbos que parecen opuestos a esos fundamentos.

Cuando el actual Papa era el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (heredera de la Inquisición) como Cardenal Ratzinger, escribió en el año 2000 un documento en el que reafirmaba a la católica como la única religión verdadera y a su dios como el único camino de salvación. Considerado por muchos como un ataque directo al ecumenismo y a la tolerancia, el documento fue, sin embargo, ratificado por Juan Pablo II y distribuido como guía a los católicos en todos los rincones de la tierra. Hace poco el Papa se pronunció acerca de la inconveniencia de aplicar la medicina para prolongar la vida: “aún la ciencia médica actual busca, si no es excluirla, por lo menos atrasar la muerte siempre más”; … “la humanidad envejecería en modo extraordinario y la juventud ya no tendría más lugar”, dijo. Sorprendentemente, tales pronunciamientos no han recibido la atención que merecen ¿Es un llamado a que los católicos de la tercera edad no tomen sus remedios, no se operen o ni siquiera vayan al médico?

En una crónica anterior cité un cuento de Philip Roth donde un chico judío pone en jaque al rabino con una pregunta difícil, por lo cual es castigado; mi identificación con el muchacho fue inmediata al recordar a esa catequista quien, hace cincuenta años atrás, no me permitió explicar el concepto por el cual me preguntaba pues esperaba la repetición literal que aparecía en el librito que nos habían repartido. Entonces no conocía la palabra “dogmático” ni eso de la verticalidad del mando y la obediencia debida.

No me extraña entonces que sobre estas bases se hayan ido asentando diversos grupos al interior de la Iglesia que buscan controlar colegios, universidades o centros profesionales. Lo que si me extraña es lo poco que de estas agrupaciones se conoce, salvo algunas que han sido objeto particular de estudio debido a prácticas de sus jerarquías – o de sus miembros – que han trascendido y que causan rechazo a la población. Quienes buscamos el Bello Sino debemos estar atentos a estas organizaciones verticales con apariencia de hermandades de las cuales poco se sabe. Recuerde que el poder requiere del control de los individuos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.