La Asociación de Teólogos y Teólogas “Juan Pablo XXIII” pidió la dimisión del Papa Benedicto XVI porque no estaría en condiciones “de responder adecuadamente” a las graves denuncias de pedofilia en la Iglesia Católica a nivel mundial, en momentos que en Estados Unidos se interpuso una demanda judicial contra el Sumo Pontífice por “encubrir” casos de abuso sexual cometido por sacerdotes y en el Reino Unido quieren aplicarle al jefe del Vaticano cargos por “crímenes de lesa humanidad”.
Todo ello, mientras aumentan en varios puntos del planeta los procesos, dimisiones y casos de crímenes sexuales cometidos por curas católicos en lo que ya se ha definido como “una debacle” que tiene al Vaticano encarando una severa crisis institucional y ética que no cesa. Chile, por cierto, continúa siendo uno de los países con este tipo de situaciones, ahora en investigación el jerarca de la Parroquia de El Bosque.
Las situaciones son variadas y van tomando tono de gris a oscuro.
En la Corte Federal de Los Ángeles, en Estados Unidos, se presentó una demanda judicial contra el Cardenal mexicano, Norberto Rivera, por “presunto encubrimiento” del sacerdote pederasta, Nicolás Aguilar Rivera. A pesar de que el trámite se hizo en territorio estadounidense, el presidente de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes (SNAP, sigla en inglés), Eric Barragán, dijo que tiene validez por la aplicación de la ley de reclamación por agravios contra extranjeros. Y los denunciantes esperan que a partir de ello, la Justicia mexicana tome cartas en el asunto. Barragán indicó que “al Cardenal se le va a llamar a declarar y se le va a juzgar”.
El caso –en que también está demandado el sacerdote Roger Mahony, de Tehuacán, Puebla- tiene que ver con una víctima del cura Aguilar, que fue violada cuando tenía 12 años y que hoy reclama sanción penal contra su agresor. Joaquín Aguilar, a la cabeza de SNAP en México, declaró: “No descansaré hasta ver caer al Cardenal (Norberto Rivera). Queremos ver al encubridor en la cárcel”. Y de paso pidió a la Iglesia mexicana terminar con “la política de solapamiento de los clérigos que han abusado sexualmente de menores”. En México habría unos 65 sacerdotes denunciados por crímenes sexuales.
En tanto se ha potenciado la lista de sacerdotes renunciados por casos de pedofilia y abuso sexual contra menores de edad, prácticamente todos acogiéndose al Artículo 401/2 del Código de Derecho Canónico, que asegura dimisión por enfermedad o situaciones de suma gravedad.
El Obispo de Brujas, Bélgica, Roger Vangheluwe, confesó que “cuando todavía era un simple sacerdote y durante un tiempo tras ser nombrado Obispo, abusé sexualmente de un joven que formaba parte de mi entorno”. Dijo que “la víctima sigue marcada por los hechos y le he reconocido mi culpa. Yo no estoy en paz”. Presentó su renuncia y el Papa se la aceptó. Otro Obispo, James Moriarty, en Irlanda, dimitió por encubrir casos de abuso sexual realizados por prelados de Dublin. Ya había renunciado por razones similares el sacerdote John Magge, quien fue secretario privado del fallecido Papa Juan Pablo II. En Limerick, territorio irlandés, renunció el Obispo Donald Brendan, por el encubrimiento de casos de pedofilia protagonizados por curas.
Después de negar los sucesos y engañar a la opinión pública de su país, tuvo que renunciar el Obispo de Augsburgo y del Ejército Federal de Alemania, Walter Mixa, acusado por ex alumnos del colegio-internado, Schrobenhausen, de Alta Baviera, de maltrato físico, palizas brutales y agresiones a jóvenes. El Arzobispo de Miami, Estados Unidos, John Favalova, tuvo que dimitir a su sagrada investidura, al revelarse su papel de protector y encubridor de 49 sacerdotes de su diócesis, acusados de pederastia.
Vuelven a emplazar a Benedicto XVI.
En medio de toda esta tormenta –que algunos pensaron era mediática y pasaría en un corto plazo- continuaron los reproches y las acusaciones contra el Papa Benedicto XVI.
El estadounidense Jeff Anderson, abogado de víctimas de abuso sexual por parte de miembros de la Iglesia Católica, presentó una demanda contra el jefe del Vaticano y contra los Cardenales Ángelo Sodano y Tarcisio Bertone, por considerarlos encubridores de hechos de pedofilia cometidos por curas. Presentó la acusación judicial en un Tribunal de Milwaukee en Wisconsin, Estados Unidos, por un caso de abuso sexual cometido por el sacerdote Lawrence Murphy. Anderson manifestó que los tres prelados “representan la cumbre de una pirámide que exigía el secreto” dentro de la Iglesia frente a los crímenes sexuales. Agregó que “este Papa y sus predecesores, siempre han mantenido el secreto” ante las situaciones de pedofilia.
Paralelamente en el Reino Unido, el científico inglés, Richard Dawkins, y el periodista de la misma nacionalidad, Christopher Hilchens, acusaron al Sumo Pontífice de cometer “crimen de lesa humanidad”, al anteponer “la reputación de la Iglesia al bienestar de los niños” que fueron abusados sexualmente por sacerdotes. Hitchens indicó que “la ocultación institucionalizada de violaciones de niños, es un crimen en todas las legislaciones” del mundo.
Además, la Asociación de Teólogos y Teólogas “Juan XXIII”, que agrupa a medio centenar de pensadores cristianos, hizo público un documento donde se señala la solicitud al Papa Benedicto XVI de pedir perdón “por el encubrimiento y complicidad del Vaticano, así como de no pocos episcopados, en los casos de abusos sexuales en los que están implicados obispos, sacerdotes y religiosos”. El texto plantea que “nos parece que el pontificado de Benedicto XVI está agotado y que el Papa no tiene la edad ni la mentalidad para responder adecuadamente a los graves y urgentes problemas que hoy tiene que enfrentar la Iglesia Católica”. En tono decidido, en el documento se manifiesta: “Pedimos, con el debido respeto, a la persona del Papa, que presente la dimisión de su cargo”. Por cierto, abordando un tema que resurgió con toda esta andanada de casos de pedofilia y crímenes sexuales, el texto de la sociedad de teólogos y teólogas señala “necesaria la supresión del celibato obligatorio para los sacerdotes, medida disciplinar represiva de la sexualidad, que carece de todo fundamento bíblico, teológico e histórico y que no responde a exigencia pastoral alguna”.