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Sismólogos insisten que terremoto de grandes magnitudes podría ocurrir entre Arica y Antofagasta

Expertos chilenos y franceses advirtieron que en el norte del país se acumula energía sísmica que no ha sido liberada desde 1917, por lo que se espera un importante movimiento telúrico. Las condiciones naturales de Chile para el estudio de estos fenómenos lograron consolidar una alianza entre Francia y Chile luego del terremoto del 27 de febrero y que ya saca a la luz sus primeras conclusiones y predicciones.

Catalina Gaete

  Viernes 14 de mayo 2010 18:39 hrs. 
Radio-Uchile

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El reciente sismo del 27 de febrero, ya denominado “Terremoto del Maule”, es el movimiento mejor documentado y registrado por los estudios sismológicos, ya que desde su inicio se articuló una estructura internacional que desplegó instrumentos de estudio alrededor del orbe. Incluso, desde el espacio una amplia constelación de satélites obtuvo la ubicación precisa, “al milímetro”, del punto de contacto.

Francia es uno de los países que lidera la intervención científica sismológica en Chile, ya que desde principios del siglo XX, específicamente desde 1906 con el terremoto de Valparaíso, ha existido una estrecha colaboración. Esta larga historia de trabajo en conjunto hoy se consolida en un laboratorio internacional asociado que ha estudiado intensamente los terremotos de Chile, en especial el que recientemente azotó nuestro territorio.

Jean-Pierre Vilotte, director del Instituto de Física del Globo de la Escuela Superior de París, señaló, en el marco de la conferencia “Los desafíos de la Sismología en Chile” organizada por el programa Explora de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnología (Conicyt) y el Instituto Chileno Francés, que hace más de 15 años miden la zona centro sur de Chile,  con lo que han logrado elaborar un “mapa sísmico” de nuestro país.

Vilotte declaró que el Terremoto del Maule “era un sismo que se esperaba, pues corresponde a una zona de deformación muy activa y había un déficit sismológico”. La emisión energética durante el 27 de febrero “fue muy fuerte, con dos a tres zonas de emisión. Por lo que, quizás, 8.8 es una cifra inferior a lo que realmente ocurrió”.

Los especialistas insisten en sus vaticinios ante un eventual movimiento sísmico de grandes magnitudes en el norte del país. Jean-Pierre Vilotte los confirma, categorizando el tramo desde Arica hasta Antofagasta como una zona de riesgo. Desde 1917 no se registra una ruptura.

Pero los recuerdos y estragos del terremoto de Tocopilla en 2007 están latentes. Este sismo fue ampliamente estudiado por la red francesa y chilena de sismología, la que concluyó que la ruptura generada en ese entonces fue de gran profundidad y abarcó sólo una parte de la llamada “zona de riesgo”. En tanto, la laguna sísmica que hoy registran es superficial y en un sector que efectivamente no se ha movido desde 1917.

Este eventual terremoto en el norte sigue siendo para los especialistas una interrogante. El norte de nuestro país “actualmente tiene actividad sísmica y altos riesgos, pero puede romper como ocurrió en la zona del Maule o comportarse como ha ocurrido en Ecuador y Colombia, con una sucesión de terremotos más pequeños”, declara Vilotte, confirmando que la historia sísmica del planeta es variable y difícil de precisar.

Ante cualquier eventualidad, ambos especialistas coinciden en que la realidad natural de Chile nos obliga a estar preparados y principalmente, a fomentar las iniciativas que busquen estudiarla.

Chile: un laboratorio natural para el estudio de terremotos

Más del 40 por ciento de la actividad sísmica del planeta ha sido liberada en territorio nacional, lo que posiciona a Chile como una región única en materia sismológica. La unidad espacio-tiempo en que ocurren estos fenómenos, sus grandes magnitudes y los diversos focos sísmicos lo convierten en “un laboratorio natural para el estudio de terremotos”.

El primer movimiento telúrico de gran magnitud del que se tiene registro en Chile es en 1570, reportado por los colonizadores españoles en la zona de Valdivia. Desde ese entonces, son más de 45 los terremotos que se han registrado en esta zona del planeta.

Jaime Campos, sismólogo de la Universidad de Chile, explicó en la conferencia que los terremotos son sólo un eslabón en la cadena de auto-organización de la tierra. En su interior, el planeta alberga calor que debe ser disipado y mediante estructuras naturales, como los terremotos y volcanes, esta energía está en constante movimiento. Lo que caracteriza a Chile es su ubicación sobre una zona de convergencia activa, donde la placas de Nazca y Sudamericana, unas masas de loza fría de más de 100 kilómetros de espesor, se trasladan continuamente a una velocidad de encuentro de ocho centímetros por año, generando roces y fricción.

“Chile está en el borde de una placa que está tratando de pasar bajo el continente, y el mismo continente es una enorme placa que avanza en sentido contrario. La zona de contacto de la placa de nazca se trava y cada cierto tiempo, después de acumulación de energía potencial, en un momento impredecible, hace fricción”, detalló Campos.

Nuestra geografía es un importante factor en la realidad del país. La Cordillera de los Andes, una cadena montañosa alta y reciente en la historia geográfica de la tierra, es un macizo que sigue en un proceso de formación y “la única manera de hacer montañas es por compresión de la corteza, por deformación frágil, es decir, por terremotos”.

Esta realidad sísmica le cuesta al país, anualmente, de uno a dos por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). “Haya o no haya terremoto Chile pierde recursos todos los años”, por tanto, “cualquier acción dedicada a mitigar los efectos, que baje esos valores, es notable”, señaló Jaime Campos.

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