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Mujeres con rabia y hombres desconcertados

Tan dispar como nuestra geografía, Chile sigue siendo un país donde la relación entre hombres y mujeres es desigual. Ha habido progresos en estos últimos años, muchos de ellos reforzados por la presidencia de una mujer que dejó claro que aún falta mucho para que las diferencias entre las chilenas y los chilenos sean sólo una cuestión de vocales.

Vivian Lavín

  Lunes 17 de mayo 2010 18:41 hrs. 
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¿Cómo ha cambiado la percepción respecto de la sempiterna desigualdad entre hombres y mujeres en nuestro país? ¿Logró la estampa presidencial de Michelle Bachelet posicionar mejor al género femenino y con ello a las mujeres en el campo político y laboral? Son algunas de las preguntas que buscó responder el último Informe de Desarrollo Humano en Chile denominado Género: Los desafíos de la desigualdad y cuyos resultados son alentadores, ya que sobre un 70 por ciento de hombres y mujeres consideran muy importante superar las diferencias entre hombres y mujeres en Chile.  Sin embargo, se llegaría a un punto muerto cuando casi en igual proporción se piensa que ya se ha hecho bastante y otros, que queda mucho por hacer al respecto.

El informe se compone de varios estudios e incluye una encuesta a 3 mil 150 personas en todo Chile, y los instrumentos incluyeron entrevistas en profundidad, y se constituye en el primer estudio que abarca áreas  como la institucionalidad, lo cultural, el poder y la inserción laboral femenina. Una de los instrumentos más interesantes resulta ser el “análisis de conglomerado” que revela las cinco maneras en que se posiciona el chileno y la chilena a la hora de enfrentarlos a las relaciones entre ambos. Distingue a los Tradicionales (18%), integrado por adultos sobre los 50 años, de clase media baja y con fuerte participación en grupos religiosos; Machistas (18%) que está integrado en un 80 por ciento por hombres de clase baja;  Pragmáticos (26%) compuesto por grupos medios de edad y grupo socioeconómico, quienes han ajustado los roles pero creen que la mujer debe estar en la casa ; Luchadoras (15%), compuesto en un 80 por ciento por mujeres de grupos medios que creen que la sociedad es injusta donde los hombres tiene todas las ventajas y, finalmente, los Liberales( 23%), que es el grupo donde hay más jóvenes ABC1 y C2, quienes creen que las diferencias no existen. El resultado de esto es que un 62 por ciento de la población tiene una representación donde la mujer debe estar en la casa y el hombre en el trabajo, lo que denota una sociedad aún patriarcal y machista.

“Esto no se manifiesta tanto en el discurso como en la realidad, por lo que somos una sociedad que ha avanzado muy poco en este tema, ya que hay un gran desbalance en las responsabilidades respecto del hogar y la crianza de los niños”, explica el doctor en Economía de la Universidad de Cambridge y coordinador del Informe, Pablo González.

El informe establece que son las mujeres las que principalmente han producido estos cambios, a quienes les ha tocado luchar en una sociedad donde persiste e influye de manera poderosa el tradicionalismo y el machismo. “La rabia femenina se puede ilustrar cuando un 26 por ciento de las mujeres expresa una palabra negativa a la hora de señalar lo primero que se les ocurre frente al vocablo hombre, con conceptos como irresponsable, abusador, flojo. En cambio, no hay consideraciones negativas relacionadas con la mujer. Tenemos una situación donde hay un grupo significativo de  mujeres que está molesto con los hombres, mientras que hay otro grupo de hombres tradicionales y machistas que estás desconcertados con el cambio que se ha producido. Ahí hay un desajuste que puede llevar a algunos de ellos a reforzar el machismo e incluso tener una conducta violenta para obligar a las mujeres a un asumir un rol más tradicional”, grafica el experto del PNUD.

Y si bien estos son los grupos más polarizados, persiste en la sociedad la idea de que la mujer es la encargada de la casa y los hijos. “Hay un porcentaje importante de mujeres donde son ellas las realizadoras principales de las tareas del hogar, en tanto, los hombres tienen una carga muy tenue, especialmente si vive con una mujer. Existe incluso el caso de los hombres desempleados que no ajustan su nivel de responsabilidad y son ellas las que siguen trabajando fuera y dentro de la casa”, afirma el economista. Un hecho que adquiere ribetes más importantes cuando el trabajo de la casa sigue teniendo un escaso valor social.

Chilenas siguen ganando menos

Una de las áreas donde históricamente la desigualdad se ha demostrado es en las remuneraciones, “donde se ha tendido a cerrar más las brechas debido a un aumento de mujeres con educación superior al mundo del trabajo, sin embargo, persistiría una suerte de segregación ocupacional, donde las mujeres tienden a agruparse en cierto tipo de trabajos”, afirma el coordinador del Informe del PNUD.

Una de las tesis centrales del informe es que se ha avanzado en el tema, pero se ha llegado a los núcleos duros de la desigualdad que se viven de una manera distinta según el grupo socioeconómico o si se vive en el mundo urbano o rural. En las mujeres del estrato socioeconómico bajo se da una configuración complicada ya que culturalmente hay una mayor resistencia del medio, menos oportunidades, contratos informales, una menor conciliación trabajo-crianza. En cambio, en los estratos más altos las mujeres quedan excluidas por otras razones, como los horarios o ambientes masculinizados.

“Hay estimaciones de que el costo de contratación en promedio de una mujer en edad fértil es de un 10 por ciento más alto que el de un hombre debido a la legislación vigente, pero cuando se presentó el Estudio el Presidente Piñera señaló que va a intentar modificar una ley que tiene una data de casi 100 años y que representa un mayor costo a la contratación femenina, como también el pre y post natal que también tienen un costo como la enfermedad para hijos menores de un año, que lo toman sólo ellas, cuando también podrían tomarlo los hombres”, dice el economista, llegando a la aberración de que leyes que fueron dictadas con el fin de proteger a la mujer han terminado por perjudicarla.

Factor Bachelet

La primera en detentar el cargo de Presidenta de la República “fue un cambio significativo porque las mujeres se sintieron más emporadas, especialmente, en los niveles socioeconómicos más bajos, el estrato E, donde un 85 por ciento de las mujeres asegura esto contra un 70 por ciento en el ABC1. Además, se piensa que este cambio llegó para quedarse”, explica el experto.

Por último, el informe elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en relación al género en nuestro país hace una clara advertencia respecto del momento que vive Chile sobre este tema. “El cambio que se requiere hoy demanda voluntad política, deliberación social, innovación en los instrumentos de política y cambios en las prácticas. Así como el concepto de género es inseparable del horizonte normativo de la igualdad, su realización práctica es inseparable de la política democrática”.

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