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Sobreendeudamiento: la soga que asfixia a los chilenos

La crisis económica se dejó sentir en el bolsillo de los chilenos y la primera parte que se vio afectada fue la capacidad de responder ante las deudas. Pero la historia es antigua: créditos de bancos, casas comerciales y cajas de compensación ahogan cada vez más a los cerca de diez millones que viven sobreendeudados.

Loreto Soto

  Lunes 17 de mayo 2010 20:52 hrs. 
endeudamiento

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Para nadie es extraño tener que recurrir a créditos para financiar la compra de una casa o un automóvil. Las empresas también acuden a estos mecanismos para expandirse o consolidar sus planes de negocios. Se trata del tradicional endeudamiento: préstamos a corto o largo plazo que se pagan mes a mes y que incluyen una tasa de interés que corresponde al costo que tiene acceder a ese tipo de liquidez.

Sin embargo, en los últimos años, la explosiva emisión de tarjetas de crédito de parte de las tiendas por departamento con sus correspondientes avances en efectivo y la flexibilización de los requisitos para adquirir créditos de consumo, desencadenó que, día a día y cada vez con mayor frecuencia, los chilenos utilicen estos instrumentos financieros para costear los distintos ámbitos de sus niveles de vida.

Y la tentación no es menor: suculentas ofertas al utilizar los plásticos; computadores, camisetas de la Selección e incluso autos al contratar algún crédito, rebajas en el monto final de la compra y una serie de artimañas que tratan de endulzar la a veces catastrófica cuenta que llega a fin de mes.

El académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile y especialista en Marketing, Pedro Hidalgo, explica que “este negocio financiero les permite a las compañías, además, generar ventas, porque mucha gente no podría comprar si no fuera a crédito. Por otro lado, uno tendría que pensar: ¿Por qué la gente usa el crédito? Porque lo necesita, porque lo satisface”. Ciertamente un negocio redondo.

Pese a que los consumidores chilenos se caracterizan por ser muy responsables con sus deudas, los embates de la crisis económica afectaron el bolsillo de muchas familias que, por pérdida de trabajo u otras situaciones, se vieron obligadas a dejar de cancelar.

Según los datos que manejan en la Corporación Nacional de Consumidores (Conadecus), en el periodo de crisis la cantidad de personas que mantenían al menos una cuota impaga subió de dos a casi cuatro millones de tarjetas en el 2009.

Pero este fenómeno se arrastra desde hace un par de décadas. De acuerdo al Informe de Estabilidad Financiera de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF), a comienzos del año pasado un 60 por ciento de la población estaba en condición de sobreendeudamiento.

Esto significa que a más de la mitad de los chilenos no le alcanzaba su sueldo para cubrir las necesidades básicas de la familia, pagar la luz, el agua y el gas y cancelar sus deudas.

Para Hernán Calderón, presidente de Conadecus esto se debe al  “libertinaje en la entrega de créditos de consumo, aumentos de cupos sin preocuparse si la persona tiene la capacidad económica para responder, la entrega indiscriminada de tarjetas y de créditos a gente que no tiene rentas demostrables, como los estudiantes. Todo esto ha hecho que la situación del sobreendeudamiento sea bastante dramática”.

Y son las personas de menores recursos las que resultan más afectadas. De acuerdo a la última encuesta nacional de Presupuestos del INE, el gasto mensual en los hogares del quintil más pobre alcanza los 300 mil pesos, pero sus ingresos no superan los 200 mil. Mientras, el quintil más rico percibe un ingreso promedio de un millón 681 mil 500 pesos y sus gastos se mantienen bajo el millón y medio al mes. Es decir, en Chile, las únicas personas que gastan menos de lo que ganan son los más adinerados.

“Las facilidades de endeudamiento hacen posible que muchos de nuestros sueños o aspiraciones puedan cumplirse, pero después responder a esas deudas es tremendamente difícil. Más aún cuando en Chile tenemos tasas de interés que no son las mismas que se producen en otros países. Las tasas, especialmente sobre los créditos de consumo son altísimas y, probablemente en ningún otro lugar se cobre lo que se hace aquí”-

En Conadecus aseguran que cada chileno tiene un promedio cuatro tarjetas de casas comerciales y según la SBIF, en la actualidad, las tres principales multitiendas concentran más de nueve millones de tarjetas vigentes o habilitadas para realizar operaciones, mientras que la fuerza laboral activa en Chile – que percibe ingresos para poder pagar –  es de 7.3 millones.

Y el problema se agudiza aún más si se considera que “los chilenos tenemos muchas fuentes para poder sobreendeudarnos que no están cruzadas entre ellas y, por lo tanto, las posibilidades de endeudamiento son ilimitadas”, precisa Calderón. Esto porque una persona puede pedir un crédito de consumo a un banco, un préstamo a una caja de compensación y mantener compromisos financieros con las tiendas por departamento al mismo tiempo y sin control alguno.

Por lo mismo, Calderón advierte sobre la necesidad de consolidar la información comercial en una sola base de datos, que permita transparentar la realidad de cada consumidor. En este sentido, indica que la falta de regulación podría generar un grave problema económico, similar al que desató la crisis en Estados Unidos, ya que muchas personas podrían dejar de pagar por falta de solvencia.

Si bien, en mayo del 2009 el entonces gobierno de la Presidenta, Michelle Bachelet, envió al Congreso un proyecto de ley que busca reformular el sistema de administración de los datos comerciales para eliminar las asimetrías en la información a través de una entidad única que administre los datos comerciales, tanto negativos como positivos, la iniciativa todavía no llega a buen puerto.

Y es que más allá de la discusión política, existe una pugna entre los bancos y las casas comerciales por no revelar la situación de sus clientes. En esta pelea, las multitiendas tienen una clara ventaja porque cuentan con una cartera de clientes calificada como “más riesgosa” que, precisamente, presenta las situaciones más complejas de endeudamiento. Al final del día, son estos mismos usuarios los que, mes a mes, enfrentan los embates del lado más oscuro del consumo: el acoso de las recaudadoras, las cobranzas judiciales y los embargos.

Situaciones extremas que se podrían resolver con mayor transparencia, información y responsabilidad del mercado frente a esta soga que asfixia a la mayoría de los chilenos.

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