A partir de hoy y hasta mañana jueves, el Presidente Sebastián Piñera dedicará largas horas a la redacción y revisión de su discurso del 21 de mayo ante el Congreso Nacional.
Ya llegado de España, a donde asistió a la Cumbre Europa-América Latina y El Caribe, el Mandatario iniciará una ronda de contactos con varios de sus ministros, mientras María Luisa Brahm, la jefa del equipo del segundo piso presidencial, coordina asuntos del texto y puesta en escena del acto del próximo viernes en Valparaíso.
De acuerdo a lo indicado por los ministros de Hacienda, secretaría general de Gobierno y de la Presidencia, Piñera pondrá como prioridades en su cuenta al país, el balance y planes de reconstrucción post terremoto; agenda social, que incluye proyectos como el ingreso ético familiar y ministerio de Desarrollo Social; programas de oportunidades; medidas para generación de empleos; reformas políticas y anuncios en materia de seguridad ciudadana.
Un tema que se asomó como polémico, tiene que ver con que si el Presidente anunciará o no la venta de los activos del Estado en empresas sanitarias, lo que terminaría por privatizarlas totalmente.
La Cuenta Pública al país del próximo viernes, también es vista en La Moneda como la instalación de la impronta mediática del mandatario. Por ello, algunos asesores trabajan la parte comunicacional que incluiría enaltecer un sentido patriótico al discurso, alusiones a Dios y posicionamiento de lo que en la derecha se ha llamado “el nuevo estilo de gobernar”.
Como sea, en el gobierno y en la derecha se sabe que el discurso de Sebastián Piñera este 21 de mayo es un punto de inflexión en su gobierno. Sin mucho balance que hacer –el presidente lleva dos meses en el cargo-, todo apunta a un sentido proyectivo, donde el Mandatario trazaría su agenda social, económica, política y de gestión.
En las oficinas presidenciales se comenta que Piñera está porque su discurso del viernes dure algo más de una hora…una situación anecdótica es que la cuenta pública, un libro de más de mil páginas, contendrá necesariamente parte de la gestión del gobierno de Michelle Bachelet.
Piñera está trabajando el discurso con María Luisa Brahm, jefa de sus asesores, y el encargado de contenidos, Ignacio Rivadeneira, y principalmente los ministros de Interior, Rodrigo Hinzpeter, de la secretaría de la Presidencia, Cristián Larroulet y de Hacienda, Felipe Larraín.
Mientras tanto, los parlamentarios de la Concertación y del Partido Comunista, junto a dirigentes sindicales y sociales, sacan lápiz y papel para anotar lo que consideren errores y omisiones del discurso de Piñera. Y la UDI y Renovación Nacional se preparan para, por primera vez en 20 años, asumir el papel de defensa del discurso presidencial en el Congreso.
A partir de hoy y hasta mañana jueves, el Presidente Sebastián Piñera dedicará largas horas a la redacción y revisión de su discurso del 21 de mayo ante el Congreso Nacional.
Ya llegado de España, a donde asistió a la Cumbre Europa-América Latina y El Caribe, el Mandatario iniciará una ronda de contactos con varios de sus ministros, mientras María Luisa Brahm, la jefa del equipo del segundo piso presidencial, coordina asuntos del texto y puesta en escena del acto del próximo viernes en Valparaíso.
De acuerdo a lo indicado por los ministros de Hacienda, secretaría general de Gobierno y de la Presidencia, Piñera pondrá como prioridades en su cuenta al país, el balance y planes de reconstrucción post terremoto; agenda social, que incluye proyectos como el ingreso ético familiar y ministerio de Desarrollo Social; programas de oportunidades; medidas para generación de empleos; reformas políticas y anuncios en materia de seguridad ciudadana.
Un tema que se asomó como polémico, tiene que ver con que si el Presidente anunciará o no la venta de los activos del Estado en empresas sanitarias, lo que terminaría por privatizarlas totalmente.
La Cuenta Pública al país del próximo viernes, también es vista en La Moneda como la instalación de la impronta mediática del mandatario. Por ello, algunos asesores trabajan la parte comunicacional que incluiría enaltecer un sentido patriótico al discurso, alusiones a Dios y posicionamiento de lo que en la derecha se ha llamado “el nuevo estilo de gobernar”.
Como sea, en el gobierno y en la derecha se sabe que el discurso de Sebastián Piñera este 21 de mayo es un punto de inflexión en su gobierno. Sin mucho balance que hacer –el presidente lleva dos meses en el cargo-, todo apunta a un sentido proyectivo, donde el Mandatario trazaría su agenda social, económica, política y de gestión.
En las oficinas presidenciales se comenta que Piñera está porque su discurso del viernes dure algo más de una hora…una situación anecdótica es que la cuenta pública, un libro de más de mil páginas, contendrá necesariamente parte de la gestión del gobierno de Michelle Bachelet.
Piñera está trabajando el discurso con María Luisa Brahm, jefa de sus asesores, y el encargado de contenidos, Ignacio Rivadeneira, y principalmente los ministros de Interior, Rodrigo Hinzpeter, de la secretaría de la Presidencia, Cristián Larroulet y de Hacienda, Felipe Larraín.
Mientras tanto, los parlamentarios de la Concertación y del Partido Comunista, junto a dirigentes sindicales y sociales, sacan lápiz y papel para anotar lo que consideren errores y omisiones del discurso de Piñera. Y la UDI y Renovación Nacional se preparan para, por primera vez en 20 años, asumir el papel de defensa del discurso presidencial en el Congreso.
A partir de hoy y hasta mañana jueves, el Presidente Sebastián Piñera dedicará largas horas a la redacción y revisión de su discurso del 21 de mayo ante el Congreso Nacional.
Ya llegado de España, a donde asistió a la Cumbre Europa-América Latina y El Caribe, el Mandatario iniciará una ronda de contactos con varios de sus ministros, mientras María Luisa Brahm, la jefa del equipo del segundo piso presidencial, coordina asuntos del texto y puesta en escena del acto del próximo viernes en Valparaíso.
De acuerdo a lo indicado por los ministros de Hacienda, secretaría general de Gobierno y de la Presidencia, Piñera pondrá como prioridades en su cuenta al país, el balance y planes de reconstrucción post terremoto; agenda social, que incluye proyectos como el ingreso ético familiar y ministerio de Desarrollo Social; programas de oportunidades; medidas para generación de empleos; reformas políticas y anuncios en materia de seguridad ciudadana.
Un tema que se asomó como polémico, tiene que ver con que si el Presidente anunciará o no la venta de los activos del Estado en empresas sanitarias, lo que terminaría por privatizarlas totalmente.
La Cuenta Pública al país del próximo viernes, también es vista en La Moneda como la instalación de la impronta mediática del mandatario. Por ello, algunos asesores trabajan la parte comunicacional que incluiría enaltecer un sentido patriótico al discurso, alusiones a Dios y posicionamiento de lo que en la derecha se ha llamado “el nuevo estilo de gobernar”.
Como sea, en el gobierno y en la derecha se sabe que el discurso de Sebastián Piñera este 21 de mayo es un punto de inflexión en su gobierno. Sin mucho balance que hacer –el presidente lleva dos meses en el cargo-, todo apunta a un sentido proyectivo, donde el Mandatario trazaría su agenda social, económica, política y de gestión.
En las oficinas presidenciales se comenta que Piñera está porque su discurso del viernes dure algo más de una hora…una situación anecdótica es que la cuenta pública, un libro de más de mil páginas, contendrá necesariamente parte de la gestión del gobierno de Michelle Bachelet.
Piñera está trabajando el discurso con María Luisa Brahm, jefa de sus asesores, y el encargado de contenidos, Ignacio Rivadeneira, y principalmente los ministros de Interior, Rodrigo Hinzpeter, de la secretaría de la Presidencia, Cristián Larroulet y de Hacienda, Felipe Larraín.
Mientras tanto, los parlamentarios de la Concertación y del Partido Comunista, junto a dirigentes sindicales y sociales, sacan lápiz y papel para anotar lo que consideren errores y omisiones del discurso de Piñera. Y la UDI y Renovación Nacional se preparan para, por primera vez en 20 años, asumir el papel de defensa del discurso presidencial en el Congreso.
