Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 20 de abril de 2024


Escritorio

Personas y no dogmas

Columna de opinión por Antonio Infante
Martes 1 de junio 2010 17:57 hrs.


Compartir en

El ministro de Salud ha tenido en los últimos días una amplia exposición a los medios. En numerosas entrevistas ha comunicado y ampliado lo que se señalara en el discurso del 21 de mayo.

Muchas de sus afirmaciones no pasan de ser actos de fe que tardarán en demostrarse como, por ejemplo, que los médicos de los nuevos hospitales trabajarán jornada completa en ellos. ¿Por qué si está esa voluntad no se implementa de inmediato la medida en los hospitales que hoy funcionan sólo hasta el mediodía?

Hay anuncios con poco sustento en la realidad como que el alcoholismo de una población pudiera modificarse con incentivos a los trabajadores del respectivo consultorio. Una medida de fondo en ese sentido fue el anuncio del impuesto a los alcoholes de alta graduación, pero la parada en seco fue inmediata. Se pudo apreciar lo fuerte y cercano que es el lobby de los pisqueros.

Pero hay medidas para aplaudir como la promesa de terminar con las listas de espera en dos años. Una decisión pragmática que llevará alivio a más de medio millón de personas, y que paliará lo que no se hizo en la última administración concertacionista en la que primó el dogma de no incorporar a privados en la solución de ese problema.

Obviamente se corren riesgos de privatización del sistema si no se toman otras medidas que son las que generan las listas de espera.

Es urgente intervenir la administración municipal de salud, profesionalizarla. Represtigiar los consultorios municipales requiere voluntad política, implica dotarlos de tecnología y asistencia técnica y allí los especialistas de los hospitales son fundamentales. Los consultorios municipales son los grandes generadores de listas de espera porque no resuelven los problemas localmente. No hay incentivos para prevenir y evitar la derivación a especialistas y a los servicios de urgencia de los hospitales, la principal puerta de entrada a la hospitalización. Allí sí podrían funcionar incentivos a los equipos de salud.

Hay que atacar también la ineficiencia de los hospitales y no sé si la autogestión será capaz de cambiar la cultura médica imperante. Hoy en Chile se hospitaliza más de lo necesario. Se hospitalizan muchos casos que se podrían manejar ambulatoriamente o en los domicilios. Es una de las primeras causas del atochamiento.

También la cultura médica hace que los especialistas hagan más controles que los que el paciente necesita. Controlar pacientes es más rápido y fácil que ver casos nuevos. Esta cultura produce también un cuello de botella que se traduce en listas de espera.

Intentar soluciones a la lista de espera sin enfrentar los problemas de fondo es tapar el sol con un dedo; es favorecer el área empresarial de la medicina y empujar el sistema a la privatización. Esta maniobra pasaría desapercibida para la ciudadanía.

Confío en las buenas intenciones del ministro de Salud que, a mi juicio, está poniendo a las personas en el centro de su preocupación. Sería lamentable, sin embargo, que por no tomar medidas de fondo terminara favoreciendo un sistema de salud manejado por los empresarios, cayendo en otro dogma de la actual administración.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.