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Algo huele mal en salud

Columna de opinión por Antonio Infante
Miércoles 23 de junio 2010 19:35 hrs.


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La nueva forma de gobernar no ha aparecido en el ministerio de Salud y ya se muestran los primeros quiebres en el equipo. La renuncia de la subsecretaria de Redes Asistenciales es un mal síntoma. Se trata de una profesional de excelencia que claramente no pudo hacer  lo que pretendía.

No es extraño que esto sucediera. La agenda del ministerio no está en la atención de salud ni en las nuevas medidas de salud pública. La preocupación central se expresa en las concesiones; en la construcción de nuevos hospitales y en la complementariedad público privada. Todas, nuevas áreas de negocios para el sector privado.

Está apareciendo nítida la política de salud de un gobierno que no puede desprenderse de su alianza con los empresarios.

He tenido la oportunidad de visitar distintas dependencias del sistema público de salud y en todos los lugares he encontrado perplejidad. Falta conducción, se le pidió la renuncia a prácticamente todos los jefes de servicio y no han sido reemplazados.

No hay respuesta a una deuda hospitalaria que sigue aumentando; las municipalidades de las zonas de catástrofe no han recibido los prometidos recursos adicionales; Fonasa no tiene respuesta al aumento de las listas de espera y tampoco ha generado propuestas atractivas frente al inminente fallo del tribunal constitucional que eliminará la discrecionalidad en el cobro de las Isapre.

Surgen dudas razonables. Es esto sólo impericia del nuevo gobierno. Poco probable, las dos subsecretarias conocen bien el sistema público y los equipos ministeriales son básicamente los mismos.

¿Es una política deliberada para colmar la paciencia de los usuarios y empujarlos a que pidan la privatización? No hay elementos para descartarlo.

La prensa insinúa que La Moneda estaría descontenta con la marcha del sector y que la salida de la subsecretaria sería una advertencia para el ministro. La nueva forma de gobernar no ha aparecido. En jerga mundialera, tarjeta amarilla para el ministro.

La indulgencia de la prensa en los primeros meses se agota. Se toleró como anécdota el nuevo parto en el baño del Hospital San José. Sin embargo, las tres muertes recientes en servicios de urgencia han recibido una cobertura más crítica y ya se pide una comisión investigadora de la Cámara de Diputados.

Todas malas señales para el Ministro de Salud. Lo están subiendo al columpio y sabemos que eso termina en cambio de gabinete.

La nueva forma de gobernar necesita marcar la diferencia y para eso el ministro debe preocuparse de lo sustantivo, las necesidades de salud de chilenos y chilenas. Los empresarios pueden esperar, los usuarios de Fonasa no pueden hacerlo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.