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Año XVI, 23 de abril de 2024


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Entrevista a Francisco Vidal:

“Llegó la hora de una verdadera Reforma Tributaria”

Sin reconciliarse con el ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco, ni volverse a ver aún con Michelle Bachelet, por quien siente “cercanía personal” y no sólo política, Francisco Vidal se ha instalado como protagonista del debate nacional. Después de encabezar la subsecretaría de Desarrollo Regional, dos veces la vocería de La Moneda y las carteras de Interior y Defensa en los dos últimos gobiernos concertacionistas, este elocuente (¿locuaz?) profesor de Historia y Geografía se pasea por todos los temas del acontecer. Al cabo de un par de entrevistas en su casa tuvimos que limitarnos a retener dos: el No presidencial al indulto Bicentenario y la autocrítica frontal que ha asumido con vistas a que la Concertación recupere el poder.

Hugo Mery

  Miércoles 28 de julio 2010 19:27 hrs. 
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Sin reconciliarse con el ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco, ni volverse a ver aún con Michelle Bachelet, por quien siente “cercanía personal” y no sólo política, Francisco Vidal se ha instalado como protagonista del debate nacional. Después de encabezar la subsecretaría de Desarrollo Regional, dos veces la vocería de La Moneda y las carteras de Interior y Defensa en los dos últimos gobiernos concertacionistas, este elocuente (¿locuaz?) profesor de Historia y Geografía se pasea por todos los temas del acontecer. Al cabo de un par de entrevistas en su casa tuvimos que limitarnos a retener dos: el No presidencial al indulto Bicentenario y la autocrítica frontal que ha asumido con vistas a que la Concertación recupere el poder.

-Antes de la respuesta presidencial a la propuesta de la Iglesia,  usted nos anticipó que, en la hipótesis de ser aún ministro de Defensa, habría recomendado enviar un proyecto de ley para suscitar un debate nacional y hacer corresponsable al Parlamento de un indulto general.

-Pero la decisión fue otra. Al final, el Presidente ponderó que el clima no estaba para proyectos de ley de esa naturaleza, como lo demostraron las reacciones de las fuerzas políticas y sociales y de la ciudadanía a través de encuestas. Ello, porque las heridas están absolutamente abiertas. La decisión fue correcta, ya que asume una realidad más allá de las voluntades. No era la oportunidad, como lo juzgó razonablemente el Presidente después de escuchar a las fuerzas políticas y pese al criterio de  la Iglesia, a la que dijo no, no más. Tomó el camino que genera mayor consenso y menor tensión, aunque en la derecha algunos piensan que se perdió una oportunidad para tratar la situación de los militares e indultarlos.

-Pero por la vía del examen “caso a caso” pueden colarse algunos de éstos…

-El desahucio del indulto a los condenados por crímenes de lesa humanidad nos lleva a constatar que casos excepcionales, como el del general Odlanier Mena, será difícil conciliarlos con el tratamiento particular, porque se dieron criterios generales que los descartarían. Ahora, el Bicentenario se cumple durante todo el año y en ese lapso hay que ver cómo el Presidente resuelve cada uno de los casos que se presenten a su consideración. Pero claramente se dio cuenta que la lógica de la lucha contra la delincuencia y de defensa de los DDHH generaba un consenso muy amplio; en cambio, una discusión en el Parlamento sería por mucho tiempo: en vez de una derrota con un costo intensísimo era mejor asumir su responsabilidad, de acuerdo a las facultades que posee. No podía esperar una victoria en el Congreso, porque necesitaba la mitad más uno de los senadores y diputados en ejercicio.

-Hay un cabo suelto en la conducta de Piñera: esa reunión durante la campaña con los militares en retiro, donde se comprometió a apurar las causas pendientes…

-Esa reunión es la mejor demostración de que una cosa es estar en campaña y otra ser Presidente.

-¿No echa de menos el debate que Ud. proponía?
-No, en la medida que las posiciones de todos fueron encarajinándose.

-De todas maneras hubo un debate express, al final del cual la Iglesia apareció tratando de explicar un resultado adverso, como el de esas elecciones que nunca se pierden y siempre se explican.

-La iglesia claramente tuvo una derrota, a pesar de que el obispo Goic argumentó que  en ninguna parte de la propuesta se pedía un indulto general. Efectivamente, el documento de la Iglesia fue muy cuidadoso en la redacción, no especificaron mucho e  hicieron todas las prevenciones.

-Otro derrotado sería Ravinet, quien  habría recomendado el indulto.

-Ningún ministro puede imponer su criterio, sino que acata –con más o menos convicción- lo que el Presidente resuelva. Ravinet planteó una revisión en un documento que la propia Moneda le solicitó.

-Los que están por el indulto general invocan la reconciliación. Pero, ¿no cree usted que para la unidad nacional basta una coexistencia pacífica y activa –política, social, familiar y de intereses económicos contrapuestos- dentro de la comunidad que constituye un país?

-El camino que adoptó Chile en 1990 es el de verdad y  justicia. Falta mucha verdad y la justicia, ha sido lenta. Eso tiene un costo. Es el proceso que tomó Chile, mientras Argentina observó la obediencia debida, Uruguay plebiscitó un punto final, España tomó un acuerdo político y Brasil y Portugal hicieron lo suyo.

En el caso chileno, a la magnitud y al carácter brutal de las violaciones  los DDHH se sumaron años de silencio e impunidad. No es correcto decir que ya han pasado 36  años, sino apenas diez o doce a lo más desde que se empezó a hacer justicia. La propuesta de indulto se dio en el contexto de la dictación de sentencia en el crimen Prats. Esto y la detención de Aliste -que había sido beneficiario de un indulto general- originaron el debate express al que Ud. aludía y que duró cinco días corridos. Tengo la impresión que ahora los uniformados y sus defensores van a ejercer demandas por la vía del indulto particular, mientras que Lorena Pizarro ve peligro en que salgan algunos violadores de DDHH que no fueron condenados por crímenes de lesa humanidad. Vamos a ver qué pasa.

-Ud. mencionó el caso del general Odlanier Mena como susceptible de ser considerado en un “caso a caso”.

-En el ministerio de Defensa conocí la solicitud de Odlanier Mena, general de 80 años y aquejado de enfermedades cardíacas, preso por la muerte de tres o cuatro prisioneros desbarrancados por personal del regimiento de Arica donde era comandante. Él se opuso al general Contreras y creó la CNI, dirigiéndola por dos años, que fueron “los mejores años” de ese organismo. Ahora cumple condena por seis años por omisión. Nunca apretó el gatillo ni es lo mismo que Contreras o Krasnoff.

Diques al avance social

-Vamos a su autocrítica en el documento de 9 puntos que firmó junto a los “progresistas” Girardi, Martner, Ominami y el decé Silber. Como se le criticó por atacar a la Presidenta Bachelet, usted sacó del sombrero 100 aciertos de su gestión y sólo tres omisiones. Pero basta un solo tiro por “mezquinar los abundantes recursos macroeconómicos a las políticas sociales” para que haya un disparo por elevación a ese gobierno del que, por lo demás, formó parte.

-Más allá de la persona, quiero que la Concertación vuelva a gobernar. Y para superar las desconfianzas y recuperar la confianza de la mayoría debemos reconocer los errores por acción u omisión. Y me incluyo, por ser miembro de ese gobierno, aunque no lo fuera en el año 8 meses iniciales. Entre las malas decisiones: no llevar el tren hasta Puerto Montt y hacer partir el Transantiago. Las omisiones: no eliminar la contribución del 7% de los jubilados ni impulsar la AFP estatal y las reformas laborales. Entre los aciertos: la reforma previsional y la pensión solidaria, que permitieron que la Casen negativa, con su aumento de pobres en 15,1 %, llegara sólo al 8,9 % -casi la mitad- en los mayores de 60 años.

Esto tiene una sola explicación: la política de protección social al adulto mayor, exitosísima junto al Chile Crece Contigo para la infancia. Claro que esta última no se refleja en la Casen, porque ella mide el ingreso por persona y la capacidad de ese ingreso para comprar alimentos. Siempre los más pobres fueron los más niños y los más viejos. Así como hicimos la reforma previsional había un instrumento que iba a la vena: el aumento del subsidio único familiar, que subió en un 10%  y no lo aumentamos más.

-¿Por qué no lo hicieron?

-Bueno, uno en el gobierno cierra filas y cuando sales de él, y encima derrotado, tienes derecho a reconocer los errores…

-Pero la lealtad se manifiesta también planteando las carencias internamente.

-Estando en él no se me ocurrió plantear el aumento del subsidio familiar por encima del 10 %. La discusión nunca tuvo lugar, pero sí se plantearon en el comité político la eliminación del 7% de los jubilados, la AFP estatal y la reforma laboral. Pero se optó por colocar todas las piezas en el esfuerzo contracíclico por la crisis internacional. Ahora, quiero decir algo complementario: mirada la Casen ex post, Chile debe preguntarse algo que tiene que ver con el gobierno presente y el futuro: ¿Por qué si la economía cayó l,5% en 2009 (gracias al esfuerzo del gobierno no cayó más) y los pobres aumentaron del 13 al 15%, las mineras tuvieron el mismo año 11 mil millones de dólares de utilidades, las eléctricas 3 mil millones de dólares, los bancos 2 mil millones y las AFP 500 millones de dólares?.

El país tiene un problema. Todas las grandes empresas, en todos los rubros sin excepción tuvieron utilidad. Eso coloca un problema que no es del gobierno, sino del país, porque deben financiarse anuncios presidenciales del 21 de mayo que no están financiados, como la eliminación del 7% de los jubilados y la duplicación del subsidio escolar.

-Eso habla de injusticia tributaria

-Habla de un sistema absolutamente arcaico y  coloca en el primer lugar de la tabla la propuesta nueva que la Concertación debe hacer: una reforma tributaria sustantiva.

-¿Por qué no se abordó antes? ¿Para no enfrentarse con los grandes poderes económicos, los cuales sedujeron a algunos concertacionistas?

-Porque la Presidenta se concentró en la protección social -que tiene múltiples ventanas- y porque vino la crisis. Los grandes empresarios siempre rechazan las alzas de impuestos: si las cosas van mal son inconvenientes y si las cosas están bien, ¿para qué?

– La incapacidad de la Concertación para enfrentar este problema acaso tuvo que ver con su composición: un ala social demócrata en coalición con la Democracia Cristiana en un gobierno que acoge a los neoliberales y neutraliza a los socialistas y los más progresistas.

-Ser social demócrata en Europa significa aplicar un 35% de impuestos en promedio y eso que viene bajando, y en Escandinavia un 40%. Australia acaba de aplicar un 40% de impuesto a las mineras. Las fuerzas que componen la Concertación están unidas en el diseño del edifico: un país más justo. Pero las diferencias no están cortadas verticalmente, sino horizontalmente. Hay que gente que quiere colocar cada ladrillo a menos velocidad, para que los empresarios no tengan problemas para invertir,  y otra con que quiere poner con mayor rapidez cada ladrillo: uno es la reforma previsional, otro la laboral, hasta llegar a la reforma tributaria, que es un ladrillazo, más bien un muro de contención.

Es cierto que al interior de cada partido de la Concertación se da un cierto un sentimiento de culpa hacia los empresarios. Es una situación que viví empíricamente. Me llamaba mucho la atención que algunos de los nuestros estuviesen fascinados en CasaPiedra y menos fascinados en la CUT, en circunstancias que uno y otro son dos actores legítimamente corporativistas a los que se les debe dar el mismo trato. No diciendo que los sindicalistas defienden sus intereses y que los empresarios lo hacen por el bien del país. Eso te da señales claras. Uno las ve después de 20 años de gobierno.

-Pero se las hacían ver. A estas alturas, ¿la autocrítica tiene futuro?

-Sí, en la medida que se construya una plataforma esencial, un programa de gobierno que plantee –a partir de marzo de 2012, antes de las elecciones municipales- una reforma tributaria y fuerte, sin invariabilidad como en el royalty minero.

¿Y sin que vuelvan a predominar en el gabinete ministros de Hacienda como Aninat, Eyzaguirre y Andrés Velasco? En este último se personificó la piedra de toque para el avance social.

-De los tres, Eyzaguirre fue el que quiso colocar más ladrillos, como el Auge. Pero tropezamos con la derecha, que no nos dejó introducir el traspaso solidario de los cotizantes de las Isapres a los de Fonasa. Velasco está convencido de que esos ladrillos no ayudaban a parar la crisis internacional. Él es coherente, debo reconocerlo, en su forma de mirar las cosas. Estuvo con la reforma previsional, que significaba un platal, pero sin tocar el sistema.

El Presidente Lagos lo dijo en el llamado cónclave concertacionista, después de la derrota: todo el esfuerzo que hemos hecho –la reforma procesal penal, el Auge, la reforma previsional- tuvo como base, en su mayor parte, el gasto fiscal, gracias a que hubo crecimiento. Llegó el momento de hacerlo con ingreso fiscal. Una forma inteligente de apuntar a la reforma tributaria.

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