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¿Sabía Von Chrismar que lo llamaban para vender el 13?

Columna de opinión por Toño Freire
Miércoles 11 de agosto 2010 12:40 hrs.


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Los ilusos que pensaron hace unos meses- me cuento entre ellos-  que la llegada de Marcelo von Chrismar a los alicaídos estudios de TV de la estación de la PUC significaría su ansiado resurgimiento, sufrieron un colapso cardíaco el viernes pasado. Sin mediar indicios al respecto, se enteraron que la señal católica había sido vendida en 55 millones de dólares a Andrónico Luksic. Entonces todas las esperanzas puestas en el ex director del Duoc y que fuera uno de los fundadores de Teleduc, se derrumbaron.

Empezaron las especulaciones y las miradas se dirigieron al rector que recién había asumido en marzo: a Ignacio Sánchez. Acelerado, con frialdad científica, por algo es médico, zanjó una situación doctrinaria y económica catastrófica que se arrastraba desde que despuntó el Tercer Milenio. Aquella tarde de viernes, a las cinco en punto, muchos lo compararon con otro Ignacio Sánchez, el torero que hiciera famoso  Federico García Lorca. No obstante, el del poema, maternalmente se apellidaba Mejías y el de la Pontificia lleva Díaz como segundo apelativo.

Si el peninsular con sus pases llenó de ¡Ole! y mantillas los ruedos, el criollo regó con interrogantes Alameda con Portugal y los faldeos del San Cristóbal. Más allá de cuidar la imagen empresarial a Eleodoro Rodríguez, ¿qué afán empujó a  rectoría a tapar el cráter presupuestario que él profundizara a lo largo de su mandato de 24 años? Exclusivamente su muerte de 1998 lo bajó del trono audiovisual.  En los inicios de los  años 90, cuando el empresariado militarista reparó en la conveniencia de poner su cartera de avisos en la TV Comercial creada por Pinochet, ¿nadie en la Pontificia advirtió que la pantalla dejaba de ser surco propicio para atraer la teleplatea mezclando evangelización con comunicación?

Con mente objetiva resulta hasta extraño pensar que fue preferible trabajar desde las sombras la venta del Trece, ocultándoselo a sus asalariados. Entre centenares de seres curtidos entre cámaras y focos, ¿no existirían algunas opiniones dignas de evaluar? ¿Cómo es posible que se tase la estación en medio ciento de dólares en circunstancias que Chilevisión se está vendiendo en 120? ¿Por qué no pusieron precio a su marca, en consecuencia que a lo largo de la historia de la TV chilena vale mucho más que las otras? ¿Sólo Vasco Moulian y su parrilla flexible es culpable del desastre económico? ¿Jordan, Bellolio, Coloma, García, Del Sol, Rozas, Cavagnaro, Ducci, no comparten responsabilidades del desastre?

Instalada la debacle financiera, al descubrirse cinco años atrás que habría manejos no muy católicos en la venta al mexicano Ángel González, dueño de La Red y 40 estaciones por Latinoamérica, ¿no era aconsejable informarlos para tranquilidad de los anunciadores y por respeto al personal? ¿Quién asume el forado financiero que significó en 1999 adjudicarse en $700 millones anuales el Festival de Viña del Mar. Experiencia que debería estar analizando Jaime de Aguirre ya que, aparentemente, el Municipio de la ciudad jardín es el único ganador.

Una última inquietud, que no será el cierre de un debate que permanece abierto: ¿qué culpa tienen los empleados en tanto desbarajuste programático y derroche de dinero? Tal como ellos indican en su declaración los medios, los genios de turno únicamente les pidieron sacrificios y silencio mientras “el Canal a un grupo reducido de personas de confianza le pagaba en remuneraciones el equivalente a  lo que ganaban 300 trabajadores de nuestro medio” y a un “rostro” levantado a otra estación se le canceló “17 millones mensuales sin ser ocupada”. Una vergüenza que merece varias misas y rosarios.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.