Un grupo de doce iglesias evangélicas e instituciones ecuménicas se han constituido en el Comité Inter-Eclesiástico de Emergencia de Chile que, a través de una alianza internacional de iglesias, están administrando cerca de un millón de dólares para actuar de manera conjunta frente a la emergencia, entregando soluciones de alimentación y vivienda a las regiones afectadas por el terremoto y maremoto.

Ayuda psicosocial, entrega de alimentos,  útiles de aseo, reparación de viviendas, aportes a micro-emprendimientos que permitan a las personas tener un trabajo y la construcción de viviendas, han sido la forma de solidarizar con las familias damnificadas por la tragedia que afectó al país, ya que como han afirmado otras organizaciones, “la emergencia aún no termina”.

Respecto a las soluciones habitacionales, ha sido de gran aporte la construcción de las llamadas “media casa”, que superen a la conocida “media agua” priorizado la calidad por sobre la cantidad.

“De esta manera, hemos desarrollado una propuesta de innovación, diseñando y construyendo 50 ‘medias casas’ de 24 metros cuadrados, completamente forradas y 100 por ciento aprovechables como base para una vivienda definitiva”, detallan en el informe de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas

Su secretario ejecutivo, Claudio González, destacó la ayuda que han prestado en las ciudades de Lota, Coronel, Talcahuano, Concepción, entre otras. “En base al trabajo y no tratando de hacer tantas manifestaciones por los medios, por respeto también a la dignidad de las personas el terma del voluntariado que aquí es bastante fuerte y permite varias cosas”, señaló.

La modera del comité y pastora de la Iglesia Evangélica Luterana, Gloria Rojas,  señaló, además, que han observado que quedan temas pendientes en vivienda y participación ciudadana.

“Los caminos están destruido y siguen en esas condiciones;  las viviendas  siguen necesitando reparaciones para que pueda vivir de mejor forma la gente. Uno podría decir hacemos 200 viviendas, pero vamos a ver las condiciones de esas casas, sabemos que estamos en emergencia, pero se puede construir algo más con más dignidad”, acotó Rojas.

Asimismo, cincuenta familias reciben apoyo de un capital de 350 mil pesos por familia, para reiniciar o iniciar un microemprendimiento familiar que permita generar, no solo una actividad laboral, sino además recuperar la capacidad de participación y autoestima.

Mediante pequeños subsidios y con la participación activa de las familias beneficiadas, han apoyado en la reparación de 300 viviendas. Una proporción de estos apoyos se ha orientado a mejorar y, en algunos casos, reparar las condiciones de habitabilidad a viviendas de emergencia ya entregadas por otras instituciones, tanto  públicas o privadas.

Basados en normas internacionales para la ayuda humanitaria, como la Norma Esfera, Código de Conducta y otros,  asumieron como principio, en todas sus  acciones, mejorar la calidad de la asistencia a las personas afectadas por desastres.

El informe concluye “que queda por hacer”, como el desafío de mejorar significativamente la capacidad de respuesta,  y hace una crítica en el sentido de que un “país sísmico como este pueda estar a la altura de lo que responsablemente le corresponde, en términos de prevención de desastre y manejo de riesgos”, concluye.