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Las tareas pendientes de un Santiago para ciclistas

Medio millón de viajes en dos ruedas se hacen en la capital y el festival Bicicultura llama a convertir la urbe en territorio de pedaleros, pero el plan de ciclovías está atrasado y la criticada Ley de la Bicicleta reposa en el Congreso. Aun así, su uso crece y organizaciones de ciclistas creen que la bicicleta se puede convertir en el principal vehículo de los santiaguinos.

Rodrigo Alarcón López

  Lunes 20 de septiembre 2010 1:13 hrs. 
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Bicicletas en movimiento se ven todos los días en el Parque Forestal, pero no en el aire. Ahora sí: a unos seis metros de altura y sobre los árboles están las de la “Cicloviaérea”, trabajo del artista brasileño Jarbas Lópes que participa en la exposición “Arte y bicicleta” del 5º Festival de Bicicultura Chile 2010.

El Museo de Bellas Artes, sedes universitarias en Santiago y Valdivia y las estaciones Baquedano y Quinta Normal del Metro acogen el evento, que este miércoles 22 contempla el “Día mundial sin auto”, donde el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, y el embajador de Dinamarca, Lars Steen Nielsen, entre otras autoridades, participarán en una cicletada desde la Plaza de Armas al Parque Forestal.

Serán varios traslados más pedaleando por Santiago. Según la última encuesta “Origen-Destino” (2006) de la Secretaría de Planificación de Transporte, diariamente hay más de 510 mil viajes en bicicleta, solo el 3% de los desplazamientos, dominados por el transporte motorizado público y privado (55%) y las caminatas (37%). Parte de ellos recorren los 250 kilómetros de ciclovías en zonas urbanas y rurales de la Región Metropolitana contemplados en el Plan Maestro de Ciclorrutas o “Santiago en bicicleta”, una obra Bicentenario que en 2012 debía tener 690 kms. Aunque pronto se iniciaría la construcción de rutas en San Joaquín, Pedro Aguirre Cerda y La Reina, entre otras comunas,  en el Gobierno Regional Metropolitano estiman que para esa fecha solo se contará con unos 350 kms.

“Va a tener que ampliarse el plazo para cumplir las metas”, admite Rodrigo Robles, jefe de la Unidad de Desarrollo Sustentable, que coordina el plan junto a la Subsecretaría de Transportes y la agrupación de Ciclistas Unidos de Chile (CUCH). El atraso, según Robles, se debe “a que los municipios no tenían la capacidad técnica y experiencia para hacer diseños de ciclorrutas que cumplieran con la normativa del Serviu y las exigencias de los ciclistas”.

No obstante, el Presidente Sebastián Piñera reiteró en la Cicletada Bicentenario del pasado 4 de septiembre en el Parque O’Higgins una idea que ya estaba en su discurso del 21 de mayo: más ciclovías para “duplicar el número de usuarios de bicicleta en los próximos 4 años” y la construcción de estacionamientos para lograr “el triple objetivo de disminuir la contaminación, descongestionar las ciudades y poner a Chile en forma”.

Propósitos similares contenía la “Ley de la bicicleta”, proyecto firmado en julio de 2009 por la ex Presidenta Michelle Bachelet y el ex ministro de Transportes, René Cortázar, en un acto en La Moneda con organizaciones ciclistas invitadas y el ex ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, paseando sonriente en dos ruedas por el patio de Los Cañones.

La realidad tiene menos brillo, ya que el proyecto quedó trabado en la Cámara de Diputados y sin urgencia. “Puede que nunca se vea, porque no tendrá espacio en las reuniones. Está ahí y no se va a mover ni un poco si no logramos que el Ejecutivo le ponga urgencia”, dice Amarilis Horta, directora del Centro de Bicicultura y organizadora del festival.

Sin embargo, el proyecto de ley fue rechazado por algunos usuarios. “No plantea nada nuevo, prácticamente todo lo que dice de los ciclistas está en la Ley de Tránsito, hace un compromiso de buenas intenciones de los municipios para hacer cosas, pero no se les obliga a nada y eso ya pueden hacerlo. Son solo buenas intenciones. Y lo otro es que se discuta otra vez en el Congreso: la mayoría de los diputados son pro autos, ellos mismos aumentaron el máximo de velocidad para llegar más temprano a la pega, así que es errado discutir ahí cuando las leyes ya existen”, dice Eduardo Salazar de “Arriba ‘e la chancha”.

Aunque su organización participó en las mejoras al plan de ciclorrutas que realizó el Gobierno Regional con organizaciones ciudadanas, Salazar desestima los reales efectos de esa labor. “Trabajamos no sé cuántos años y no nos pescaron ni en bajada. Nos costó mucho sacar de su escritorio a la gente que hacía las ciclovías para que pedalearan. Es lamentable que la gente que trabaja en esto no sean ciclistas”, dice. “En general la participación ciudadana no sirve, para cambiar algo hay que protestar”, agrega.

En “Arriba ‘e la chancha” sostienen además que las ciclovías están mal construidas, tienen problemas de diseño y son innecesarias en calles secundarias. “En el Gobierno piensan que la única solución son las ciclovías y en realidad no. En infraestructura, por ejemplo, necesitamos más estacionamientos. Es más barato tirar una línea como en Av. Brasil, pintar de otro color, y compartir el espacio con los autos”, explica.

Amarilis Horta, en cambio, valora las rutas para ciclistas porque “donde se han construido, por muy malas que sean, aumenta el flujo de bicicletas. Hay muchos ciclistas nuevos que las necesitan, tienen que habituarse a andar en tránsito, perder miedo y adquirir seguridad”.

De eso saben en el servicio de bicicletas públicas de la Municipalidad de Providencia, cuya demanda obligó a aumentar hasta las estaciones a 15 para recibir 150 bicicletas repartidas por la comuna. Según estiman, entre los más de 5 mil inscritos se realizan unos 14 mil viajes. “Y nos interesa que las demás comunas hagan lo mismo para permitir viajes intercomunales, no solo intracomunales”, pide Gerardo Fercovich, encargado del sistema.

Una idea que apunta a lo que sucede en ciudades europeas como Copenhague, ejemplo que promueve esta versión del festival Bicicultura. “En Europa se toma con mucho respeto, el alcalde de Londres se mueve en bicicleta o en Dinamarca tienen bicicletas para llevar a los niños. Allá sí se comparten los espacios”, describe Eduardo Salazar.

“Si le preguntas a los habitantes de Copenhague por qué andan en bicicleta con nieve, lluvia o vientos feroces, no hablan del calentamiento global o que es más barato, porque son uno de los países más ricos en ingreso per cápita. El argumento es simple: es más rápido, cómodo y mejor”, señala Amarilis Horta.

¿Es inimaginable un Santiago tan amigable con los ciclistas? “Si es una decisión de gobierno seria y real, se puede hacer muy rápido. Hay organismos que estudian estos temas y proponen soluciones. Si se decide, solo es un problema técnico a resolver, pero tiene que ser para el sistema completo, no sirve dejarlo a la buena voluntad de alcaldes que construyen unas pocas vías como quieran, donde puedan o donde resulte”, subraya Horta. “Se trata de que se creen condiciones en la ciudad para que lo mejor sea ir en bicicleta. Entonces la gente automáticamente lo elige”, concluye.

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