Luego del exitoso paro del 7 de septiembre, que reunió entre uno y 2,7 millones de manifestantes -según la fuente-, la huelga se sintió con las primeras horas del jueves en el transporte público de Francia con un acatamiento “cercano” al registrado dos semanas atrás a la misma hora, según la empresa ferroviaria francesa SNCF.
Los sindicatos franceses aseguraron que “ganaron la apuesta” movilizando a tres millones de personas , pero el gobierno dijo que hubo menos participantes que en las protestas de hace dos semanas y se mostró satisfecho por un menor acatamiento de las huelgas.
“La tendencia es que hoy hubo una disminución del número de huelguistas y también de manifestantes”, afirmó Luc Chatel, portavoz del gobierno del presidente conservador Nicolas Sarkozy.
La Presidencia francesa, en una inusual valoración de una jornada de protesta, señaló una “baja sensible” del número de huelguistas y la atribuyó a que “los franceses adhieren en mayor número” a la reforma.
El proyecto de ley ya fue aprobado la semana pasada por la mayoría de derecha de la cámara baja y empezará a discutirse el 5 de octubre en el Senado.
En París, el metro funcionaba mejor de lo esperado, con 4 de cada 5 trenes circulando, aunque algunos vagones viajaban con pasajeros hacinados. En cuanto a los trenes que conectan la capital con los suburbios, ofrecían un servicio más espaciado, cumpliendo con la mitad o el tercio de los horarios habituales.
En el resto del país la situación se presentaba de manera muy variable, según la ciudad y el tipo de transporte.
En cuanto a los principales aeropuertos parisinos, Roissy Charles de Gaulle previó que el 40% de los vuelos sería cancelado, mientras que en Orly alcanzaría el 50%.
Esta nueva jornada de protesta, en la que los sindicatos y partidos de izquierda esperan superar la movilización del 7 de septiembre, es una prueba para el gobierno de Sarkozy, cuya popularidad toca suelo en los sondeos y se ve salpicado por escándalos, entre ellos el caso Bettencourt, en el que se halla involucrado Eric Woerth, ministro de Trabajo y encargado de defender la reforma del sistema de jubilaciones.
La reforma, que debe ser examinada por el Senado este jueves tras la aprobación de los Diputados, prevé aumentar de 60 a 62 años la edad mínima para poder jubilarse y de 65 a 67 años la edad para hacerlo con una pensión completa y prolongará a 41,5 años la duración mínima del periodo de aportes.
El 70% de los franceses rechazan los dos puntos claves de esta reforma, según un sondeo publicado por la encuestadora CSA y encargado por el sindicato CGT.
Los franceses son concientes de la necesidad de reformar un sistema de reparto para financiar un enorme déficit que en 2030 alcanzará los 70.000 millones de euros. Pero según CSA, el 63% de los consultados son favorables a una reforma distinta de la defendida por el gobierno.
Luego del exitoso paro del 7 de septiembre, que reunió entre uno y 2,7 millones de manifestantes -según la fuente-, la huelga se sintió con las primeras horas del jueves en el transporte público de Francia con un acatamiento “cercano” al registrado dos semanas atrás a la misma hora, según la empresa ferroviaria francesa SNCF.
Los sindicatos franceses aseguraron que “ganaron la apuesta” movilizando a tres millones de personas , pero el gobierno dijo que hubo menos participantes que en las protestas de hace dos semanas y se mostró satisfecho por un menor acatamiento de las huelgas.
“La tendencia es que hoy hubo una disminución del número de huelguistas y también de manifestantes”, afirmó Luc Chatel, portavoz del gobierno del presidente conservador Nicolas Sarkozy.
La Presidencia francesa, en una inusual valoración de una jornada de protesta, señaló una “baja sensible” del número de huelguistas y la atribuyó a que “los franceses adhieren en mayor número” a la reforma.
El proyecto de ley ya fue aprobado la semana pasada por la mayoría de derecha de la cámara baja y empezará a discutirse el 5 de octubre en el Senado.
En París, el metro funcionaba mejor de lo esperado, con 4 de cada 5 trenes circulando, aunque algunos vagones viajaban con pasajeros hacinados. En cuanto a los trenes que conectan la capital con los suburbios, ofrecían un servicio más espaciado, cumpliendo con la mitad o el tercio de los horarios habituales.
En el resto del país la situación se presentaba de manera muy variable, según la ciudad y el tipo de transporte.
En cuanto a los principales aeropuertos parisinos, Roissy Charles de Gaulle previó que el 40% de los vuelos sería cancelado, mientras que en Orly alcanzaría el 50%.
Esta nueva jornada de protesta, en la que los sindicatos y partidos de izquierda esperan superar la movilización del 7 de septiembre, es una prueba para el gobierno de Sarkozy, cuya popularidad toca suelo en los sondeos y se ve salpicado por escándalos, entre ellos el caso Bettencourt, en el que se halla involucrado Eric Woerth, ministro de Trabajo y encargado de defender la reforma del sistema de jubilaciones.
La reforma, que debe ser examinada por el Senado este jueves tras la aprobación de los Diputados, prevé aumentar de 60 a 62 años la edad mínima para poder jubilarse y de 65 a 67 años la edad para hacerlo con una pensión completa y prolongará a 41,5 años la duración mínima del periodo de aportes.
El 70% de los franceses rechazan los dos puntos claves de esta reforma, según un sondeo publicado por la encuestadora CSA y encargado por el sindicato CGT.
Los franceses son concientes de la necesidad de reformar un sistema de reparto para financiar un enorme déficit que en 2030 alcanzará los 70.000 millones de euros. Pero según CSA, el 63% de los consultados son favorables a una reforma distinta de la defendida por el gobierno.
Luego del exitoso paro del 7 de septiembre, que reunió entre uno y 2,7 millones de manifestantes -según la fuente-, la huelga se sintió con las primeras horas del jueves en el transporte público de Francia con un acatamiento “cercano” al registrado dos semanas atrás a la misma hora, según la empresa ferroviaria francesa SNCF.
Los sindicatos franceses aseguraron que “ganaron la apuesta” movilizando a tres millones de personas , pero el gobierno dijo que hubo menos participantes que en las protestas de hace dos semanas y se mostró satisfecho por un menor acatamiento de las huelgas.
“La tendencia es que hoy hubo una disminución del número de huelguistas y también de manifestantes”, afirmó Luc Chatel, portavoz del gobierno del presidente conservador Nicolas Sarkozy.
La Presidencia francesa, en una inusual valoración de una jornada de protesta, señaló una “baja sensible” del número de huelguistas y la atribuyó a que “los franceses adhieren en mayor número” a la reforma.
El proyecto de ley ya fue aprobado la semana pasada por la mayoría de derecha de la cámara baja y empezará a discutirse el 5 de octubre en el Senado.
En París, el metro funcionaba mejor de lo esperado, con 4 de cada 5 trenes circulando, aunque algunos vagones viajaban con pasajeros hacinados. En cuanto a los trenes que conectan la capital con los suburbios, ofrecían un servicio más espaciado, cumpliendo con la mitad o el tercio de los horarios habituales.
En el resto del país la situación se presentaba de manera muy variable, según la ciudad y el tipo de transporte.
En cuanto a los principales aeropuertos parisinos, Roissy Charles de Gaulle previó que el 40% de los vuelos sería cancelado, mientras que en Orly alcanzaría el 50%.
Esta nueva jornada de protesta, en la que los sindicatos y partidos de izquierda esperan superar la movilización del 7 de septiembre, es una prueba para el gobierno de Sarkozy, cuya popularidad toca suelo en los sondeos y se ve salpicado por escándalos, entre ellos el caso Bettencourt, en el que se halla involucrado Eric Woerth, ministro de Trabajo y encargado de defender la reforma del sistema de jubilaciones.
La reforma, que debe ser examinada por el Senado este jueves tras la aprobación de los Diputados, prevé aumentar de 60 a 62 años la edad mínima para poder jubilarse y de 65 a 67 años la edad para hacerlo con una pensión completa y prolongará a 41,5 años la duración mínima del periodo de aportes.
El 70% de los franceses rechazan los dos puntos claves de esta reforma, según un sondeo publicado por la encuestadora CSA y encargado por el sindicato CGT.
Los franceses son concientes de la necesidad de reformar un sistema de reparto para financiar un enorme déficit que en 2030 alcanzará los 70.000 millones de euros. Pero según CSA, el 63% de los consultados son favorables a una reforma distinta de la defendida por el gobierno.
