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Año XVI, 24 de abril de 2024


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Correa luego de ser rescatado: “La culpa la tienen los que creen que con conspiraciones pueden lograr lo que no logran en las urnas”

Luego de haber sido rescatado en medio de una violenta balacera, el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, se dirigió al Palacio Presidencial donde pronunció un discurso frente a miles de simpatizantes. “No habrá perdón ni olvido para los rebeldes”, dijo y culpó de este desenlace a la oposición y a los conspiradores en su contra.

Loreto Soto

  Viernes 1 de octubre 2010 2:50 hrs. 
Rafael Correa_discurso

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La noche del jueves 30 de septiembre quedará grabada en la historia de Ecuador. Y es que las escenas que se vivieron en las afueras del Hospital Metropolitano de Quito, que fueron transmitidas por la televisión en directo a todo el mundo, dejarán huella en la memoria colectiva de ese país.

Por más de veinte minutos un centenar de militares abrieron fuego contra un grupo de policías rebeldes que mantuvieron secuestrado al Presidente Rafael Correa cerca de nueve horas. El plan de rescate que iniciaron las Fuerzas Armadas fue intenso. Fuego cruzado, bombas lacrimógenas y el ir y venir de vehículos militares dibujaron las caóticas escenas que terminaron con la salida, bajo un escudo de protección, del mandatario del recinto de salud.

Mientras la escolta del Jefe de Estado emprendía rumbo hacia el Palacio presidencial, la balacera continuaba. Un proyectil furtivo dio con un militar que cayó al suelo mientras otros 26 resultaban heridos. Sus compañeros corrían a socorrerlos, sin embargo, en las imágenes que logró captar la televisión no se alcanzó a apreciar la presencia de ambulancias o paramédicos.

En  tanto, en las afueras de la casa de gobierno se escribía otra historia. Varias horas antes del altercado, miles de personas se habían congregado en la plaza de la Independencia de Quito para manifestar su apoyo a Correa. Por eso el estallido fue total cuando el Presidente hizo su entrada al edificio y comenzó a pronunciar un discurso, a pocos minutos de haber sido rescatado del hospital.

“Es un día de tristeza que jamás pensé que iba a llegar”, comenzó diciendo el mandatario mientras sus adherentes hacían flamear banderas de Ecuador. En seguida comenzó a hacer un recuento de los hechos que habían llevado a este complejo desenlace: “Cuando me dirigía a unos cientos de policías con sus familias, ahí salieron los verdaderos motivos. Cuando dije: nadie ha subido tanto los sueldos como el gobierno de la revolución ciudadana me gritaron mentiroso, infiltrados, azuzando a la violencia. ¡Cuánta irresponsabilidad!”.

El mandatario continúo su relato vociferando que “cuando nos dimos cuenta que no se podía dialogar y quisimos retirarnos agredieron al Presidente, nos tiraron bombas lacrimógenas directo a nuestro rostro. Me tuvieron que llevar al hospital de la policía y me dejaron secuestrado, lleno de amenazas y armados supuestos policías nacionales ¡avergüenzan a la institución policial y tendrán que salir de sus filas”.

En su elocución, Correa aseguró que los rebeldes “ni siquiera habían leído la ley por la que se han insubordinado, han traicionado su patria y han puesto el peligro la vida de sus hermanos y gran culpa de esto lo tienen los conspiradores de siempre que tergiversan todo para ver si a través de conspiraciones pueden lograr lo que no logran en las urnas”.

El Presidente de Ecuador  respaldó su acusaciones ante la enardecida masa de personas comentando que “ayer miserables de la oposición cuando se estaba votando esta ley le decían a la escolta legislativa: ´no le de protección porque les está quitando sus bonos, les va a rebajar sus sueldos´. Esa es la clase de oposición que tenemos en este país”.

En medio de la efervescencia que se vivía en ese momento, Rafael Correa insistió en que este levantamiento se reducía sólo a un grupo de la policía y emplazó a sus simpatizantes a “apoyar más que nunca a esas decenas de miles de buenos elementos de la Policía Nacional. Esto es responsabilidad de unos cuantos que serán sancionados. ¡No habrá perdón ni olvido”.

Durante el discurso el jefe de Estado valoró el apoyo demostrado por sus pares del resto de América Latina.

Correa concluyó agradeciendo “a esos héroes que me acompañaron en esta jornada”, como sus guardias personales, ministros y asambleístas que lo acompañaron en el cuarto del hospital “dispuestos a dar la vida” por su Presidente.

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