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El icono político de ETA pide el abandono de las armas

El mítico líder de la izquierda independentista vasca, Arnaldo Otegi, certifica públicamente el divorcio entre ésta y el grupo separatista armado: “Las armas deben desaparecer definitivamente de la ecuación política vasca”. El presidente Zapatero le responde: “Una cosa son las palabras, otras los hechos”.

Radio Francia Internacional

  Lunes 18 de octubre 2010 14:50 hrs. 
Radio-Uchile

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Un brazo armado para matar, un brazo político para dotarse de apoyo social. En sus más de 50 años de historia, ésos han sido los dos polos estratégicos que han vertebrado con infinita frialdad el objetivo de la banda armada ETA de alcanzar la independencia del País Vasco de la soberanía de España. Ya no parece que sea así: desde ayer, el polo armado de la llamada izquierda abertzale es un iceberg que navega sólo y a la deriva en su apuesta por la violencia.

La ruptura entre ambas facciones, aún más programática que explícita, la puso de manifiesto públicamente el histórico líder de la ilegalizada organización política Batasuna, Arnaldo Otegi. Desde la cárcel –lleva allí desde 2009 por sus vinculaciones con ETA-, realizó al diario El País  lo más parecido a una condena del terrorismo –aunque no empleó esa palabra- que se le ha oído nunca a su mundo: “No contemplamos compatible con la estrategia independentista el recurso a la violencia armada”. Y aún más, aseguró que si ETA matasé mañana, la izquierda abertzale se opondría.

En el mundo de ETA y su entorno, los mensajes siempre son crípticos, prestos a que se lean entrelíneas y digan lo uno y su contrario a la vez. Por ello, la claridad de Otegi en esta ocasión da la sensación de que se está ante un momento clave dentro del proceso terminal de ETA. En la entrevista, Otegi rechaza la violencia como instrumento de presión política, pide a la banda un alto el fuego “verificable”, rechaza la extorsión a los empresarios vascos, se desmarca de la kale borroka (los comandos de disturbios callejeros de los jóvenes próximos a ETA) y apuesta por un camino “irreversible” para el País Vasco: “La paz y la democracia”.

El peso de Otegi dentro de ese mundo simboliza el golpe que desgaja públicamente el cuerpo político del bloque de la organización, pero las grietas se ven desde hace meses. El 20 de junio de 2010 la dirección del partido legal Eusko Alkartasuna (EA) y antiguos miembros de Batasuna firmaron públicamente un acuerdo soberanista titulado Lortu arte (Hasta conseguirlo) comprometiéndose a defender lo que llaman la “soberanía nacional” del País Vasco, pero esta vez por vías “exclusivamente pacíficas, políticas y democráticas”. Ese gesto fue para ETA un golpe duro, una ofensa pública que cuestionaba su autoridad del terror sobre la izquierda abertzale.

Desde ese momento la banda, presionada por su entorno e incapaz de mantener la disciplina de sus presos en las cárceles -que cada vez en mayor número firman un documento de arrepentimiento por sus acciones-, declaró una nueva tregua el 5 de septiembre de este año. Unilateralmente y sin mecanismos que verifiquen su veracidad.

Zapatero pide más hechos que palabras

Después de la forma violenta en que rompió el último proceso de diálogo –como ha roto todas las demás treguas-, con una bomba que causó dos muertos en el aeropuerto madrileño de Barajas el 31 de diciembre de 2006, nadie se tomó en serio su mensaje, que parece más destinado a coger aire que a abandonar las armas. Para Otegi tampoco es suficiente: “La decisión (de ETA) de suspensión temporal o definitiva de su lucha armada no debe ni puede estar sujeta a la existencia de acuerdos de naturaleza política”, asegura. También confiesa: el atentado de vísperas de Año Nuevo de 2006 le provocó “angustia y decepción”.

En España, la sociedad y el Gobierno viven este movimiento de piezas de ajedrez del entorno de ETA con escepticismo. Cansados de promesas rotas al calor mortífero de las bombas. Pero la aparición de Otegi, aunque no ha provocado ningún entusiasmo, si ha roto con el silencio institucional que imperaba. El propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, las comentó en público durante un mitin: “Mejor estas palabras que las de antes. Pero las palabras tienen el valor que tienen. Lo que cuentan son los hechos”.

En ese mismo tono se pronunció el principal partido nacionalista del País Vasco, el PNV, quien en boca de su dirigente Andoni Ortúzar valoró el gesto de Otegi como “un paso adelante que hay que valorar por su rotundidad”, pero que no “pasa de las palabras a los hechos”. Los hechos que le reclaman a Otegi es la condena explícita a la banda, y a ETA que entregue las armas sin condiciones. El mundo abertzale y el País Vasco vuelven a acercarse una vez más a la encrucijada que separa la paz de la perpetuación del abismo terrorista. Más cerca que nunca, tan lejos como siempre.

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