La doble cara del salmón “Frankenstein”

Hace varios años la industria chilena del salmón está sumida en una profunda crisis debido a problemas sanitarios y al virus ISA que diezma sus cultivos. La situación dejó al menos 20 mil trabajadores cesantes con las secuelas sociales que eso significa. El escenario empeora en 2010, donde según estimaciones de SalmonChile la producción este año alcanzaría a unas 245 mil toneladas frente a las 400 mil toneladas de 2009.

Hace varios años la industria chilena del salmón está sumida en una profunda crisis debido a problemas sanitarios y al virus ISA que diezma sus cultivos. La situación dejó al menos 20 mil trabajadores cesantes con las secuelas sociales que eso significa. El escenario empeora en 2010, donde según estimaciones de SalmonChile la producción este año alcanzaría a unas 245 mil toneladas frente a las 400 mil toneladas de 2009.

Desde 2007, cuando se detectaron los primeros casos de salmones contaminados con el virus de la Anemia Infecciosa del Salmón (ISA) en los alrededores de la isla Lemuy en Chiloé, la pujante industria chilena productora de Salmón del Atlántico entró en una profunda crisis que todavía le afecta.

El virus generó severas disminuciones en las cuotas de producción, dejando unos 20 mil trabajadores cesantes sólo en la región de Los Lagos, y las exportaciones que superaron los 2.200 millones de dólares en 2006, ahora no llegan al diez por ciento de esa cifra, cuyo mercado principal lo constituían Estados Unidos y Japón.

En este escenario aparece el Salmón Transgénico (AquAdvantage) por parte de la compañía estadounidense Aquabounty, que actualmente tramita el permiso en la  Agencia de Fármacos y Alimentación de Estados Unidos (FDA) para producir y comercializar el primer pez genéticamente modificado.

Este salmón es producto de la manipulación e implantación de un gen productor de hormona del crecimiento que permite que alcance su peso comercial (5,8 kilos) en 16 a 18 meses, mientras que los normales tardan unos 30 meses en lograr ese tamaño con la consiguiente reducción de costos para las compañias.

La empresa está realizando una fuerte campaña de promoción de este salmón para iniciar su producción en nuestro país. De hecho, Henry Clifford, vicepresidente de Aquabounty visitará Puerto Montt en noviembre.

Según Juan Carlos Cárdenas, director de Ecocéanos, integrar este súper salmón a la industria no ofrece garantías sanitarias para la población.

“La posibilidad de efectos colaterales sobre el sistema inmunológico de los consumidores y la posibilidad de generar cuadros de reacciones alérgicas en ellos. Es importante señalar que la Academia Americana de Medicina Ambiental señala que todos los alimentos genéticamente modificados presentan riesgos para la salud humana”, enfatizó Cárdenas.

Pese a la resistencia de los ambientalistas de ingresar el salmón frankestein a nuestro país, el problema de desempleo que enfrenta la zona pone en duda la decisión.

En ese mismo sentido, el panel de expertos que asesoró a la FDA afirmó que las pruebas aportadas por la empresa creadora del espécimen no son suficientes para certificar que el animal no es perjudicial para la salud humana o el medio ambiente por lo cual quedó en suspenso la aprobación definitiva para producir y comercializar este tipo de salmón.

Crisis del salmón golpea fuerte en el empleo

A pesar de que a primera vista la instalación de plantas productoras de salmón transgénico en Chile podría ser una solución a la gran cesantía que se vive en la zona, el director de Ecocéanos asegura que esta nueva industria no absorbería un porcentaje muy alto de mano de obra pues se requiere personal con mayor calificación.

“Este tipo de producción también requiere un tipo de trabajadores más especializados, la tendencia de la industria salmonera es a tener menos trabajadores y más especializados, ahora la industria salmonera con base en Chile es una industria que usa tecnología de primer mundo, pero sus relaciones laborales son de tercer mundo”, enfatizó el ambientalista.

Sin embargo, el presidente de la Federación de Trabajadores de la Industria Pesquera Ricardo Casas advierte que los puestos de emergencia en Puerto Montt están en un 80 por ciento ocupados por cesantes de la salmonicultura, quienes ganan 70 mil pesos, por lo que la producción del salmón transgénico abriría una posibilidad laboral, pese a los riesgos medio ambientales y de salud.

“Lamentablemente creo que los trabajadores harían tal vez caso omiso en relación a lo que pueda significar la especie transgénica debido a la gran necesidad que hoy existe. Tenemos compañeros y compañeras perdiendo sus casas por no pagar los dividendos, tenemos problemas nuevamente con el pago de las matrículas para el próximo años de los hijos que están estudiando, y para hacer comida es bien poco lo que hay. Lamentablemente los trabajadores no le tomarían el peso en un comienzo a esto”, explicó el dirigente.

La pujante industria del salmón chilena parece no levantar cabeza de la crisis que la afecta. Según estimaciones de SalmonChile, asociación que agrupa a las principales empresas productoras del rubro, este año se registrará la peor caída en casi una década con 245 mil toneladas frente a las 400 mil de 2009.

Sin embargo, los riesgos para la ecología, las personas y el medio ambiente que implicaría comenzar a producir peces genéticamente modificados en el sur de Chile, es un factor que las autoridades deben sopesar antes del arribo de los salmones transgénicos.





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