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Política y vida diaria: agrupémonos todos

Columna de opinión por Argos Jeria
Lunes 8 de noviembre 2010 9:52 hrs.


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En un comentario anterior mostraba que la mayoría de los chilenos votaba apoyando un poder ejecutivo y un legislativo que promueven y desarrollan políticas educacionales, de salud, previsionales y laborales que, objetivamente hablando, perjudica a buena parte de esa mayoría. Creo imposible entender esta aparente paradoja sin entender el proceso que lleva la política de los poderosos a nuestro comportamiento cotidiano, que transforma la gran política en vida doméstica, que lleva el Congreso al comedor, al dormitorio y a nuestras actividades familiares del fin de semana. En pocas palabras, es necesario entender la creación de ideología, de formas de mirar.

Las grandes decisiones en la economía, tanto en el ámbito público como privado, se convierten en textos de contrato laboral, en la creación o supresión de espacios urbanos, en medidas de éxito (dinero, cosas, fama); finalmente toman forma en la relación con nuestros compañeros de trabajo, en la micro que tomamos, en las cosas que compramos, en el trato con la señora del almacén, en el tiempo que dedicamos a los amigos, a los padres y a los hijos. Terminamos por practicar la competencia insana, por comprometer nuestro tiempo hasta el último segundo, por calmar la ansiedad comprando lo que no necesitamos o, peor aún, lo que creemos necesitar.

El gran triunfo de nuestra derecha política no fue la represión, la imposición de una constitución o el control de los poderes del Estado y de la prensa. Todos estos fueron instrumentos. El gran triunfo fue ideológico, llegando a homogeneizar las formas de comportamiento de ricos y pobres, adormeciendo las conciencias. Hace varios años intenté una metáfora por la alineación en nuestro país que me ha costado más de una discusión con algunos amigos: le cambié  la letra al coro de La Internacional, el himno de los trabajadores del mundo, adoptado (y adaptado) por prácticamente todos los partidos socialistas y comunistas. Donde dice “Agrupémonos todos en la lucha final y se alcen los pueblos por la Internacional” canté “agrupémonos todos para ir a comprar los juguetes de moda, ropa internacional”. Aunque muchos comparten la amargura que el nuevo verso transmite, algunos me han pedido que no la cante. Dejaré de hacerlo cuando nos agrupemos todos para buscar el Bello Sino, cantando, conversando, discutiendo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.