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El nuevo Gobierno de Sarkozy se asienta bajo el mismo pilar: Fillon

El presidente francés acepta el sábado la dimisión de François Fillon como primer ministro y el domingo por la mañana lo vuelve a poner al cargo del nuevo Gobierno, que se formará en las próximas horas. Sarkozy cuenta con él para coger aire tras las huelgas y los escándalos que han desgastado su imagen. En su mente: las elecciones de 2012.

RFI

  Domingo 14 de noviembre 2010 13:07 hrs. 
Radio-Uchile

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Nicolas Sarkozy ha inaugurado oficialmente el baile de ministros con el que renovará completamente su Gobierno para tratar de dar la vuelta a los lapidarios sondeos que colocan su popularidad bajo mínimos. En su mente está abonar el terreno para renovar su mandato en 2012, después de las lluvias torrenciales que, en forma de huelgas y escándalos, han enfangado su estancia en el Palacio del Elíseo.
El sábado comenzó la ceremonia con solemnidad al aceptar la dimisión de François Fillon, después de entrevistarse dos veces con el primer ministro, una por la mañana y otra por la tarde. Después de unas horas de incertidumbre, se confirmó lo que todo el mundo sospechaba: Fillon continuaría en el Gobierno.

Así, la presidencia francesa anunciaba a primera hora de la mañana del domingo que volvía a nombrar a Fillon como primer ministro. “El presidente de la República ha pedido al primer ministro que le proponga un nuevo Gobierno”, reza el comunicado de El Elíseo. El baile ha comenzado.

Sarkozy quiere iniciar una nueva etapa que haga olvidar la decena de huelgas generales y manifestaciones que han retumbado en las calles francesas en los últimos meses. Las protestas por sus medidas anticrisis –especialmente la reforma de las jubilaciones- unidas a la polémica de las expulsiones de gitanos rumanos y la infección del caso tentacular de la heredera del imperio L’Oréal, Liliane Bettencourt, que subía por la pierna del ministro Eric Woerth como una gangrena, han acabado de minar la popularidad del presidente y su ya difunto equipo de Gobierno. Sólo un 30% de los franceses aprueba su gestión y Nicolas Sarkozy busca un revulsivo que le sitúe con opciones en la carrera electoral para las elecciones de 2012.

Y ese ungüento mágico es el cambio de Gobierno, ya que el anterior lo considera amortizado tras el desgaste de la aprobación de la reforma del sistema de pensiones y jubilaciones. De este modo, Fillon presentó su renuncia el sábado para que el presidente eligiera su sucesor, que ha resultado ser él mismo El presidente francés no quiere afrontar la recta final de la legislatura sin su alter ego.

El nuevo Gobierno no coqueteará con la izquierda

François Fillon le sirve de contrapeso al presidente francés. Sarkozy es impulsivo, entusiasta, amable e irritable al mismo tiempo. Variable. Y Fillon todo lo contrario: es frío, distante, estadista y, sobre todo, un personaje muy bien valorado en las encuestas: en todos los sondeos aparece mejor valorado que Sarkozy.

Los rumores de la ruptura de su idilio político se habían disparado en las últimas semanas. Pero fue el propio Fillon quien dejó entrever hace unos días su continuidad ante los comentarios de que preparaba el equipaje para marcharse. “Cambiar de táctica en medio de la marcha sería un error”, dijo para salir al paso de los correveidiles. Pero, como de cambiar de táctica se trata, precisamente, queda claro que sólo se refería a su posición en el Gobierno.

Se apaga, así, la estrella del ministro de Ecología,  Jean-Louis Borlo, quien  también visitó al jefe del Estado el sábado en El Elíseo. Se había especulado con su candidatura para la jefatura del Gobierno. Más centrista y próximo a la calle, los analistas franceses consideraban que quizá sería utilizado de puente entre el Ejecutivo de Sarkozy y el adoquinado francés, en pie de guerra.

Nada que ver. El cambio de táctica de Sarkozy tiene más que ver con el espíritu de comienzos de su mandato, hace más de tres años. Por aquel entonces, Sarkozy se vendió públicamente como un presidente aperturista y de consensos. De este modo, aglutinó un Gobierno en el que tenían cabida ministros de otras aristas políticas, de otros universos, en algunos casos. Para responder a ese perfil, introdujo ministros de izquierda y representantes de diversos colectivos entrelazados con otros pilares propios de la derecha.

Ahora ese talante cambiará. Sarkozy se construirá un Gobierno que le siente como un guante y cierre filas entre el conservadurismo francés: un equipo de ministros sin fisuras. Se da por hecho, pues, que el ex ministro socialista, Bernar Kouchner, que ocupa la cartera de Asuntos Exteriores, dejará el cargo. Y también la secretaria de Estado de Asuntos de la Ciudad, Fadela Amara, ex presidenta -nada menos- de la asociación Ni putas ni sumisas. También se supone que cesará en sus funciones Michele Alliot Marie, titular de Justicia, cuyo nombre se había escuchado en un principio para dirigir el palacio de Matignon, sede del primer ministro.

¿Saldrá Eric Woerth? ¿Entrará Alain Juppé?

¿Y Eric Woerth? ¿Qué ocurrirá con el ministro de Trabajo? Acorralado por quienes le acusan de haber dado un trato de favor a Liliane Bettencourt -que no es sólo la heredera del imperio L’Oréal, también es jefa de la esposa del ministro- y por las airadas protestas que han desatado las reformas del Ministerio que encabeza, es una incógnita su destino. ¿Apostará Sarkozy por quitárselo de en medio o sería reconocer el fracaso de uno de los pilares de su gestión?

No sólo en la puerta de salida del Gobierno hay rumores. En la puerta de entrada también se agolpan los curiosos analistas para hacer sus apuestas. Y en trompa ha subido en las apuestas Alain Juppé, ex primer ministro con Jacques Chirac desde 1995 a 1997, y actual alcalde de Burdeos. En una emisora de radio, se autoproclamó ministro. Dijo: “No es la primera vez que un ministro es también alcalde. Yo creo que podré hacer las dos cosas”. Dentro de unas horas veremos si Nicolas Sarkozy está de acuerdo.

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