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Preocupante: “El pueblo unido avanza sin partidos”

Columna de opinión por Julio Hurtado
Domingo 24 de julio 2011 20:25 hrs.


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En las gigantescas e históricas manifestaciones que se dieron en nuestras ciudades en los meses de mayo, junio y julio, en las cuales se reclamaba por la construcción de sustituibles represas faraónicas, por la igualdad de derechos de todos los chilenos, y, especialmente, por la gratuidad y la calidad de la educación pública, hubo un grito que pasó desapercibido, pero que significa una gran incertidumbre para el futuro de las movilizaciones en particular, y del devenir político y social del país en general. Esta consigna era “el pueblo unido, avanza sin partidos”. Posteriormente, jóvenes manifestantes se tomaron las sedes de los partidos  Socialista, Democracia Cristiana, UDI y Renovación Nacional, es decir, de casi todo el espectro político “oficial”.

El problema es muy serio, ya que los partidos políticos son fundamentales para el desarrollo democrático. Pero, el desprestigio de la clase política dirigente es tan evidente que, independiente de su ideología, están absolutamente ajenos al sentir y accionar mayoritario de la población. Curiosa y preocupante situación: en las manifestaciones ciudadanas más profundas y masivas desde la lucha contra la dictadura, los partidos políticos están ausentes. No tan solo ausentes, sino que excluidos por los manifestantes.

Hoy existe un descrédito generalizado. Es evidente que la gente, en su gran mayoría, no cree en nadie que sea o haya sido un líder de opinión. Esto se refleja en todos los ámbitos, también en el del desarrollo territorial y urbano. Es evidente que en la controversia acerca de la mayor o menor centralización del país, hay detrás distintos intereses, en uno o en otro sentido.

Por otro lado, en el campo energético, es difícil creerle a quienes defienden la posibilidad de energía nuclear (ya que, sin duda están soportados por corporaciones). Pero, tampoco son totalmente creíbles todos los que están en contra de la energía nuclear (sin duda que detrás de ellos también están los intereses de empresas hidroeléctricas y termoeléctricas).

En lo que se refiere a nuestra ciudad, es difícil creerles a los que están a favor de la extensión de Santiago, pese al soporte técnico de primer nivel que tienen. Sin duda que detrás de ellos hay intereses económicos de empresas constructoras e inmobiliarias y de propietarios de tierras.

También, detrás de quienes hablan de energías renovables, es muy probable que haya un fuerte lobby de empresas interesadas. Más difícil es creer a los que están por las macro represas, en donde el negociado a costa de los intereses permanente del país es evidente. En el contexto descrito, incluso, es dable dudar de los reales intereses de algunos de los mediáticos ambientalistas devenidos en nuevos líderes de opinión.

Vivimos una etapa contradictoria. Por un lado, la alegría y entusiasmo de una opinión pública palpitante, una sociedad civil organizada, devenida en motor de cambio, y nuestras ciudades que reverdecen al acoger dichas manifestaciones. Pero, por otro lado, sufrimos la ausencia de actores políticos e institucionales que sean capaces de canalizar esta energía social.

Los partidos, actores fundamentales, están fuera. Se corre el peligro, por lo tanto, que toda esta energía se desdibuje o venga una reacción conservadora (no nos olvidemos que es muy probable que después de la gran movilización española venga un triunfo electoral de los conservadores, debido a que, por el descrédito de los partidos, no hubo una instancia canalizadora de toda esa energía social).

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.