Universidades y Hospitales: Conflicto que quiere esconderse

  • 12-09-2011

Menos de 48 horas tardó el Ministro Mañalich en pedir disculpas por la “interpretación errónea” que se hizo de la normativa y que llevó al Servicio de Salud Oriente a ordenar el desalojo de médicos, becados especialistas y estudiantes ligados a la Universidad de Chile de las dependencias de cuatro unidades hospitalarias.  Curiosamente tanto el Ministro, como las autoridades universitarias y los gremios estudiantiles concuerdan en que la normativa vigente debe derogarse, pero no es difícil imaginar que cada grupo quiere tensionar hacia su dirección la cuerda que maneja este asunto.  Desgranemos un poco el choclo.

De un lado están los consultorios y hospitales públicos que atienden a la población del país; no es necesario pertenecer al quintil más pobre del país para saber que la atención en general no es buena y una de las tantas razones es el déficit de recurso humano especializado en salud.  Evidentemente, por detrás de este déficit existe una política vigente respecto al “tamaño del Estado” que sostiene que cuanto más pequeño (menos cobrador de impuestos a los más acomodados…) mejor y por lo tanto no habiendo dinero para la salud pública no se logra financiar la contratación de todos los profesionales de la salud que se requieren; ni hablar de los aspectos de perfeccionamiento de dichos profesionales: los más expertos son capturados por la elitista salud privada.

Así las cosas, los hospitales han sido empujados por esta política a “rascarse con sus propias uñas” y para un Director de hospital pasa a ser tremendamente atractivo que Profesionales Docentes remunerados por Universidades vayan a sus dependencias a proveer salud mientras forman alumnos y cual “combo 2×1” que estudiantes de postítulo y de último año atiendan a sus pacientes; eso bajo la premisa de que estos últimos ya están listos para hacerlo.

“En el otro extremo del cuadrilátero”, las Universidades deben (o deberían) garantizar la competencia de los profesionales de la Salud con prácticas en ambientes idóneos.  Para eso requieren los llamados “campus clínicos”.  En realidad este lado del ring tiene dos personajes, puesto que están las Ues que tradicionalmente han sido las formadoras de profesionales y las “nuevas” instituciones que han inaugurado carreras de la salud con motivaciones como mínimo “desconocidas”, puesto que en su mayoría pertenecen a privados.

En un mundo ideal para todos, los hospitales públicos serían de buena calidad, darían abasto a toda la demanda de salud de la población y habría espacio para todos los que se están formando profesionales puedan hacer sus prácticas.  Pero estamos lejos de eso y corresponde preguntarse qué variables pueden influenciarse para que eso cambie, además de preguntarse quién maneja dichas variables.

El problema de fondo, otra vez, es que de acuerdo a cierta visión de mundo, instalada hace más de 30 años en el país (y mayoritariamente ausente en países desarrollados), la mejor manera de que las cosas en Salud y Educación mejoren es dando “chipe libre” a la iniciativa privada.  De acuerdo a esta ideología (sí, ideología!), la salud privada, por obra y gracia de la competencia podrá finalmente solucionar los problemas de toda la población y además el mercado “seleccionará” a las entidades formadoras de los mejores profesionales así como regulará la coordinación con los potenciales campus clínicos.

Pues bien, lamento comunicarles que no hay ni evidencia empírica ni construcción teórica razonable que valide ese modelo.  En Chile faltan profesionales de enfermería y sobran de sicología; la razón más sencilla que explica ese fenómeno es que formar a los primeros sale mucho más caro y entonces el mercado privado de la educación ha invertido mucho en formar sicólogos (y periodistas y abogados y…).  Entonces, volviendo a la pregunta antes planteada, si no es el mercado, quién puede mover qué palanca en el mecanismo para resolver este problema?  Sencillo: el Estado.  El único que puede incentivar la formación de más profesionales de enfermería es el contrapeso del mercado, el centralizador de la iniciativa del bien común.

Pero ahí se viene otro lado perverso: los ideólogos antes mencionados ahora nos salieron con que aquello que no se regula sólo, el Estado tiene que regularlo por medio de subsidios estatales a los privados!  Fíjense que por medio del bono AUGE están pagándole con dineros fiscales a prestadores privados de salud, que lucran de manera escandalosa.  Además, las aseguradoras privadas (ISAPRES) han multiplicado sus ganancias de manera obscena.  Y más recientemente, por medio de esta “autoregulación”, se quiere favorecer a iniciativas privadas para explotar los campus clínicos por sobre las Ues estatales.

Es sencillamente el mundo al revés: de acuerdo a este modelo de libre competencia, las Ues estatales tendrían que pagarle a los Hospitales (también del Estado) para poder “usarlos” como campus clínicos para que éstos tengan una fuente de recursos para funcionar.

Por un momento imaginemos una solución alternativa: el Estado financia a las instituciones de salud como corresponde.  El Estado regula la formación de profesionales en sus Ues estatales (las privadas que hagan lo que les plazca) y le cede los campus clínicos que corresponde a cambio de buena calidad formadora y control del número de profesionales formado de acuerdo a las necesidades del país.  En ese camino, no se financia con platas del Estado el negocio privado (y obsceno) de nadie, es decir, todo lo que se pierde hoy en subsidios a negocios privados se invierte en bienestar de salud de la población y en formación profesional para el interés del país.  Si faltan recursos, pues bien, recaudemos más de tantas fuentes posibles.  Aumentando la cantidad y calidad de atención en salud, habrá espacio para todos los practicantes que el país requiera.

Pero, claro, bajo este otro modelo, muchos perderían su tajada de la torta que el Estado compra para la fiesta.  Eso explica lo “botada” que está la Educación Superior Estatal (con 10% de su presupuesto alimentado por el Estado y 90% autofinanciado!) y que ha motivado la actual rebelión de los estudiantes congregando hasta a medio millón de personas en el Parque O’Higgins.

Lo que está en juego es un concepto de país, de estructura de Estado, de contrato social.  A los que gobiernan, comprendan de una vez: el modelo fracasó y la gente se dio cuenta!  Por eso, agárrense, porque el conflicto “campus clínicos” lo que develó en realidad es la próxima batahola que se viene: la gente saldrá a las calles a exigir salud pública, garantizada y de calidad!

*Profesor Facultad de Medicina, U de Chile

Senador Universitario

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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