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Semana clave para reconocimiento del Estado palestino en la ONU

A pocos días de que se inicien una nueva Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, los ojos del mundo están puestos sobre los planes de la diplomacia palestina para solicitar su incorporación al organismo y obtener así algún tipo de reconocimiento como Estado. Es en estos días cuando más aumentan la presión y ...

Eduardo Orellana

  Martes 20 de septiembre 2011 10:07 hrs. 
NACIONES UNIDAS

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El Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, lo dejó claro durante su anunciada alocución del viernes en la ciudad de Ramallah, en Cisjordania: Palestina solicitará al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas su reconocimiento como miembro pleno del organismo, una vez que comience a celebrarse en Nueva York una nueva Asamblea General de la ONU, que comenzará este miércoles 21.

El líder árabe informó que hará la solicitud durante su discurso ante la Asamblea, el viernes 23, alegando que “necesitamos tener plena membresía en las Naciones Unidas… necesitamos un estado y necesitamos un asiento en la ONU”, como parte de las últimas confirmaciones de un proceso iniciado meses atrás y que esta semana pondrá a prueba la diplomacia internacional y el concepto mismo de multilateralismo enquistado en el corazón de la llamada “comunidad internacional”.

La campaña de reconocimiento palestino tiene larga data, pero cobró especial vigor luego de que las facciones políticas rivales de la nación árabe, la islamista Hamas y la moderada Al Fatah, acordaran dejar de lado sus diferencias para trabajar juntos luego de años de distanciamiento que sólo lograron minar su posición en el escenario internacional y fortalecer la de Israel, estado que actualmente ocupa y coloniza buena parte de sus territorios, a pesar de las numerosas condenas en ese sentido.

La puesta en marcha de la campaña tiene que ver también con el punto muerto al cual habían llegado las negociaciones de paz entre palestinos e israelíes, especialmente por la insistencia del gobierno de este último estado de continuar construyendo viviendas en zonas ocupadas. Pero también con una alta cuota de responsabilidad de las grandes potencias occidentales, que en su rol de mediadoras no manifestaron la misma energía para condenar los desvaríos israelíes que la que usualmente usan para sancionar acciones de grupos palestinos radicalizados.

En ese sentido, la iniciativa llevada adelante por la nación árabe puso en jaque a estas potencias, que han visto y seguirán viendo cuestionado su rol frente a la comunidad internacional, pero también a la propia ONU, que deberá dar muestras de ecuanimidad ante un foro que reúne a 193 estados de todo el mundo y de diversas realidades políticas, económicas, culturales y estratégicas.
Aunque Mahmoud Abbas no quiso referirse en su discurso del viernes al inminente veto que Estados Unidos amenazó con aplicar sobre su solicitud, medida que echaría por tierra sus pretensiones de pleno reconocimiento estatal, el líder de la Autoridad Nacional Palestina indicó que ya cuentan con el respaldo de más de 120 países, esto es, más de los dos tercios necesarios en la Asamblea General para ser incorporados a Naciones Unidas bajo un estatuto inferior, pero simbólico y que podría significar el primer paso hacia su compleción.

Más aún, de desatarse un conflicto en torno al reconocimiento de la nación Palestina como estado pleno, otros pueblos en situación similar podrían verse afectados. Entre ello, Kósovo, cuya independencia de Serbia ha sido reconocida por buena parte de los países de Europa Occidental, a pesar de la oposición de Rusia y otros estados de la región. Y junto a Kosovo, existen una serie de otros pueblos que luchan por ser obtener reconocimiento internacional amplio, entre ellos, el Sahára Occidental y Taiwán, y también regiones separadas de facto como Abjazia y Osetia del Sur, en Georgia; Transnistria, en Moldavia; o bien casos más complejos como el del pueblo kurdo o incluso la nación mapuche.

Por tales motivos, el camino que los palestinos emprenden para instalar su anhelado escaño en las Naciones Unidas es complejo y difícilmente será un éxito cabal, pero más allá de lo que se logre, arrojará un necesario manto de sinceridad sobre los intereses últimos que priman en relaciones entre grandes potencias, estados medianos, países pequeños y naciones postergadas.

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