El sistema alimentario mundial defrauda a casi mil millones de personas que padecen hambre y malnutrición. ¿Qué se puede y se debe hacer para cambiar la situación? Ésa es la pregunta que se hace Cruz Roja después de publicar el Informe Mundial de Desastres 2011. En esta oportunidad, estuvo enfocado en las crisis alimentarias que afectan a la mitad de la población mundial.
Según indica el informe, “llama la atención sobre la gravedad que significa que cada día el 15% de la población mundial se acueste con hambre y que 3 millones de niños menores de 5 años mueran anualmente por causa de desnutrición”.
El Informe da cuenta de la delicada crisis que afronta el sistema alimentario mundial, donde una suma de factores está creando cada vez más inseguridad alimentaria a millones de personas, aumentando con ello su vulnerabilidad a los desastres y crisis de diferente índole.
Para Gustavo Ramírez, representante regional de la Federación, las cifras demuestran que existen dos caras de la moneda, y apuntó que “el mundo está preparado para alimentar a los 7 mil millones de habitantes que existen en el planeta. Pero sabemos que hay mil millones de personas con hambre. La contradicción se produce cuando decimos que hay mil 500 millones de personas con problemas de sobrepeso u obesidad, cifras alarmantes que nos hablan de una tremenda injusticia”.
Las personas que padecen hambre se concentran en el Asia y el Pacífico (578 millones) y en el África Subsahariana (239 millones).
Además de las turbulencias económicas, los conflictos y los desplazamientos han agravado la pobreza en muchos lugares del mundo. Más de la mitad de la población de la República Democrática del Congo vive hoy en condiciones de pobreza abyecta en medio de una tierra de abundancia tropical en la que se cultivan alimentos con facilidad; la mitad de la población infantil padece malnutrición crónica y uno de cada diez niños sufre de desnutrición aguda.
Otro dato importante. Después de decenios de estabilidad, 2007 marcó el inicio del aumento de los precios internacionales de los principales cereales, que se habían duplicado ya para principios de 2008. En un año, los precios mundiales del trigo aumentaron en un 150%, con el consiguiente incremento en más del doble del precio del pan, aunado al alza del costo del transporte y de los productos manufacturados como resultado de los altos precios del petróleo.
En una mirada al caso chileno, Ramírez manifestó que la lejanía de ciertas comunidades de los centros de acopio y distribución también incide en su calidad alimentaria, pero después del terremoto los principales problemas se centran en la capacidad productiva.
“Hemos impulsado un programa de apoyo a algunas comunidades rurales, especialmente a pequeños productores agrícolas para darles semillas e insumos que permitan mejorar sus productos de sus huertas familiares, y si hay excedentes, que les permitan tener ingresos que aseguren una continuidad en el desarrollo productivo”, sostuvo.
Los desafíos planteados en el texto se refieren a que “en el último decenio se han desplegado esfuerzos importantes para reformar la capacidad de la Organización de las Naciones Unidas y de todo el sistema en general, en el ámbito humanitario. Ello incluyó iniciativas para agilizar la movilización de fondos de emergencia”. Las reformas que no se han realizado son igualmente importantes como la colaboración eficaz con las personas vulnerables y las intervenciones basadas en las necesidades.
El sistema alimentario mundial defrauda a casi mil millones de personas que padecen hambre y malnutrición. ¿Qué se puede y se debe hacer para cambiar la situación? Ésa es la pregunta que se hace Cruz Roja después de publicar el Informe Mundial de Desastres 2011. En esta oportunidad, estuvo enfocado en las crisis alimentarias que afectan a la mitad de la población mundial.
Según indica el informe, “llama la atención sobre la gravedad que significa que cada día el 15% de la población mundial se acueste con hambre y que 3 millones de niños menores de 5 años mueran anualmente por causa de desnutrición”.
El Informe da cuenta de la delicada crisis que afronta el sistema alimentario mundial, donde una suma de factores está creando cada vez más inseguridad alimentaria a millones de personas, aumentando con ello su vulnerabilidad a los desastres y crisis de diferente índole.
Para Gustavo Ramírez, representante regional de la Federación, las cifras demuestran que existen dos caras de la moneda, y apuntó que “el mundo está preparado para alimentar a los 7 mil millones de habitantes que existen en el planeta. Pero sabemos que hay mil millones de personas con hambre. La contradicción se produce cuando decimos que hay mil 500 millones de personas con problemas de sobrepeso u obesidad, cifras alarmantes que nos hablan de una tremenda injusticia”.
Las personas que padecen hambre se concentran en el Asia y el Pacífico (578 millones) y en el África Subsahariana (239 millones).
Además de las turbulencias económicas, los conflictos y los desplazamientos han agravado la pobreza en muchos lugares del mundo. Más de la mitad de la población de la República Democrática del Congo vive hoy en condiciones de pobreza abyecta en medio de una tierra de abundancia tropical en la que se cultivan alimentos con facilidad; la mitad de la población infantil padece malnutrición crónica y uno de cada diez niños sufre de desnutrición aguda.
Otro dato importante. Después de decenios de estabilidad, 2007 marcó el inicio del aumento de los precios internacionales de los principales cereales, que se habían duplicado ya para principios de 2008. En un año, los precios mundiales del trigo aumentaron en un 150%, con el consiguiente incremento en más del doble del precio del pan, aunado al alza del costo del transporte y de los productos manufacturados como resultado de los altos precios del petróleo.
En una mirada al caso chileno, Ramírez manifestó que la lejanía de ciertas comunidades de los centros de acopio y distribución también incide en su calidad alimentaria, pero después del terremoto los principales problemas se centran en la capacidad productiva.
“Hemos impulsado un programa de apoyo a algunas comunidades rurales, especialmente a pequeños productores agrícolas para darles semillas e insumos que permitan mejorar sus productos de sus huertas familiares, y si hay excedentes, que les permitan tener ingresos que aseguren una continuidad en el desarrollo productivo”, sostuvo.
Los desafíos planteados en el texto se refieren a que “en el último decenio se han desplegado esfuerzos importantes para reformar la capacidad de la Organización de las Naciones Unidas y de todo el sistema en general, en el ámbito humanitario. Ello incluyó iniciativas para agilizar la movilización de fondos de emergencia”. Las reformas que no se han realizado son igualmente importantes como la colaboración eficaz con las personas vulnerables y las intervenciones basadas en las necesidades.
El sistema alimentario mundial defrauda a casi mil millones de personas que padecen hambre y malnutrición. ¿Qué se puede y se debe hacer para cambiar la situación? Ésa es la pregunta que se hace Cruz Roja después de publicar el Informe Mundial de Desastres 2011. En esta oportunidad, estuvo enfocado en las crisis alimentarias que afectan a la mitad de la población mundial.
Según indica el informe, “llama la atención sobre la gravedad que significa que cada día el 15% de la población mundial se acueste con hambre y que 3 millones de niños menores de 5 años mueran anualmente por causa de desnutrición”.
El Informe da cuenta de la delicada crisis que afronta el sistema alimentario mundial, donde una suma de factores está creando cada vez más inseguridad alimentaria a millones de personas, aumentando con ello su vulnerabilidad a los desastres y crisis de diferente índole.
Para Gustavo Ramírez, representante regional de la Federación, las cifras demuestran que existen dos caras de la moneda, y apuntó que “el mundo está preparado para alimentar a los 7 mil millones de habitantes que existen en el planeta. Pero sabemos que hay mil millones de personas con hambre. La contradicción se produce cuando decimos que hay mil 500 millones de personas con problemas de sobrepeso u obesidad, cifras alarmantes que nos hablan de una tremenda injusticia”.
Las personas que padecen hambre se concentran en el Asia y el Pacífico (578 millones) y en el África Subsahariana (239 millones).
Además de las turbulencias económicas, los conflictos y los desplazamientos han agravado la pobreza en muchos lugares del mundo. Más de la mitad de la población de la República Democrática del Congo vive hoy en condiciones de pobreza abyecta en medio de una tierra de abundancia tropical en la que se cultivan alimentos con facilidad; la mitad de la población infantil padece malnutrición crónica y uno de cada diez niños sufre de desnutrición aguda.
Otro dato importante. Después de decenios de estabilidad, 2007 marcó el inicio del aumento de los precios internacionales de los principales cereales, que se habían duplicado ya para principios de 2008. En un año, los precios mundiales del trigo aumentaron en un 150%, con el consiguiente incremento en más del doble del precio del pan, aunado al alza del costo del transporte y de los productos manufacturados como resultado de los altos precios del petróleo.
En una mirada al caso chileno, Ramírez manifestó que la lejanía de ciertas comunidades de los centros de acopio y distribución también incide en su calidad alimentaria, pero después del terremoto los principales problemas se centran en la capacidad productiva.
“Hemos impulsado un programa de apoyo a algunas comunidades rurales, especialmente a pequeños productores agrícolas para darles semillas e insumos que permitan mejorar sus productos de sus huertas familiares, y si hay excedentes, que les permitan tener ingresos que aseguren una continuidad en el desarrollo productivo”, sostuvo.
Los desafíos planteados en el texto se refieren a que “en el último decenio se han desplegado esfuerzos importantes para reformar la capacidad de la Organización de las Naciones Unidas y de todo el sistema en general, en el ámbito humanitario. Ello incluyó iniciativas para agilizar la movilización de fondos de emergencia”. Las reformas que no se han realizado son igualmente importantes como la colaboración eficaz con las personas vulnerables y las intervenciones basadas en las necesidades.
