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Año XVI, 18 de abril de 2024


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Los Siete (4) Pecados (de las) Capitales


Martes 1 de noviembre 2011 2:24 hrs.


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Hay una serie de sucesos que permanente y silenciosamente suceden en nuestras ciudades, que nos  afectan como sociedad, y que tienen directa relación con el tipo de ciudad que estamos construyendo. En la medida que no se haga un profundo golpe de timón y persistan estos problemas, en el futuro cercano tendremos crisis profundas e irreversibles. Analicemos cuatro de estos fenómenos.

Primero, el Transporte. La crisis por la que atraviesa el transporte público, especialmente el de la ciudad de Santiago está en directa relación con el tipo de ciudad que estamos construyendo, caracterizada por un crecimiento permanente en extensión y en desigualdad. Es así que los sectores mas pobres, a quienes la política habitacional ha “depositado” en  lugares menos equipados y  más alejados, deben pasar una gran parte de sus días dentro del transporte público. Así de simple y brutal.

Segundo, la renta del suelo urbano y el crecimiento de la ciudad. La ciudad está creciendo aceleradamente, y el único criterio de localización para las nuevas viviendas de los sectores más pobres está dado por el mercado, es decir, el precio del suelo. Sin duda que el mercado es un buen asignador de recursos, pero no el único. El suelo urbano tiene tales particularidades que al considerar al mercado como el único elemento, se producen distorsiones muy grandes. Es así que el desarrollo de nuestras ciudades en el último tiempo ha generado grandes zonas en los márgenes de la ciudad, lejos del centro, sin servicios, en que solo viven pobres.

Tercero, la producción y localización de la vivienda social. Estamos frente a una paradoja de difícil explicación. En los últimos veinte años, nunca en la historia del país se había hecho un esfuerzo tan grande por dotar de vivienda a los sectores más pobres. En este esfuerzo, exitoso en lo cuantitativo, han participado el Estado, los usuarios, la banca y las constructoras. No obstante lo anterior, al dejar en el mercado el tema de la elección del suelo urbano, este fantástico esfuerzo ha devenido en una situación nunca vista de segregación urbana y construcción de una ciudad desigual.

Cuarto, la seguridad ciudadana y  la no pertenencia social.
El siempre actual y majadero tema de la seguridad ciudadana, tan presente en los medios, pese a que las ciudades chilenas son las más seguras de la región, tiene una profunda y determinante componente urbana. El tema de la violencia y de la inseguridad ciudadana, no está referido tan solo al tema de la pobreza (campo en el cual Chile ha hecho avances importantísimos en los últimos años), sino que está relacionado fundamentalmente con la desigualdad.

He aquí algunos de los problemas más graves y de difícil solución en nuestra sociedad y en nuestras ciudades (por falta de conocimiento, por clasismo y por falta de voluntad política). Los últimos acontecimientos de violencia urbana, liderada por jóvenes, es la expresión social de condiciones de profunda desigualdad urbana. Obviamente que en esa irracional protesta, traducida en la destrucción del mobiliario y espacio publico (que, paradójicamente sus principales usuarios son los mas pobres) hay un sentido de no pertenencia. Esos jóvenes no se sienten parte de esta “exitosa” sociedad y tampoco se sienten habitantes o vecinos  esta ciudad.

Estos cuatro aspectos, que ponen en jaque la unicidad y viabilidad del proyecto social chileno, tienen una importante explicación en la situación urbana de la ciudad. Creo que toda la sociedad, especialmente sus elites, debería reflexionar en el sentido que procurar una ciudad más equilibrada e igualitaria, no tan solo generará una sociedad más justa, sino que incluso podría ser, desde el punto de vista económico, más rentable.