Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 19 de abril de 2024


Escritorio

Correa y Piñera


Miércoles 2 de noviembre 2011 10:43 hrs.


Compartir en

Mientras en la Cumbre Iberoamericana 2011 el Presidente de Chile se regodea con las fotos de su reunión con el monarca español, Juan Carlos –el mismo que preside cada 12 de octubre el desfile militar en Madrid en alusion a la conquista de América-, otro mandatario marcó la agenda con una actitud muy diferente.

El Presidente de Ecuador, Rafael Correa, protestó porque en la Cumbre “los primeros que hablan son los representantes de la burocracia internacional”, en referencia al discurso de la vicepresidenta del Banco Mundial, Pamela Cox. Hace años la señora Cox, aseguró Correa, se negó a última hora a darle un crédito a Ecuador porque su gobierno “había cambiado la política económica”. El mandatario se levantó de su asiento y salió de la sesión.

Recordemos: en una cumbre similar, pero en Santiago de Chile, en 2007, el mismo Rey de España mandó a callar a otro Presidente, Hugo Chávez, de Venezuela. Los canales del oligopolio mediático en Chile y el mundo convirtieron el famoso “por qué no te callas” en fenómeno de masas, que los jovencitos españoles reprodujeron en camisetas y ringtones.

El Presidente Correa es uno de esos malos “chavistas” que han llegado en los últimos años para hacer de las cumbres un lugar menos dócil donde gastar en buenas comidas, champagne y escenografías más dignas de Hollywood que de un evento para los representantes del continente más desigual del planeta.

Hasta ahora, Correa ha resultado molesto. La cumbre del Grupo de Río en Santo Domingo 2008 debió dedicarse a darle garantías a su gobierno que el colombiano Álvaro Uribe no llevaría adelante otra acción de guerra como la perpetrada en territorio ecuatoriano en aquellos días, so pretexto de la “lucha contra el terrorismo”.

Correa asimismo debió enfrentar el 30 de septiembre de 2010 un golpe de Estado, iniciado con una supuesta “rebelión policial” y que terminó con el Presidente secuestrado en un hospital. Afortunadamente, los ciudadanos salieron a las calles a defender el régimen democrático y Correa logró mantener el liderazgo de la situación. Mientras, la campaña sucia trató de confundir a la opinión pública mundial mostrando un “clima de confrontación”.

¿Qué ha hecho un gobierno como el de Correa?

Impulsó una asamblea constituyente y una nueva Constitución, que mediante el voto libre, transparente y popular refundó el Ecuador, fijando como principio de la nación lo que ellos llaman “sumak kawsay” o buen vivir.

La nueva carta magna prohíbe la tercerización de la fuerza de trabajo. Instala la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, como derechos básicos de las personas. Los recursos naturales fueron recuperados después de décadas de prostitución de la riqueza petrolera en manos de transnacionales, a cambio de financiamiento para políticos apátridas. Se creó el Control Social de las acciones de gobierno, y se prohíbe el financiamiento de la banca a los medios informativos.

Correa, por cierto, impulsó también una ofensiva contra lo que llamó el “populismo de mercado”. El Banco Central del Ecuador, cuya supuesta “autonomía” era en verdad independencia del gobierno y dependencia de la banca extranjera, volvió en ese país al control de los poderes publicos legítimamente constituidos. Insoportable, ¿cierto?

El Presidente de Chile no sólo se quedó en silencio ante la protesta de Correa. Tampoco dijo nada ante la propuesta de Evo Morales de pasar de los dichos a los hechos: en vez de sólo criticar los efectos de las políticas económicas reinantes, integrarse al bloque financiero-comercial de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. El discurso del gobierno chileno tampoco propuso algo como Ollanta Humala, quien habló de “llevar al Estado a la punta del cerro y los lugares más apartados”.

En fin, Correa simboliza, en tanto líder de un proceso renovador para la democracia electoral, como vía para la expresión de los legítimos intereses populares, todo aquello contra lo cual ha actuado la derecha en Chile y otros países. Desde el golpe contra Allende a la entrega del cobre y la negativa a ver la educación como un derecho inalienable, las medidas populares de esos gobiernos son verdaderos agentes tóxicos para las “verdades” establecidas por el credo neoliberal y la democracia restringida que se impuso en América mediante dictaduras y consensos amañados. Mientras la mayoría de los países de América avanzan, las derechas proponen el coma histórico.

No podía ser de otro modo: Piñera se saca fotos con reyes; Correa denuncia los atrevimientos de quienes no entienden que América Latina empezó a ser independiente hace más de 200 años.