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Seminario Ciudadanía Activa:

“Los últimos gobiernos han funcionado de espalda a la gente y eso aburrió”

En un encuentro organizado por el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile en conjunto con la Corporación Participa se analizaron las causas y los alcances de los movimientos ciudadanos que se han presentado en Chile entre 2010 y 2011 y que han puesto en vilo a las instituciones como las encargadas de canalizar las demandas ciudadanas.

Loreto Soto

  Jueves 17 de noviembre 2011 21:18 hrs. 
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El periodo 2010- 2011 pasará a la historia como el año de las movilizaciones sociales en Chile. Y es que además de las demandas del movimiento estudiantil, que lograron volcar el debate nacional hacia la Educación durante más de seis meses, durante estos dos años el país fue testigo de diversas manifestaciones ciudadanas de carácter regional y nacional.

En un principio, los conflictos ambientales fueron los que se robaron la película, pasando de demandas locales a masivas protestas ciudadanas como sucedió en el caso de la termoeléctrica Barrancones, que amenazaba la reserva natural de Punta de Choros, y el emblemático proyecto Hidroaysén.

Aunque en ambos casos las campañas de sensibilización hacia la ciudadanía y a las autoridades llevaban varios años, la aprobación de los proyectos que, según denuncian los dirigentes, tuvieron un carácter político, generaron un rechazo que se expresó en protestas espontáneas que se coordinaron principalmente a través de las redes sociales.

Por lo mismo, las experiencias, similitudes y alcances de estas movilizaciones fueron analizadas este jueves en el Seminario Ciudadanía Activa organizado por el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile y la Corporación Participa.

A juicio de Andrea Sanhueza, quien colaboró activamente en la campaña contra Barrancones, estas expresiones se explicarían por la falta de canales de participación que den curso a las demandas de las personas.

“En Chile se ha logrado gobernabilidad, crecimiento económico, disminución de la pobreza, sin embargo, en tener una ciudadanía activa que sean sujetos de derecho y que conozcan sus garantías hemos quedado atrás. Los últimos gobiernos han administrado el país bastante de espalda y no cabe ninguna duda que la gente se aburrió de eso”, dijo la asistente social.

Por su parte, el director del Instituto de Asuntos Públicos, Eduardo Dockendorff, destacó la importancia que tuvieron las manifestaciones en torno al medio ambiente como base para el éxito del movimiento estudiantil.

“Es interesante advertir que este proceso se desata antes que el conflicto con los estudiantes. No sé si éste hubiese tenido las mismas características, la misma fuerza y el mismo protagonismo si no hubiesen existido estos movimientos antes. Parece como si hubieran abierto el cause y despercudido a la gente en su afán por protestar y por expresarse”, comentó el académico.

Sin embargo, estas movilizaciones no fueron las únicas que se presentaron durante este periodo. El 2011 se inauguró con fuertes protestas en Punta Arenas en contra del alza del gas. Y si bien este problema tuvo una raíz más regional, de todas formas logró impulsar una mesa de trabajo con las autoridades donde la ciudadanía jugó un papel fundamental.

Los expertos aseguran que parte de este fenómeno se podría atribuir a una crisis de representatividad general, pero además a la desconfianza que existe entre los diversos actores para poder construir soluciones.

“Nos cuesta trabajar en conjunto en Chile. Lo que se llama capital social, que es la confianza que nos tenemos unos con otros y que nos permite ponernos de acuerdo relativamente fácil y hacer cosas juntos ya sea para movilizarnos o para que los movilizados se acerquen a un partido político. Eso cuesta muchísimo”, dijo Andrea Sanhueza.

Dockendorff es más radical y afirma que más allá de las reformas políticas en materia electoral o de composición del Congreso – que se han discutido a partir de estas expresiones sociales – se deben impulsar modificaciones serias que apunten a terminar con la centralización del país para que existan vías de respuesta regionales a las demandas.

“Los medios hoy operan transversalmente entonces un conflicto en cualquier punto de Chile va a repercutir en Santiago y se va a hacer nacional, al menos que la democracia provea mecanismos de resolución de conflictos en las respectivas regiones. Santiago puede transformarse en un infierno cruzado por problemas de estudiantes frustrados, de familias endeudadas, de ambientalistas indignados y así sucesivamente”, sentenció.

Una de las principales conclusiones de este seminario es que luego de 20 años de democracia donde el destino de Chile estuvo más bien manejado por el Estado y el sector privado, en la actualidad, los ciudadanos pasaron a ser un actor fundamental. Por lo mismo, los expertos advirtieron que, en este nuevo contexto, es necesario encontrar nuevos mecanismos que reemplacen a una democracia representativa que parece estar agotada.

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