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Año XVI, 19 de abril de 2024


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Mauricio Muñoz, sociólogo ICAL:

“La subcontratación es una táctica de dominio”

En medio del debate por las desigualdades en Chile, el último estudio del área laboral del Instituto ICAL plantea que la subcontratación en la Gran Minería – el sector productivo más importante del país – no sólo tiene implicancias económicas que se traducen en la precarización de los puestos laborales, sino también subjetivas al situar en distintas categorías a empleados que cumplen la misma función.

Loreto Soto

  Viernes 9 de diciembre 2011 4:44 hrs. 
minero

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El último informe de la OCDE  sitúo a Chile como el país más desigual al interior de la organización. Algunos economistas han sostenido que parte de este fenómeno se explicaría por la estructura que tiene el mercado laboral del país donde mientras distintas empresas reportan millonarias ganancias, sus trabajadores reciben sueldos ínfimos. La Gran Minería no se escapa de esta máxima, sin embargo, existe otro factor que juega un rol determinante: la subcontratación.

De hecho, según el último estudio realizado por el sociólogo laboral del Instituto ICAL, Mauricio Muñoz, en las dos principales cupríferas chilenas, la estatal Codelco y la privada Escondida,  existen 2,1 y 1,5 trabajadores subcontratados por cada uno de planta respectivamente. Es así como a 2010 en Codelco los empleados de planta alcanzaban los 19 mil 347 mientras que los subcontratados eran 41 mil 241. Una mayoría – pese a desempeñarse en las mismas funciones – presenta condiciones laborales deterioradas y salarios más bajos.

¿De qué forma se inserta la subcontratación dentro del paradigma de la distribución de la riqueza?

Dentro del ámbito del subcontrato general en Chile, los trabajadores del cobre tienen un ingreso relativamente alto si se compara, por ejemplo, con aquellos que laboran en los call center. Aún así, los que están subcontratados en la minería ganan menos que los que trabajan de planta en la misma empresa. Por eso las reivindicaciones económicas son necesarias en este tipo de empresas. Es importante entender que esta forma de articular el mercado del trabajo minero da cuenta de una realidad estructural nacional. Uno podría sacar una fotografía del mercado chileno a partir del sector productivo minero, en especial, la relación entre contrato y subcontrato. La lógica de la subcontratación se instala como forma de desarrollo de nuestro modelo productivo así como la flexibilidad laboral en general. Es el paraguas en que se ampara el desarrollo económico nacional.

¿En qué momento se podría situar el estallido de la subcontratación como práctica laboral?

Hay un hito que es fundamental: El Plan Laboral de 1979 que instala José Piñera desde la cartera de Trabajo, y que implicó desregular el tema de los subcontratos. También tiene implicancias en los sindicatos y en instancias productivas mayores. Pero en este ámbito tiene que ver con el permitir subcontratar personas en áreas que estén directamente relacionadas con la producción de la empresa. En la minería a partir de los 80 empieza a haber una gran cantidad de personas subcontratadas, fenómeno que también se puede leer con la emergencia de sindicatos de trabajadores subcontratistas en los 90, que coincide con el movimiento social que se levanta para lograr una salida a la dictadura de ese momento.

¿Cuáles son las implicancias de que en la industria más grande del país la subcontratación sea el principal vínculo laboral?

Hay que entender que el mercado de trabajo chileno en general tiene a la subcontratación como una especie de entelequia, es decir, como una verdad en sí misma que no necesita demostración alguna. La subcontratación parte como una necesidad del capital para aumentar o disminuir la cantidad de trabajadores según se incremente o reduzca la demanda en el mercado. Es una herramienta esencial para la adaptabilidad del capital porque le entrega la monopolización del control de la demanda de la fuerza de trabajo al empresariado.

En el tema del subcontrato existe un estudio del CEP que señala que las compañías eligen este mecanismo por la especificidad de las tareas que demanda la producción, entonces a tareas específicas se designan trabajadores específicos. Pero también se sustenta en la incertidumbre que el mercado instala en la producción para variar la cantidad de empleados en periodos de mayor o menor demanda o en un periodo de crisis. Finalmente, el tamaño de la producción también determinaría la dimensión de la fuerza de trabajo subcontratada. Las empresas mineras tienden a producir al máximo de su capacidad y eso también implica un mayor grado de subcontratación y en último término el precio del cobre también influye: entre mayor sea, hay mayor intensificación en el grado de subcontratación de personas.

Pero también se reducen costos…

Precisamente la subcontratación se vincula a la demanda de adaptabilidad a los cambios del mercado para disminuir los costos que tienen que ver con el despido de los trabajadores, transfiriéndolo a las empresas contratistas. Por otro lado, de acuerdo a los estudios, a las empresas no les importaría subcontratar sólo por la cantidad de salario, pero existe esa diferencia. Los subcontratistas, de hecho, ganan menos.

¿De qué forma influye la subcontratación en la estabilidad laboral de los trabajadores y en sus garantías sociales?

Si bien a los trabajadores que están subcontratados las empresas les pagan la seguridad social mínima dentro de lo que las compañías mandantes también tienen un rol tutelar, el problema tiende a estar ligado más a la inestabilidad laboral por los contratos por obra y a plazo fijo. Pero la subcontratación tiene además impactos que están en la subjetividad de los trabajadores y que los estudios que intentan mirar este fenómeno lo omiten.

¿Cuáles son esos impactos?

La diferencia de estatus entre los trabajadores de planta y los contratistas. Existe un doble mando dentro de la empresa porque es la mandante y no la contratista la que entrega las pautas de trabajo. Esto se ve facilitado por las características de enclave que tiene la producción minera. También tiene que ver con la identidad del trabajador porque tiene fuertes vínculos de pertenencia a las empresas mandantes más que a las contratistas porque sus trayectorias laborales se han desarrollado ahí y éstas también son responsables de las condiciones materiales de producción de los trabajadores. Otro punto fundamental sobre todo en el área minera es que los trabajadores se consideran a sí mismos mineros y eso implica un co-relato cultural muy fuerte cuando se aborda la subjetividad de los empleados de esta industria. Por eso, planteamos que la subcontratación más que una forma que tiene el capital de adaptarse a las condiciones del mercado, es también una táctica de dominio que tiende a disociar y contraponer a los sujetos, incluso a trabajadores que tienen la misma función. Con eso se generan trabajadores de distintas categorías, se complejizan los procesos de constitución identitaria que se producen por la mezcla y confusión de las culturas laborales y se desvirtuan los sentidos de los trabajadores.

¿Cómo se expresa esta situación?

Esto se hace sentir de forma muy vívida al interior de las empresas y se reproduce en el entorno social minero. Incluso hay anécdotas que lo reflejan. Los mineros son muy asiduos a frecuentar burdeles, sobre todo porque las faenas son de enclave y pasan mucho tiempo solos. Entonces una prostituta, antes de ofrecer los servicios, preguntaba si el sujeto era de planta o no. Hasta ese nivel llega la diferencia. Por eso, esto se liga principalmente con un tema identitario e incluso lo pienso en la necesidad de equipara el poder de los trabajadores frente al capital.

En relación a estructura de la subcontratación, uno puede apreciar que la externalización se produce a nivel de los oficios más técnicos que ejecutivos

Efectivamente, las empresas mineras, Codelco y Escondida principalmente, se han transformado en compañías de gestión minera. Las grandes plantas gerenciales son las que se mantienen contratadas directamente y la gran masa de la fuerza de trabajo es la que permanece subcontratada.

¿Este mecanismo se aplica sólo en Chile o es común en la producción minera internacional?

La subcontratación y la flexibilidad laboral en general es un modo de ser del neoliberalismo. Esto se aplica en la mayor parte de los países occidentales capitalistas. La subcontratación, además de la hiper explotación de la fuerza de trabajo, generaría las condiciones para desarticular a un actor fundamental, que es la clase obrera y provoca condiciones para que se reproduzca el modelo. Esto ayuda a que el capital se adapte, pero además a crear una fuerza laboral que se pueda manipular y que, por lo tanto, muy difícilmente se puede inscribir en relatos colectivos. Esto es afín con el sistema actual.

¿Cómo influyó la aprobación de la Ley de Subcontratación en este escenario en Chile?

Fue un aporte en tanto que implicó internalizar a una gran cantidad de trabajadores e instaló una responsabilidad tutelar a las empresas mandantes sobre las subcontratistas. Ahora éstas son las que responden si algún contratista no paga las indemnizaciones. Tal vez no responden monetariamente, pero tienen la capacidad de presionar al contratista para que se haga. Sin embargo, este es el clásico juego que se instala cuando se promulgan las leyes. Mientras les entregan beneficios a los trabajadores también hay limitaciones que en este caso se relacionan con la poca socialización que existe sobre este tema a nivel contratista. Hay trabajadores que cumplen con las condiciones para ser contratados y la empresa no lo hace sino que tiene que ser el sindicato el que presiona. Se le endosa esa responsabilidad a los trabajadores.

¿La huelga de los subcontratistas del 2007 – donde efectivamente se lograron una serie de beneficios – logró marcar un precedente en este ámbito?

Hay que entender esa huelga como el resultado de un proceso de acumulación de fuerzas de los subcontratistas en general que parte en los ´90. El  2007 cuando se creó la Confederación de Trabajadores del Cobre a raíz de la huelga de 37 días en las cinco divisiones de Codelco fue un hito de un proceso de resistencia que permite incluso crear nuevos parámetros de análisis de la flexibilidad laboral. Esta resistencia no va por la categoría de obrero en el trabajo sino que más bien va por la enajenación que producen las condiciones laborales de los subcontratistas. Este es un avance para las mejores condiciones laborales de los trabajadores porque le demostró a la empresa mandante que su interlocutor son los contratistas.

¿De qué forma se podría perfeccionar el sistema para proteger a los trabajadores?

Dentro de la actividad productiva minera en particular los trabajadores tienen una posición privilegiada porque forman parte de toda la cadena productiva, por lo tanto, la fuerza de negociación que tienen es superlativa en relación a los empleados de otros sectores. De todas formas, para mí la mejor salida sería repensar el modelo de desarrollo que tenemos como país porque las injusticias son transversales en todos los sectores. Esto da cuenta que el modelo está agotado. Hay que pasar de la concepción de que el crecimiento del país está ligado a las ganancias que tengan las grandes empresas- que es precarizante- a una nueva forma de producir, pensada política-técnica y económicamente. Y de eso mismo hablan las movilizaciones sociales. En ese contexto, los subcontratistas sindicalizados deben politizar sus demandas y desbordar su espacio laboral porque es el modelo de desarrollo el que permite mecanismos como la subcontratación.

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