Expertos proponen alternativas a PSU para ingresar a la universidad
Un sistema de cuotas para colegios privados, subvencionados y municipales en las universidades, además de dar mayor relevancia a los méritos académicos en la enseñanza media, serían algunas de las propuestas elaboradas por académicos de la Universidad Alberto Hurtado, para subsanar las desigualdades que acarrea la PSU como sistema de ingreso a la educación superior.
Viernes 9 de diciembre 2011 16:35 hrs.
El Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado Juan Eduardo García- Huidobro señaló que es injusto utilizar la PSU como único o principal instrumento de selección universitaria, identificando con excesiva simpleza resultado escolar con talento y mérito.
“El sistema de admisión universitaria debe hacerse más complejo, tanto en el uso que se haga de los resultados de la PSU, como complementando estos resultados con otros antecedentes”, señaló el académico y director del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación, CIDE.
Desde su implementación el 2003, la PSU ha demostrado ser una prueba que mide las proveniencias socioeconómicas de los alumnos, tanto así que el 2010 el 57,4% de quienes provenían de colegios municipales obtuvieron sobre 450, mientras que en colegios pagados esta cifra asciende a 93,9%.
De hecho, desde las organizaciones de estudiantes secuendarios llamaron a no rendir el examen por considerarlo “clasista”.
Para disminuir este impacto, se proponen dos alternativas.
La primera es considerar un sistema de cuotas en las universidades, donde ingresen alumnos de colegios pagados, subvencionados y municipales. El otro factor positivo que se señala de esta propuesta es que ayudaría a disminuir la segregación social existente dentro de las universidades.
La segunda alternativa es darle más relevancia al mérito académico del alumno durante su etapa secundaria, independiente de su proveniencia económica y resultado en la PSU. Este sistema fue probado en la Universidad de Santiago, demostrando su éxito.
Se trata de un sistema similar al propedéutico impulsado en conjunto por la UNESCO y la USACH. La primera versión del sistema se dio el año 2007, cuando a la USACH ingresaron alumnos del 10% mejor evaluado de liceos que la universidad asesoraba con reforzamientos los sábados, y pertenecientes a liceos prioritarios por el Ministerio de Educación por su bajo rendimiento académico.
La iniciativa de extendió rápidamente a otras universidades, que a través de reforzamientos y otras alternativas buscan darle la oportunidad a los jóvenes de liceos vulnerables una evaluación equitativa para ingresar al sistema universitario.
Sobre la PSU, García Huidobro insistió en que “los resultados de esta prueba se relacionan en forma fuerte y directa con el capital económico y cultural de las familias, situación que no era diferente en el caso de la PAA y que debe ser corregida con otros instrumentos”.
El Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado Juan Eduardo García- Huidobro señaló que es injusto utilizar la PSU como único o principal instrumento de selección universitaria, identificando con excesiva simpleza resultado escolar con talento y mérito.
“El sistema de admisión universitaria debe hacerse más complejo, tanto en el uso que se haga de los resultados de la PSU, como complementando estos resultados con otros antecedentes”, señaló el académico y director del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación, CIDE.
Desde su implementación el 2003, la PSU ha demostrado ser una prueba que mide las proveniencias socioeconómicas de los alumnos, tanto así que el 2010 el 57,4% de quienes provenían de colegios municipales obtuvieron sobre 450, mientras que en colegios pagados esta cifra asciende a 93,9%.
De hecho, desde las organizaciones de estudiantes secuendarios llamaron a no rendir el examen por considerarlo “clasista”.
Para disminuir este impacto, se proponen dos alternativas.
La primera es considerar un sistema de cuotas en las universidades, donde ingresen alumnos de colegios pagados, subvencionados y municipales. El otro factor positivo que se señala de esta propuesta es que ayudaría a disminuir la segregación social existente dentro de las universidades.
La segunda alternativa es darle más relevancia al mérito académico del alumno durante su etapa secundaria, independiente de su proveniencia económica y resultado en la PSU. Este sistema fue probado en la Universidad de Santiago, demostrando su éxito.
Se trata de un sistema similar al propedéutico impulsado en conjunto por la UNESCO y la USACH. La primera versión del sistema se dio el año 2007, cuando a la USACH ingresaron alumnos del 10% mejor evaluado de liceos que la universidad asesoraba con reforzamientos los sábados, y pertenecientes a liceos prioritarios por el Ministerio de Educación por su bajo rendimiento académico.
La iniciativa de extendió rápidamente a otras universidades, que a través de reforzamientos y otras alternativas buscan darle la oportunidad a los jóvenes de liceos vulnerables una evaluación equitativa para ingresar al sistema universitario.
Sobre la PSU, García Huidobro insistió en que “los resultados de esta prueba se relacionan en forma fuerte y directa con el capital económico y cultural de las familias, situación que no era diferente en el caso de la PAA y que debe ser corregida con otros instrumentos”.
El Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado Juan Eduardo García- Huidobro señaló que es injusto utilizar la PSU como único o principal instrumento de selección universitaria, identificando con excesiva simpleza resultado escolar con talento y mérito.
“El sistema de admisión universitaria debe hacerse más complejo, tanto en el uso que se haga de los resultados de la PSU, como complementando estos resultados con otros antecedentes”, señaló el académico y director del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación, CIDE.
Desde su implementación el 2003, la PSU ha demostrado ser una prueba que mide las proveniencias socioeconómicas de los alumnos, tanto así que el 2010 el 57,4% de quienes provenían de colegios municipales obtuvieron sobre 450, mientras que en colegios pagados esta cifra asciende a 93,9%.
De hecho, desde las organizaciones de estudiantes secuendarios llamaron a no rendir el examen por considerarlo “clasista”.
Para disminuir este impacto, se proponen dos alternativas.
La primera es considerar un sistema de cuotas en las universidades, donde ingresen alumnos de colegios pagados, subvencionados y municipales. El otro factor positivo que se señala de esta propuesta es que ayudaría a disminuir la segregación social existente dentro de las universidades.
La segunda alternativa es darle más relevancia al mérito académico del alumno durante su etapa secundaria, independiente de su proveniencia económica y resultado en la PSU. Este sistema fue probado en la Universidad de Santiago, demostrando su éxito.
Se trata de un sistema similar al propedéutico impulsado en conjunto por la UNESCO y la USACH. La primera versión del sistema se dio el año 2007, cuando a la USACH ingresaron alumnos del 10% mejor evaluado de liceos que la universidad asesoraba con reforzamientos los sábados, y pertenecientes a liceos prioritarios por el Ministerio de Educación por su bajo rendimiento académico.
La iniciativa de extendió rápidamente a otras universidades, que a través de reforzamientos y otras alternativas buscan darle la oportunidad a los jóvenes de liceos vulnerables una evaluación equitativa para ingresar al sistema universitario.
Sobre la PSU, García Huidobro insistió en que “los resultados de esta prueba se relacionan en forma fuerte y directa con el capital económico y cultural de las familias, situación que no era diferente en el caso de la PAA y que debe ser corregida con otros instrumentos”.
