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Año XVI, 17 de abril de 2024


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Jorge Pizarro:

“El Estado no tiene derecho a imponer sufrimiento a una madre”

En entrevista con Radio Universidad de Chile, el senador DC dijo explicó por qué está a favor de legislar sobre el aborto terapéutico y cuestionó las contradicciones del oficialismo en su defensa del derecho a la vida. "Independiente de que seamos católicos o no, tenemos que legislar para todos los chilenos", afirmó.

Rodrigo Alarcón López

  Jueves 22 de marzo 2012 20:08 hrs. 
pizarro

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El senador Jorge Pizarro fue uno de los primeros parlamentarios DC que se mostró favorable a la idea de legislar sobre el aborto terapéutico. En la sesión del miércoles en la Cámara Alta, en la que fue postergada nuevamente la votación, insistió en la necesidad de despenalizar la interrupción del embarazo en ciertos casos.

Por ejemplo, cuando el embarazo pone en peligro la vida de la madre o cuando ésta necesita una intervención médica que provoca la muerte del feto: “Es importante despenalizar estas situaciones porque a pesar de que hoy los médicos actúan como corresponde, salvando la salud de la madre, a veces puede producirse temor a una posibilidad de penalización, eso puede retardar la intervención de los médicos y generar un problema para la madre”, señala

– Ahora, hay otras dos excepciones que a mí me hacen mucho peso y me interesa legislar. La primera es que debe despenalizarse cuando se certifica que hay inviabilidad fetal, cuando se sabe con certeza absoluta que no tiene posibilidad de vida. En esa circunstancia, debe ser la mujer quien debe tomar la decisión, porque hay muchas mujeres que van a preferir llegar al término del embarazo, aunque saben que el feto no tiene posibilidad de vida. Pero es una decisión de la madre, ella tiene que evaluar. Veo muy complejo que el Estado decida por ella. Y si decide acompañarlo hasta el final, el caso inverso es que esa misma madre puede decir ‘esto es muy traumático, no puedo soportarlo, no tiene sentido, me puede afectar’, y pide que se adelante el parto y se interrumpa el embarazo. Creo que el Estado no tiene derecho a imponer un sufrimiento a una madre que tiene plena conciencia de que ese feto no es viable.

Y el tercer caso es cuando hay un embarazo a consecuencia de una violación. Es el tema más complicado, porque la píldora del día después ha disminuido este problema, pero muchas veces eso no es posible y se producen violaciones reiteradas, violencia intrafamiliar, abusos, etc. En situaciones tan traumáticas para la mujer, con tantas consecuencias e implicancias, tiene que ser la propia mujer quien debe tener la libertad para decidir.

Hasta el momento, nadie ha planteado la libertad total y absoluta de la mujer para decidir cuando aborta o no por cualquier circunstancia. No está en discusión, entonces a veces algunos simplifican el debate hasta el absurdo al decir que quienes plantean estas excepciones están contra el derecho a la vida. Eso no es así, estamos hablando de condiciones especiales en que la mujer es la que debe decidir.

– El oficialismo se opone completamente a la idea de legislar, ¿por qué siempre impiden siquiera discutir?
– Hay una visión contradictoria, porque la defensa que hacen es decir ‘nosotros siempre hemos estado por el derecho a la vida, que es inalienable’. Lo que es cierto, pero esos mismos sectores son los que piden la pena de muerte y votaron en contra de derogarla. Y son los mismos que durante 17 años justificaron las violaciones a los DD.HH. que significaron la muerte por la represión del Estado. Hay una contradicción evidente.

Hay una visión respecto a no dejar que las mujeres, en circunstancias excepcionales, tengan derecho a decidir. No lo han dicho, pero me imagino que el temor es que a partir de esas excepciones se produzca lo que sucede en otras sociedades, donde el aborto está permitido y es la mujer quien decide. Ese debe ser el riesgo que están temiendo.

– ¿Cuánta influencia ha tenido la Iglesia católica en esa oposición?
– La Iglesia católica ha manifestado su punto de vista con toda claridad, como otras iglesias, para nadie es un misterio. La Iglesia siempre plantea el deber ser y es natural que así sea, porque son los valores en que se sustenta. Pero otra cosa distinta es lo que tenemos que hacer como legisladores, independiente de que seamos católicos o no. Tenemos que legislar para todos los chilenos, para todas las realidades, lo que sucede en la vida diaria de las personas. La Iglesia es un referente, sin duda, pero no puede mandatar ni obligar.

– También hay apoyo en encuestas respecto a legislar, ¿cómo se explica entonces que todavía no se haga?
– Son procesos,  la gente va cambiando. Imagínese que recién sacamos una ley antidiscriminación que costó mucho, porque hay gente muy discriminatoria en este país. Los casos los seguimos viendo, hay grupos neonazis que van y masacran a un joven por ser homosexual. Con esa realidad convive el país.

El debate me recordó mucho cuando tramitamos la ley de divorcio. A los que estábamos a favor de legislar, nos decían que estábamos en contra de la familia y los conservadores eran los que defendían la familia. El tema era que teníamos la obligación de legislar para la realidad de la familia chilena, que es muy diversa. Después ese debate se fue morigerando y logramos sacar una ley que no es la mejor, pero ayuda bastante a mejorar la realidad de las parejas chilenas. En este debate estamos en una situación parecida.

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