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Mercado y destrucción de barrios: el Barrio Bellavista

Columna de opinión por Julio Hurtado
Domingo 1 de abril 2012 10:17 hrs.


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En el desarrollo de nuestras ciudades se vive una paradoja notable respecto al mercado. Existe casi unanimidad en todos los sectores sociales, ideológicos y políticos que el mercado es un buen asignador de recursos, quizás el más eficiente. Así lo ha demostrado la historia reciente. Pero, en la construcción de la ciudad, como en una serie de otros campos (educación, salud, etc.), el mercado no puede ser el único instrumento de asignación de recursos. En ese contexto, el caso chileno es un buen ejemplo, ya que el mercado, actuando sin contrapeso, ha contribuido al deterioro y a la destrucción de parte importante de la ciudad.

Así sucede con nuestros barrios tradicionales, en permanente y generalizado proceso de deterioro y desaparición, en el contexto de un voraz negocio. Tal es el caso del Barrio Bellavista, en la ciudad de Santiago, el cual es una isla geográfica, entre el rio Mapocho y el cerro san Cristóbal. Fiel heredero de la Chimba, histórico asentamiento de indígenas, de pobres, de clases medias, de artistas y de profesionales.

Este barrio constituye un maravilloso lugar, central, conectado, protegido. Hasta hace muy poco tiempo, con una interesante mezcla social. Era el barrio de Neruda, de Camilo Mori y del restaurant Venecia. Lugar de artistas, de obreros, de galerías de arte, de talleres, y de librerías.

Sin embargo, a partir de los años 80 se dio una explosión, no controlada, de crecimiento comercial en ese sector, con una ausencia de control y dirección de parte de las autoridades. En este proceso, el mercado ha sido el único asignador de recursos y el resultado ha sido desastroso.

Es así que han sido expulsado los pobres, han desaparecido los talleres, se acabaron las galerías de arte y ya casi no quedan viviendas El mercado ha actuado libre e impunemente.

Incluso, pese a la preservación patrimonial, la estructura física no ha resistido. Asi es que vemos  una desescalada e invasiva sede de una universidad privada, el intento de instalar una gigantesca estatua, proyectos para destruir un tradicional parque, construcción de torres de vivienda de altura desproporcionada, etc.

El llamado crecimiento y desarrollo del Barrio Bellavista se ha traducido solamente en la aparición de restaurantes, bares, discotecas, sin ningún control urbano. El deterioro es evidente, las calles son inseguras y la estructura física se está distorsionando. Curiosa situación, el barrio cultural de Santiago no tiene una sola librería.

Vemos entonces que, sin la participación del sector público (con eficiencia, técnica y honestidad) y de la comunidad organizada, el mercado, al actuar como el único asignador de recursos, ha llevado necesariamente al deterioro y desaparición (de la estructura física y de sus usos sociales) de los barrios, a la expulsión de pobres a la periferia, y al rompimiento de las redes sociales.

En una palabra, la acción exclusiva del mercado ha llevado al deterioro y empobrecimiento de la ciudad en su conjunto.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.