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Primer y tercer mundo unidos: Costanera Center

Columna de opinión por Julio Hurtado
Lunes 9 de abril 2012 7:45 hrs.


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Estamos en presencia de una tremenda  paradoja, ya que el edificio Costanera Norte, máximo símbolo de la aspiración primermundista de la elite chilena es, a la vez, el máximo símbolo del tercermundismo institucional.

En los próximos meses se inaugurará el megaproyecto Costanera Center. Un gran centro comercial y el edificio más alto de Sudamérica, ubicado en un lugar centralísimo y ya congestionado de la ciudad.

Este  proyecto tiene diversos significados. Constituye un fenómeno de mega-representación cultural de la elite nacional, de un hipertrofiado sueño personal, de una iniciativa empresarial desmedida e indiferente a su entorno. Pero, además, constituye una desescalada y depredadora demostración histórico-cultural del modelo de desarrollo de nuestro país.

Sin exagerar, creo que estamos en presencia de un fenómeno que hará historia. No es frecuente, pese a los permanentes desaguisados de carácter urbano a los que estamos acostumbrados, realizar un tremendo emprendimiento sin tener en cuenta el impacto urbano. El caos que provocará constituirá  un fenómeno de estudio y de largo alcance en sus consecuencias.

Actualmente, ese sector de la ciudad, conocido como Sanhattan, tiene una población flotante de 80 mil personas. Se espera que, una vez finalizadas las obras (no tan solo las del Costanera Center, sino que además algunas aledañas, también polémicas), la población flotante alcanzará a 240 mil personas que diariamente visitarán ese lugar. Estamos hablando del 5% de la población de la ciudad circulando en unos pocos kilómetros cuadrados. Población que, por sus particulares características, posee un alto componente en propiedad y uso del automóvil.

Recordemos que, como promedio, cada auto en hora punta traslada 1.5 personas y ocupa 10 m2 de calle. Mientras que un bus en hora punta traslada 100 personas, ocupando 35 m2. Es decir, el automóvil congestiona 20 veces más

El caos que provocará esta multi-iniciativa empresarial constituye un ejemplo paradigmático de un tipo de modelo de negocios, de un tipo de relación público-privada, de una soberbia empresarial (baste leer las profusas declaraciones a la prensa del principal gestor) y del temor reverencial e irresponsabilidad de las autoridades políticas, tanto a nivel nacional como comunal, como de este y de los anteriores gobiernos.

Nadie se hace responsable del caos que se producirá. El municipio les echa la culpa a los ministerios, los ministerios al municipio y a los propietarios, y los propietarios a todos. Queda claramente establecido que las instituciones no funcionaron. Lo preocupante es que, además, esta inoperancia institucional se produce también en otras latitudes (en Castro, en San Antonio, en los ríos de Aysén, etc.).

Entonces, reitero, estamos en presencia de una tremenda  paradoja (digamos mejor, para estar a tono con el tema, de una megaparadoja), ya que el máximo símbolo de la aspiración primermundista de la elite chilena es, a la vez, el máximo símbolo del tercermundismo institucional.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.