Hace 39 años éramos jóvenes militares de la Fuerza Aérea, un grupo de Oficiales y la mayoría de nosotros Suboficiales, quienes nos comprometimos con el gobierno de Salvador Allende y con el proyecto de construir un país Socialista. Nos unimos con todas nuestras energías a ese tremendo caudal de voluntades que se desplegaba en todo el país, con entusiasmo y así develamos también, el viejo y mentiroso tabú de que las FFAA son apolíticas y que no son deliberantes.
Como ya había sucedido en nuestra historia, la decisión valiente de defender a un gobierno legal y democráticamente constituido, nos significó el encarcelamiento, las torturas y el exilio. Una historia que incluye a quienes perdieron sus vidas, comprometidos por la noble aspiración de construir una patria más justa, digna y con las mismas oportunidades para todos sus habitantes.
Por eso nos constituimos como Centro de Estudios de Exonerados de la Fuerza Aérea, CEEFA-73, para aportar a que la historia vivida y la memoria histórica, sean parte de la construcción de un país distinto y que se constituya en uno de los pilares de la educación de nuestras futuras generaciones.
Pero el motivo de este escrito no es CEEFA_73 sino para homenajear a las madres de ayer y las madres de hoy, a todas, mujeres quienes llevan en sí mismas la hermosa virtud y el poder de dar vida a hijos e hijas.
En especial recordar a todas esas madres que desde el mismo día 11 de Septiembre de1973 asumieron la responsabilidad y la tarea de buscar y encontrar a sus seres queridos, en aquel entonces desaparecidos o encarcelados. Y también para asumir responsabilidades politicas de primera línea en la resistencia a la dictadura.
Yo no se si habrá un dolor mas grande para una madre ( y un padre), que asumir una tarea como la de buscar a un hijo o a una hija, temiendo por la vida de quien nació desde su propio ser, o de encontrarles sin vida o simplemente constatar, que nunca podrán saber donde lo dejaron sus captores.
Mujeres valientes, anónimas, que en esas condiciones adversas asumieron la responsabilidad de seguir adelante, con la vida y con el hogar a veces destrozado, con el solo objetivo de proteger a sus familias. Creo que las estadísticas y las cifras de encarcelados, torturados o desaparecidos no dan cuenta de esto, son cifras necesarias pero frías, que no pueden captar lo que cada una de esas madres y de los que integran esas listas y sus familias, sintieron en momentos de tanta incertidumbre, de tanta soledad y de tanto miedo.
En lo personal no me gusta hablar de esto, pero es necesario hacerlo, porque nuestra patria tiene mala memoria y es un deber alimentar nuestra memoria histórica. Los hechos por dolorosos y significativos que sean se olvidan y pasan a ser simplemente eso, hechos, pero en la realidad son historias repetidas.
La pacificación de la Araucanía; cuantas madres no fueron castigadas brutalmente por el ejército chileno, para despojarles de sus tierras y entregárselas a terratenientes inescrupulosos. La escuela Santa María de Iquique; una matanza horrenda donde murieron madres e hijos indefensos, pero que ya casi ni se recuerda, y así tantos otros acontecimientos, que deberían por su importancia histórica estar siempre presentes en la memoria de quienes educan a nuestros jóvenes y niños, o en la cabeza de quienes hacen política, legislan e inciden en el futuro de Chile.
Todo esto me convence mucho mas que para hacer política y sobre todo desde la izquierda, no solo hay que basarse en aquellos valores que la identifican, es decir, luchar por una sociedad con igual oportunidades para todos, mas justa, sino que será siempre necesario evocar la memoria histórica, los valores y la mística de quienes lucharon antes que nosotros, con el fin de cimentar las bases de esa sociedad en el respeto de nuestro pasado.
Eso ayudara a desterrar el cinismo, la doble moral, el acomodar el discurso hacia la izquierda mientras se actúa con el cuerpo y la cabeza en la derecha, a no olvidar el pasado como quieren muchos. La defensa de la memoria histórica tiene que ver con principios éticos, porque esa historia no está solo para decorar una vitrina o un monumento tranquilizador del pasado.
Por estas razones voy a sintetizar este homenaje a las madres de ayer y a las de hoy, en la figura de una de ellas, quien sin ninguna duda representa a otras mujeres mamas, Ruth Araneda la madre de Iván Figueroa, uno de nuestros lideres de aquella organización incipiente que nació en la Fuerza Aérea con el fin de defender el gobierno popular que encabezo Salvador Allende. Quien luego se incorporó a la revolución Sandinista como uno de los Oficiales fundadores de la Fuerza Aérea de ese país y mas tarde como un destacado militante y dirigente del FPMR en Chile.
A pesar de los años transcurridos, aún me es difícil imaginar de donde sacaron tanta fuerza esas madres en esos momentos posteriores al golpe de estado de 1973, una vez se lo pregunte a Ruth, en una visita que me hizo al hospital de la Penitenciaría donde estaba recluido, su respuesta fue directa como era ella, “mi fuerza es mi hijo y todos ustedes. Yo tenia que encontrarlos porque Iván es lo mas grande que tengo, por eso no siento miedo para buscarlo y encontrarlo, además que es mi único hijo”.
Ella no era una mujer de pueblo, al contrario provenía de una cultura social elitista muy marcada, pero que de un día para otro se vio enfrentada a la realidad que vivía chile y su pueblo, la realidad del atropello, de la prepotencia militar y del odio de clases. Debió haber sido difícil un cambio de esa envergadura en su vida, sumado al rechazo social por tener un hijo preso y ser “la madre de un marxista”.
Para una mujer como ella acostumbrada a la abundancia y a toda clase de cuidados, el brusco giro que significo en su vida el golpe, el apresamiento de su hijo y el largo peregrinar para encontrarlo, fueron despertando su conciencia; en la puerta de la cárcel y en la espera para ser revisada por alguna gendarme, conociendo las historias de las demás madres que hacían lo mismo que ella.
Ruth era también una lectora insaciable y poseedora de una vasta cultura, conocía las obras de muchos autores lo que le permitió a su manera, comparar la historia de chile con la de otros países que habían vivido lo mismo antes que nosotros y darse cuenta que ella también podía ser útil para ayudar a luchar en contra de la dictadura. Tiempo después en Europa ella nos ayudo a trasladar materiales de trabajo y recursos económicos para nuestra lucha clandestina en Chile.
Ruth siempre mantuvo un dialogo y una comunicación permanente con su hijo, este nunca dejo en enviarle una nota, una tarjeta o simplemente “un cómo estás viejita, yo estoy bien, cuídate que quiero jubilar contigo” estuviera donde fuera.
Así fue como ella recibió su ultima carta, un trozo de papel que es recorrido por letras de amor y angustia, que reflejan una realidad y que nos dejan un compromiso, a todos nosotros, para seguir luchando por la verdad.
Viejita, hacia varios meses que no te escribía, donde estoy no lo sé, es como estar en ninguna parte, de manera abrupta me encontré con un final del camino que no esperaba y creo que ya no te veré, al menos de la manera a la que estábamos acostumbrados.
Esto es como un contrasentido, tú y yo luchamos por la vida, así me enseñaste y por eso me enrolé en este ejercito de patriotas amantes de la libertad, lugar en el cual enfrenté no una sino varias veces la idea y el momento de perder la vida, pero nunca estuve preparado para que mi vida fuera cegada por uno de los míos.
Lamento darte este inmenso dolor, el mismo que vivieron miles de madres en la búsqueda incansable de sus hijos, algunas enterrándolos como cuerpos inertes apagados por la maldad de la dictadura y otras, quienes nunca pudieron saber donde dejaron sus atormentadas humanidades.
Eso es lo que en estos momentos me duele y me llega al corazón, aunque este ya no respira ni se mueve, te va a doler viejita porque una madre no esta preparada para enterrar a su hijo, y en mi caso tampoco tendrás ese consuelo, porque seré un desaparecido mas en esta historia.
Pero no culpes a los buenos ni a los objetivos nobles que quedaron pendientes, los buenos son y serán siempre los mas, por eso hay que luchar por encontrar y divulgar la verdad.
Yo me encerré tanto en lo que hacia y con tanto amor, que no fui capaz de protegerme y de entender que la vida que elegí no solo esta hecha de cosas buenas, sino que tiene dos caras, una es hermosa llena de caminos esplendorosos, de relaciones personales y aprendizajes, de experiencias enriquecedoras pero la otra, son las cloacas por donde se mueve la envidia y la mediocridad con disfraz revolucionario, la que si no se controla, al final corroe la mejor de las ideas y al mejor de los hombres.
Nuestra historia esta llena de esto, el propio héroe que inspira nuestra lucha Manuel Rodríguez y el Jefe del FPMR, Raúl Pellegrin, fueron traicionados por algunos de sus compañeros, yo fui uno mas que engrosa esta fea historia.
Ellos no tenían el derecho de hacerlo, aun tenia muchos sueños por cumplir, pero la idea sana y la prosperidad que esta encierra excitó la envidia, la que como un resplandor irrita los ojos enfermos. Un amigo me decía siempre que me cuidara, porque aun no había realizado ningún acto brillante, porque todavía nadie me envidiaba.
Fui acusado de traidor, de agente de la CIA, una mentira cobarde nunca dicha de frente, sino que lanzada a correr entre los pasillos y oscuridades de la lucha clandestina. Mi pasado y el reconocimiento de mis compañeros, mi trabajo abnegado y las cientos de misiones que cumplí, desbaratan esa acusación, la que solo cabe en la cabeza de personas enfermas de poder, incapaces de sostener sus ideas en una discusión de cara a cara mirándose a los ojos.
La verdad es otra, la disciplina y la moral en la organización se quebrantó considerablemente y viene cuesta abajo desde hace un par de años. La mística, el respeto cimentado en un proyecto de vida y de país ya no existe, por dondequiera que se mire es lo mismo, estamos rodeados de un desmoronamiento político y moral.
En este contexto el que piensa distinto es calificado de traidor y se le ataca o denigra con odio, acicateado por esa envidia que calla, conspira y que es repugnante. Así y como una carie a los huesos fueron sembrando a mis espaldas la duda que al final terminó con mi vida.
Fui testigo de que las mejores máximas teóricas pueden convertirse en acciones abominables, cuanto más se pudre la moral práctica, tanto mayor es el esfuerzo por rejuvenecerla con harapos de dogmatismo. Sus cultores no entendieron que nuestra vida revolucionaria esta al servicio del pueblo, por el cual damos todo y que no estamos al servicio de sus mezquinos intereses. Ahora lo aprendí pero es tarde.
No tenían el derecho a tratarme asi, ni menos a interrumpir mi existencia, nadie tiene el derecho de hacerlo, hay detrás de mis años una vida austera llena de alegrías y también sinsabores, pero al final y al cabo llena de amor por lo que hacia. Por eso al final de cuentas muero contento, pero con la pena de no haber terminado el camino que escogí hace ya 40 o mas años.
Viejita no se si se podrá hacer en esta nueva situación en que vivo ahora, pero como lo fue ayer y lo será siempre, tu vivirás en mi mente y estaré esperando esas buenas noches de mama, si es que puedes escucharme”…..
Hace unos años, en el 2005 fui a visitar a Ruth, no la veía hace años, llegue al umbral de su puerta y vi la ventana del costado de su dormitorio abierta, era la señal que mantuvo durante años, era la esperanza de que su hijo volviera y siempre encontrara su cobijo y su casa, a la hora que llegara.
El abrazo y el beso de ese reencuentro aun esta en mis huesos, me calo hondo, “si vienes solo me dijo, es porque ya mi hijo no vuelve, no te preocupes, se que lo mataron y se quien fue, este abrazo es para ti como si tu fueras el………….
Ruth dejó de existir hace un año, pero siempre estará con nosotros.
“La Historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será” (Eduardo Galeano).
Dr. Enrique Villanueva Molina
Vicepresidente Centro de Estudios Exonerados Fuerza Aérea CEEFA 1973