El hecho tuvo lugar cuando las alumnas se disponían a iniciar su jornada escolar a las 07h45 locales. La bomba estaba compuesta por dos bombonas de gas unidas entre ellas, escondidas en mochilas que fueron colocadas en un muro cerca de la puerta del colegio que lleva el nombre de Francesca Morvillo, asesinada junto con su marido, el juez antimafia Giovanni Falcone, el 23 de mayo de 1992. Un establecimiento escolar femenino localizado cerca del juzgado principal de Brindisi, una ciudad portuaria localizada en Apulia, en el “tacón” de Italia.
Tras el atentado no se decretó ninguna evacuación masiva pero los alumnos de otros liceos de la ciudad abandonaron inmediatamente sus centros escolares, acompañados por sus padres que vinieron a buscarlos.
“Las hipótesis son numerosas y ninguna nos da ninguna certeza” declaró la ministra del Interior, Annamaria Cancellieri, estimando que había que mantener “una extrema prudencia”. El alcalde de la ciudad Mimmo Consales indicó por su parte que había “demasiadas coincidencias en este caso” aludiendo al aniversario del asesinato del juez Falcone y al hecho que una “caravana de la legalidad” debía pasar este sábado 19 de mayo cerca de Brindisi para conmemorarlo.
El presidente italiano, Giorgio Napolitano, dijo seguir los eventos “con aprehensión y expresó su proximidad con las familias de las víctimas, los heridos y toda la población de la región”. El primer ministro italiano, Mario Monti, que se encuentra en Estados Unidos para la cumbre del Grupo de los Ocho, expresó sus condolencias a las familias de las víctimas y dijo que el Gobierno estaba decidido a combatir el crimen organizado e impedir la vuelta a las “tendencias subversivas”.