Pocos minutos y pocos recursos para la Cultura

  • 22-05-2012

De la misma manera en que la ley una vez publicada en el Diario Oficial se supone conocida por todos, la cuenta anual que hace el jefe de Estado cada 21 de mayo podría remitirse a ser reproducida por El Mercurio, como se hizo con muchos de los anuncios en esta oportunidad.

¿Cuánto de novedad tuvo el discurso que pronunció Sebastián Piñera cuando el diario perteneciente a Agustín Edwards había venido publicando desde hacía semanas las reformas que haría a la infraestructura cultural y, el mismísimo día y en primera página, la idea de crear zonas de desarrollo en los polos de conflicto en la Araucanía?

Quizás si el discurso fuera publicado en un medio escrito o electrónico y no leído en el Congreso Nacional por, esta vez un resfriado mandatario frente a las cámaras de televisión, obligaría a entender comprensivamente el fondo y forma de este, quitándole el circo de ovaciones e invitados especiales que desconcentran a una audiencia que pareciera padecer en su mayoría de un creciente déficit atencional.

En lo relativo a la cultura, el discurso no tuvo ni de cuenta ni de anuncio. Porque si bien Piñera se refirió a los cinco teatros regionales, a los 51centros culturales inaugurados o a la recuperación de 62 inmuebles patrimoniales, no habló de lo más importante y que se relaciona, por cierto, con el presupuesto a la cultura que no se ha querido aumentar a pesar del buen momento por el que pasa la economía chilena. La deuda a la cultura heredada desde hace ya demasiados gobiernos es un lastre que no le importa cargar a la mal llamada clase política. Tanto así que al referirse a los anuncios en este ámbito, todos han venido destinando solo un par de minutos en los que incluso se atreven a hacer una y otra vez la misma propuesta en cuanto al patrimonio. Así en su última cuenta Ricardo Lagos, pasando por las de Michelle Bachelet y hasta las anteriores de Sebastián Piñera, todos se habían referido al tema patrimonial anunciando la creación de un Instituto del Patrimonio, y en el caso de este último, ahora lo ha hecho en relación a un Ministerio de Cultura y Patrimonio. Un tema que ya había sido ampliamente anunciado y analizado hace semanas en un extenso reportaje en Artes y Letras en el que se exponía de manera clara la propuesta gubernamental.

La consabida dispersión de los órganos encargados de desarrollar y promover la cultura, desde el Consejo de la Cultura y de las Artes, como órgano rector pasando por el Ministerio de Educación que tiene bajo su alero a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, DIBAM, y al Consejo de Monumentos Nacionales; el Ministerio de Vivienda y Urbanismo; el Ministerio de Obras Públicas; el Ministerio de Bienes Nacionales; el Ministerio de Relaciones Exteriores y hasta el Ministerio de Salud, hacían urgente una reestructuración de la arquitectura diseñada y materializada en el gobierno de Lagos. La idea de un ministerio tan fuertemente debatida y propuesta desde los comienzos de la Transición por Claudio di Girólamo, finalmente podrá ser una realidad desplazando así al modelo de un Consejo colegiado que, si bien pudo haber funcionado bien hacia el interior como órgano de consulta y debate, hacia el exterior tuvo como voz cantante a un ministro o ministra que se referían a su gestión de manera autónoma.

En los Consejos de Gabinete, el ministro de cultura era una suerte de hermano pobre, con una orgánica institucional que no le permitía funcionar con la misma libertad que la de sus pares. Finalmente, la idea de incluir al Patrimonio en esta nueva institucionalidad es una manera de solucionar un problema urgente e importante de una vez por todas. ¿Cómo será financiado? Esta es la pregunta del millón y ya tememos que la respuesta no tenga tantos ceros.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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