El desastre de Chaitén no sólo reforzó la idea de que es una zona ubicada afuera de Chile, sino que redujo sus puntos cardinales a dos: Chaitén Sur y Norte.
Así lo corroboró el grupo de académicos del Centro de Investigación en Vulnerabilidades y Desastres Socionaturales de la Universidad de Chile, quienes por una semana levantaron antecedentes en la ciudad para conocer su actual situación.
El resultado fue que, mientras los habitantes de Chaitén Norte tienen acceso a luz, agua potable, una escuela, y servicios básicos en general, los de Chaitén Sur cuentan con luz y agua de manera restringida, no disponen de una escuela y presentan grandes dificultades en conectividad.
La psicóloga Adriana Espinoza señaló que es una ciudad que se está reconstruyendo con bastante esfuerzo, de parte de los mismos chaiteninos, “quienes han querido volver a su tierra a cualquiera costo” según sostuvo.
La profesional explicó a Radio Universidad de Chile el rol que han cumplido el gobierno central y los mismos habitantes de la zona en el proceso.
“El rol de Estado ha sido mínimo, los particulares han sacado de su propio dinero, por ejemplo en la reconstrucción de los restaurantes, las pequeñas empresas y el resto de la reconstrucción que se ve ha sido iniciativa y gestión de la municipalidad, pero no hay un plan de reconstrucción a nivel del Estado que contemple fechas”, explicó la psicóloga.
Sobre la recomposición del tejido social de la zona, Adriana Espinoza sostuvo que se han producido tensiones entre los habitantes debido a la inmigración de muchas personas, además que sólo han retornado 1.500 de las 5 mil personas que habitaban Chaitén.
A esto se suma que quienes retornaron inmediatamente sienten rencor contra quienes no lo hicieron, ya que contaron con menos apoyo para levantar sus viviendas, lo que ha acarreado diversas consecuencias.
En este sentido, la investigadora social señaló que las consecuencias para los habitantes de Chaitén son de todo tipo. “Eso ha tenido un impacto a nivel emocional, a nivel laboral en las personas. Se están adaptando a una nueva forma de vida y durante todo este tiempo que ellos estuvieron esperando poder volver, mantenían la imagen de lo que era el Chaitén de antes y eso ha cambiado, porque mucha gente decidió nunca más volver, por lo cual todo lo conocido como los amigos, el dueño del restaurante y otros ya no están y también han muerto varias personas en estos cuatro años. Emocionalmente ha sido un proceso bastante difícil para las personas”.
La investigadora manifestó que existe un déficit de médicos generales y especialistas en la zona, por lo que llamó a las autoridades locales y centrales a participar con la comunidad, ya que a la fecha, “no hay un plan estructurado que organice desde arriba las necesidades en cuanto a profesionales”, según denunció.