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Minsal detecta desconfianza en la vacunación en los estratos económicos altos

Las campañas de vacunación como un procedimiento obligatorio y gratuito parece estar siendo cuestionado. Un estudio realizado por el Ministerio de Educación encontró ciertos niveles de desconfianza en los padres en torno a la inmunización de niños y niñas. No obstante, el escepticismo se desarrollaría solo en los estratos socioeconómicos altos, donde gracias a la amplia información que disponen, dudan de su composición, distribución y aplicación.

Catalina Gaete

  Viernes 21 de septiembre 2012 20:06 hrs. 
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Las campañas de vacunaciones masivas y sistemáticas son un procedimiento médico relativamente nuevo. En Chile comenzó en la década del 50, cuando la viruela cobraba el carácter de epidemia y la política pública de salud debió hacerse cargo de su erradicación. Para ello, las inoculaciones se aplicaron de forma programada, desde el primer año de vida a toda la población. La viruela desapareció de Chile al finalizar la misma década, así como el sarampión años más tarde, el polio y la rubéola.

Los procedimientos de vacunación emprendidos por el estado forman parte de una planificación político social, que se fundamenta en la obligatoriedad y gratuidad del medicamento. Sin embargo, con el amplio desarrollo biotecnológico y el acceso que las entidades privadas han tenido a la creación y repartición de inoculaciones, el carácter obligatorio se pone en duda y las voluntades personales cobran fuerza; especialmente las de los padres salvaguardando la integridad de sus hijos.

Los foros virtuales, blogs y espacios de debate son evidencia de ello. Padres y madres concurren a estos puntos de encuentro para discutir el beneficio que las vacunas pueden reportar a sus pequeños, así como los riesgos. Muchos se muestran escépticos y desconfían de una operación que puede fallar en diferentes etapas, como en el traslado del medicamento o el riguroso resguardo de la cadena de frío.

Pero las dudas también provienen del fecundo flujo de información que proporciona internet y acerca a los padres a estudios como el del investigador británico Andrew Wakefield, quien en 1998 vinculó al autismo con la aplicación de la vacuna triple vírica, que inmuniza ante el sarampión, la rubéola o las paperas. Un fraude según el British Medical Journal, publicación inglesa especializada en medicina.

Aún así, y según dijo a la prensa el Subsecretario de Salud Jorge Díaz, se ha “detectado una progresiva resistencia de parte de algunos padres para vacunar a sus niños”, tendencia que recibe la inmediata respuesta por parte del ejecutivo: “nuestras vacunas del Programa Nacional de Inmunizaciones no sólo son seguras, sino también necesarias y nos inquieta mucho que un papá o mamá decida no vacunar a sus hijos”, declaró Díaz.

Esta tendencia se observó en un estudio exploratorio realizado por la cartera de salud para dimensionar la confianza de las personas en el procedimiento de vacunación. Dividiendo a los consultados en grupos socioeconómicos el análisis arrojó que es en los estratos altos donde la postura antivacunación se radicaliza, desconfiando de su composición, distribución y aplicación. En tanto, en los grupos más pobres la confianza se mantiene más estable.

Consultado al respecto, el diputado PPD, médico especialista en cirugía pediátrica e integrante de la Comisión de Salud de la Cámara, Enrique Acorssi señala que “la gente que tiene un mejor nivel económico, que tiene acceso a las redes sociales e internet, tiene mucha más información. Antes el tema de las vacunas se aceptaba sin tener ningún antecedente”. Por tanto, este panorama, según Acorssi, obliga al Ministerio de Salud a “redoblar los esfuerzos para convencer a las personas de su vacunación”.

No obstante y según asegura el diputado, existen ciertas dudas respecto a la composición de las inoculaciones, ante lo cual “nosotros tenemos un proyecto de ley para eliminar el mercurio como preservante de las vacunas y en eso estamos conversando con el Ministerio”. Por ello, ante las dudas “la gente opta muchas veces por vacunarse no en los programas nacionales sino en los programas que tienen las clínicas e isapres. Las personas que no quieran vacunarse y que tengan otras alternativas que lo puedan hacer”, aseguró el parlamentario.

A pesar de los resultados que arroja este estudio, la antivacunación es una tendencia que resulta minoritaria, pues tal como declara Acorssi, “estos son grupos selectivos, pues la gran mayoría accede al sistema de vacunación nacional, avalado por la OPS y la Organización Mundial de la Salud”. Por tanto, las autoridades no se alarman ante una crisis de credibilidad.

 

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