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Sin aprender a gobernar aún

Columna de opinión por Hugo Mery
Sábado 29 de septiembre 2012 9:58 hrs.


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Errática ha sido la gestión del gobierno en las últimas semanas en diversos ámbitos de la vida nacional. El colapso de la asistencia pública santiaguina y los problemas similares registrados en regiones dejaron de manifiesto que la administración Piñera no ha acometido en dos años y medio la “reingeniería” que recién ahora anuncia el ministro de Salud, Jaime Mañalich, al destituir al director de la posta central, doctor Emilio Villalón.

Este había sostenido tensas relaciones con funcionarios y facultativos del centro y así lo hicieron ver los sindicatos al anunciar un paro por la posible reapertura de dos salas con el mismo personal. El anuncio fue depuesto, después que se les asegurara más contrataciones para una nueva ala de atención. Sin embargo, el cuestionado director dijo ayer que seguirá en sus funciones cono médico en el mismo centro, pese a el ministro sostuviera antes que no sería parte de los nuevos planes.

Si el gobierno no previó los efectos de las largas fiestas del 18 -incluso cerrando durante esos días varios centros asistenciales en el país-, tampoco anticipó el enervante desplazamiento en la franja de Angostura, con miles de vehículos rodando durante interminables horas al inicio del feriado.

No hubo capacidad de gestión de carretera, apuntaron los críticos al ministro de OO.PP. Laurence Golborne, quien sostuvo que la bajada de las barreras de peajes no era un resorte que estuviera en sus facultades, sino que dependía sólo de la buena voluntad de las compañías concesionarias. Más  errático estuvo aún el popular ministro al día siguiente, cuando salió con la extraña idea de imponer un escalonamiento diario de los vehículos en futuras fiestas, según el número de patente u otro mecanismo de esa especie.

Leído esto como una arbitraria coacción a la libertad de circular, el ex Presidente Ricardo Lagos, quien fuera antes ministro de Obras Públicas, arguyó que el gobierno sí tenía facultades para velar por la solución de un  problema como el del empantanamiento carretero. Muchos recordaron que él fue el autor de las concesiones a privados, como la forma de financiar las celebradas nuevas vías.

Lagos intentó mayores cuestionamientos a los privados deslizándose en la pendiente del financiamiento bancario a los estudiantes para que siguiesen sus carreras. Las tasas que se obtuvo entonces eran altas, pero ahora parece que hubo colusión entre los oferentes, dijo.

Tardó siete años en darse cuenta de algo tan grave, la respondieron en La Moneda: tendrá que probar en las instancias correspondientes los cargos que ahora hace.

Malhumorado, el ex Presidente no quiso ahondar en el tema, al que saltó durante una serie de entrevistas que ha dado en las últimas semanas, lo que sugeriría que se está colocando en caso que Michelle Bachelet no aceptase finalmente la candidatura presidencial, situación que se planteó en una entrevista de TV al dirigente socialista y diputado Enrique Schilling, haciéndole decir que era una buena carta.

La incursión en las materias que se discuten no le sale gratis al anterior oficialismo. Lo prueba también la concesión del litio a Soquimich. Porque a la errática gestión del Ejecutivo actual se suma algo en lo que tienen culpas las dos desprestigiadas coaliciones: el acuerdo al final de la dictadura de no revisar la privatización de empresas públicas, entregadas a grupos como el que presidía el entonces yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, convertido en uno de los hombres más ricos de Chile.

Nada hicieron los gobiernos de la Concertación para revertir este acuerdo bajo amenazas, las que se concretaron en el ejercicio de alistamiento y enlace y el boinazo, con la permanencia del “benemérito” dictador en la comandancia en jefe del Ejército, ni siquiera cuando éste fue detenido en Londres ni pese al provocativo levantamiento de de su silla de ruedas en el aeropuerto de Santiago. Era el momento de poner a fin los acuerdos con un senador vitalicio para cuya liberación el gobierno de Frei trabajó afanosamente.

Las fallas de gestión con Soquimich se dieron después que en el Parlamento se solicitara participar en el proceso y que el gobierno de Piñera justificara la exclusión de Codelco de la explotación del litio, porque no era su negocio. Pero Codelco anunció después que se resolviera la licitación que pondrá en operación sus reservas en este metal.

Peor aún que el ministro de  Minería tenga un hermano en los negocios del rubro, por lo que aseguró haberse inhabilitado (así como el depuesto director de a Posta mantuvo a una hermana entre sus funcionarios), fue la denuncia de Francisco Javier Errazuriz Ovalle que Soquimich tenía juicios pendientes con el Fisco, pese a que las bases del concurso prohibía asuntos pendientes con el Estado. “Aquí se trata del Fisco, no del Estado” se anticipó a argumentar el subsecretario Pablo Wagner, antes de estudiar los contenciosos por servidumbre de aguas y explotación de caliche en la pampa del Tamarugal denunciados. Como si el Fisco no fuese parte del Estado.

Tanta desprolijidad sugiere que el gobierno no ha sido capaz de cumplir con la gestión eficiente que prometió. Y tal vez algo peor aún: que en dos años y medio no ha aprendido a gobernar, creyendo que sólo se trataba de administrar una gran empresa con múltiples ramas y no articular una sociedad con intereses entrecruzados y  complejidades socio-culturales y políticas sin fin.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.