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Venezuela da triunfo a Chávez y desmiente a canales y diarios chilenos

Se acabó el ruido. El presidente triunfó irreversiblemente y la ventaja es de diez puntos, tal como podía preverse de las encuestas más serias y como fue anticipado por radio Universidad de Chile. El 7 – O, que convirtió a Venezuela en la capital política del mundo, sentenció un resultado crucial para el cuadro político del continente y terminó con las inexplicables ilusiones levantadas por los medios nacionales en torno a la candidatura de Henrique Capriles.

Patricio López

  Lunes 8 de octubre 2012 0:30 hrs. 
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Se acabó el ruido. El presidente triunfó irreversiblemente y la ventaja es de diez puntos, tal como podía preverse de las encuestas más serias y como fue anticipado por radio Universidad de Chile. El 7 – O, que convirtió a Venezuela en la capital política del mundo, sentenció un resultado crucial para el cuadro político del continente y terminó con las inexplicables ilusiones levantadas por los medios nacionales en torno a la candidatura de Henrique Capriles.

Un poco antes de la medianoche del domingo, los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciaron el resultado con el 90 por ciento de los votos escrutados y con el 80.94 por ciento de participación (13 millones 677 mil votos válidos), lo que representa un nuevo récord de participación. Los resultados, definitivos respecto al ganador, indican que el presidente Hugo Chávez triunfó con el 54.42 por ciento (7.444.082 votos), mientras Henrique Capriles obtuvo 44,97 por ciento (6.150.544 votos).

La jornada electoral que precedió la victoria de Hugo Chávez fue tranquila y madrugadora. Según informaron los observadores chilenos de la elección, ya en las primeras horas de este domingo e incluso desde el sábado en la noche los venezolanos hacían fila frente a los locales de votación, cumpliendo con el llamado de los candidatos y especialmente del mandatario, de concurrir a sufragar temprano para favorecer una entrega anticipada de los resultados. Esta muchedumbre electoral fue resguardada por miles de efectivos de seguridad, quizás por la comprensión del Gobierno de que cualquier incidente iba a ser mucho más usado en su contra que de la oposición.

Pero no sólo los venezolanos se volcaron. La expectación internacional que produjeron estas elecciones se tradujo en la presencia de miles de observadores y de 10 mil periodistas, de todas las regiones del mundo y sensibilidades políticas, cifra que, para hacerse una idea, equivale a los profesionales de los medios de comunicación acreditados en los últimos juegos olímpicos de Londres. Esta masiva presencia hace de estas elecciones una de las más fiscalizadas del planeta, en un país donde los 15 comicios realizados en los últimos 13 años han pasado la prueba de la blancura de la observación externa, lo cual, cabe agregar, desmiente las recurrentes afirmaciones de los canales y diarios chilenos. En tal sentido,  llamó la atención el desatado apoyo a Henrique Capriles de los enviados especiales a Caracas y especialmente de la señal internacional de TVN, que tiene presencia en varios países del continente.

Nuestros medios estuvieron a la vanguardia del antichavismo, pero no fueron los únicos. Durante estos meses, pero especialmente en las últimas semanas, los grandes consorcios de comunicación en español se esmeraron en sostener una victoria del candidato opositor que no se fundamentaba en las encuestas serias, pero que sirvió para subrayar lo que estaba en juego. Con Chávez, desde su llegada al poder en 1998, se instaló por primera vez en el continente un gobierno que desoyó el en ese instante sagrado Consenso de Washington del FMI y del Banco Mundial. Los alumnos obedientes sobraban y ninguno terminó bien: Carlos Menem en Argentina, Alberto Fujimori en Perú o Gonzalo Sánchez de Losada en Bolivia, quien increíblemente hablaba dificultosamente el español por haber vivido toda su  vida en Estados Unidos.

Después de él, y bajo su influjo, vinieron Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, Tabaré Vázquez y Pepe Mujica en Uruguay, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Todos los aún vivos, en los días previos, explicaron el carácter decisivo y continental de la encrucijada de Chávez. Esta convicción no sólo se refería a la política latinoamericanista de Venezuela que se ha traducido en alianzas y apoyos concretos a sus vecinos, sino en la creación de una institucionalidad regional que, en la práctica, ha construido un contrapeso que antes no existía a la injerencia estadounidense en esta parte del mundo. De esta victoria por ejemplo dependían, en buena medida, intentos como el Alba, respuesta al ALCA (Acuerdo de Libre Comercio para las Américas) estadounidense: y el Celac, creado en 2010 y que incluye a todos los países de la región salvo Estados Unidos y Canadá, el cual es presidido pro tempore  por el mandatario chileno, Sebastián Piñera.

En nuestro país, también, las elecciones se vivieron con intensidad y posturas sorpresivas. Entre las ya previsibles, resaltó la de los diputados José Manuel Edwards (RN) y Mónica Zalaquett (UDI) quienes concurrieron a apoyar a los venezolanos que votaban en Chile, a pesar de que ellos y sus partidos se han opuesto tenazmente al derecho a voto de los chilenos en el extranjero. Y la del precandidato de la Concertación, Andrés Velasco, quien  afirmó en su cuenta de Twitter que “hoy Venezuela vota para recuperar su democracia, tal como lo hicimos en Chile el 88. La mejor suerte a Capriles y su equipo”.

Luego de conocido el triunfo, el presidente Chávez debe enfrentar dificultades significativas, de la talla del cáncer que lo ha aquejado. Primero, en lo más concreto y próximo, deberá lograr una victoria consistente en las elecciones parlamentarias de diciembre para que su programa sea aplicado con la profundidad prometida. Segundo, tendrá que hacerse cargo del talón de Aquiles de su gobierno, que no ha logrado zafarse del todo, especialmente en el nivel local, de las prácticas de clientelismo y corrupción que caracterizaron las desprestigiadas décadas pasadas del duopolio político de Copei y Acción Democrática. Tercero, deberá proponerse un nuevo salto luego de bregar por la soberanía sobre el petróleo, saliendo del modelo exportador primario hacia uno con mayor valor agregado. Y, por último, deberá lograr que su revolución bolivariana sea, como él ha dicho, una realidad irreversible, en un país donde, más allá de las quejas, los terratenientes han sobrevivido a la reforma agraria, el 80 por ciento de la Banca está en manos privadas y un 85 por ciento de los medios de comunicación están en manos de la oposición. Nada fácil en apenas seis años.

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